Os recomiendo una película. En uno de esos días en que apetece ir al cine (y en uno de esos días en los que es más barato) y se nos ocurre ir a última hora, la película que queríamos ver ya ha comenzado... ¿qué hacemos? Pues ¡a lo loco! Nos decidimos por "Interestelar" y a ver qué pasa. Ni idea de quienes son los actores, ni el argumento. Esperando que no sea un fiasco pero motivados porque las historias del espacio nos encantan, nos sentamos en las butacas.
Desde el minuto "uno" la película nos atrapa y al terminar nos quedamos sin palabras. La fotografía, el ritmo, la música, la evolución de los personajes, la credibilidad del planteamiento y presentación del viaje interestelar y, sobretodo, un mensaje que va perfilándose poco a poco, pasando de ser una sugerencia sutil a terminar siendo el gran mensaje, el solista final, captan al cien por cien nuestros sentidos y nos introducen hipnóticamente en la historia.
¿Y cuál es ese mensaje? A mi modo de ver es una invitación a contemplar el amor como la única posible salvación verdadera para la humanidad en tiempos de crisis.
Cuando veais la película escuchad con atención, observad las escenas. Desde la relación intensísima padre-hija hasta la referencia al amor que en un momento determinante "deja caer" la doctora Amelia Brand (Anne Hathaway) y que demostrará su carga de realidad poco a poco hasta llegar a aparecer como lo más real en medio de un vasto conocimiento científico y astronómico. Para mí ese momento, esa invitación a pensar el amor como dinamismo de fondo, como matriz de todo, es sublime por el contexto en el que es propuesto y por la persona por la que es sugerido.
El contexto es el de un grupo de científicos de la NASA dentro de una nave de ultimísima generación. Un grupo selecto destinado a buscar un planeta donde la humanidad pueda establecese y pervivir. En medio de complejísimos cálculos físicos y ante la urgencia de tomar una decisión que puede marcar el destino de la humanidad, la mentalidad científica de la Dra. Brand expone una intuición que nace de más allá de lo puramente racional y demostrable ¿podría ser el amor la fuerza que todo lo dirige, que todo lo genera? ¿podría ser que seguir los dictados del amor nos acercara a "casa"?
Esa intuición que parece que ni el mismo personaje termina de perfilar, es desechada lo cual traerá tremendas consecuencias para la expedición. A partir de ese momento, el espectador que escuche y observe, verá aparecer ante él el despliegue de la lucha humana entre el egoísmo y el amor, la racionalidad pura y la confianza plena, entre desesperanza y amor.
Se trata de una película con una hermosa pasarela de personajes y escenarios. Cada personaje representa, a mi modo de ver, un periplo vital y una respuesta posible ante el dilema del amor sin medida. Los escenarios son variados: tierra, nave, planetas, espacio, agujero negro, base subterranea... Yo diría que cada planeta visitado podría ser, como en el caso del Principito, un paradigma: el amor vivido como pasión exhacerbada que genera aguas turbulentas que nos engullen cual tsunami de pasiones, o el amor altruísta que es rechazado en pro del egoísmo y la supervivencia personal que nos transforman en seres helados y sin oxígeno vital. Hasta llegar al planeta al que consigue llegar la Dra. Brand (el mismo al que había llegado el hombre al que amaba), un planeta con las condiciones necesarias para la vida y al que llega precisamente movida por la conjunción Amor-Razón.
Me resultan interesantes también los ámbitos terrestres que aparecen: el de la granja donde ya no se puede respirar y de la base experimental donde sí se puede respirar. En la granja está el ámbito de la tradición, de la familia, del intento de recuperar la tierra pero todo ello se va convirtiendo en algo que asfixia, que contamina, se conviere en polvo. En la base experiental pervive la búsqueda científica, la fuerza de la razón, pero es también la matriz de una mentira que terminará siendo, por la conjunción del amor padre-hija, amor-razón, la matriz de la salvación de la raza humana.
Sugerente y sublime la pregunta que hiere el corazón de Murph, la hija de Cooper (Matthew McConaughey) y que parece casi egoísta y tonta en medio del contexto de posible extinción de la raza humana. Pero la atención a esa pregunta, a esa búsqueda de sentido individual, terminará siendo la posibilidad de salvación de todos. Murph vive atormentada por la duda del sentido último de la marcha de su padre. Anhela saber si la abandonó sin más o si realmente él sabía que volvería y si deseaba hacerlo. Su dolor parece un tema mínimo ante la enormidad del reto planetario. Sin embargo nos demuestra que es en el sí del individuo, de la persona concreta, donde se juega la verdadera humanidad. Cuando nuestras dudas, miedos, anhelos, cuando nuestra búsqueda de sentido personal nos moviliza, nospone en búsqueda, el camino está abierto, pueden aparecer las respuestas personales y colectivas. Cuando todo se da por sabido, cuando se aparca la atención al ser profundo, lo rutinario va matando la posibilidad de caminos alternativos, más amplios, más abiertos, más fraternos.
De fondo resuena esa "sensibilidad cuántica" que va reconciliando ciencia y fe: hay algo más, mucho más detrás de los fenómenos de la existencia micro y macro. La red en la que se entretejen nuestras vidas tiene más de tres dimensiones y todos, la humanidad completa, estamos invitados a decubrirlo, siempre y cuando abandonemos nuestras falasa seguridaes y nos abandonemos a la inteligencia del amor. Ya lo sabía Pascal: "el corazón tiene razones que la razón no entiende"
2 comentarios:
Hola Elena! De nuevo aciertas en la crónica de la película.Así ha dado ganas de ir a verla y en un día de lluvia!.A día de hoy todavía no tengo respuesta a que el corazón no atiende a razones y de ahí el estar aquí...Sigo sin preocuparme mucho de ello y amo la arcilla que llevo en mis manos... Y solo el Amor convertirá el barro en milagro...Al final todo saldrá bien, y si no, todavía no es el final...
Un saludo.Angélica.
ANGÉLICA... Gracias por amar tu arcilla. Perdón por no haberlo hecho yo mejor. Cuando quieras, hablamos. Un abrazo.
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