Todo rápido, todo ya, todo con eficacia pero...¿y la verdadera creatividad? ¿Y la posibilidad de además de "hacer", gozar de los que se hace? Tiempo, eso precisamos todos/as, pero aún más nuestros/as chavales/as. Tenemos reloj, sí, pero no tenemos tiempo: tiempo para contemplar y no sólo mirar, tiempo para dejarnos sorprender por las pequeñas cosas de cada día. Tiempo para perder el tiempo. Tiempo para que fluya la creatividad y tiempo para realizar lo que la creatividad quiere crear en nosotros/as.
A la vuelta de la esquina tenemos ya "la vuelta al cole", en los escaparates de las tiendas, la ropa de otoño-invierno parece decirnos sin voz que las vacaciones se acaban, que se acortarán los días, que llegarán la lluvias (aunque aquí en el norte casi no han cesado), que volverá a sonar el despertador...
Y quizá elevemos una muda plegaria para que "se alargue el tiempo", para que no se acabe el verano..."¡¡Dadme tiempo!!" a lo mejor ese hubiera sido el grito de Arquímedes hoy: "Dadme tiempo y moveré el mundo".
Por lo demás, olvidamos tantas veces que la cuestión decisiva está en el reloj interior, en el tiempo del alma y ese tiempo es prolongado y sabe de estaciones, de parones, de vueltas atrás, de saltos vertiginosos, de calma chicha, de noches y amaneceres, de frío y calor... Sólo si conecto con ese tiempo interior que es más bien "tempo", fluye la creatividad del alma, la que nos permite gozar siempre y en todo momento y sabe decir con Santa Teresa que "cuando perdiz, perdiz".
Si nos dejamos acrisolar y mecer por ese ritmo vital del interior podemos conseguir que todo mejore, podremos incluso comenzar y terminar el próximo curso con una permanente sonrisa, con una cansancio sano y no destructivo. Podremos dejar tiempo al tiempo, tiempo a nuestros niños y niñas para que vayan siendo, porque no todo nos lo jugamos hoy...
Quizá así seamos de verdad creativos/as.
No hay comentarios:
Publicar un comentario