Manolo, Joaquín y María. Tres amigos, tres recorridos vitales que confluyen en el momento de defender a su pueblo del terrible ataque de una bandido monstruoso. Cada uno de ellos afronta ese momento desde la personalidad que ha ido creando, me explico:
MARÍA: desde pequeña no encaja en rol femenino que le quieren asignar. Es enviada por su padre a un internado para ser educada como una señorita. Regresa hecha una bella mujer y mucho más. María sigue siendo una persona con arrojo, luchadora, firme, con la cabeza bien puesta y nada conforme con la idea de ser una "mujer florero".
JOAQUÍN: hijo de un gran héroe nacional. Desde pequeño embelesado por el ejemplo de hombre valiente y guerrero de su fallecido padre y, por ello, nada reacio a colgarse medallas que no le pertenecen, eso mismo le llevará a aceptar ser tenido por héroe cuando no lo es y a parapetarse tras los poderes mágicos de la medalla que le regala maliciosamente Xibalba, el señor del país de los muertos olvidados. Con esa medalla Joaquín no sufre el dolor, es todopoderoso y ni la muerte puede alcanzarle. Esa medalla, simplemente, refuerza su ego, la imagen de si mismo que le agrada, la del hombre potente, intocable, vencedor siempre. Así se ve y así le ven en el pueblo, aunque sea haciendo trampa...
MANOLO: Hijo de un gran torero descendiente de toreros, Manolo siente, sin embargo, una predilección por la música y un total rechazo por el hecho de matar un toro. Manolo intenta conjugar las dos cosas como puede y vive por ello la continua tensión entre quien le dicen que es y quien él mismo siente que es.
Será la apuesta entre la Catrina y Xibalba la que movilice a cada uno de los tres amigos. En ese "juego" por el amor de María, cada uno irá viviendo un recorrido en el que se percibe esa tensión que todos/as vivimos entre lo que K.G. Dürckheim llamaría el "yo existencial" y el "Ser esencial". La lucha por el amor de María pone a Manolo y a Joaquín en movimiento, les hace actuar de una forma que irá desvelando progresivamente quiénes son de eras más allá de quien creen ellos mismo y los demás que son.
Joaquín logra desvelar su verdadero ser cuando le es arrebatada la medalla. Aquello que supuestamente le protegía estaba, en verdad, impidiendo su plena manifestación, le otorgaba una fuerza ficticia anulando su verdadera fuerza la que brilla en el gesto de amor y valentía de la escena final en la que está dispuesto a morir por Manolo.
Manolo llegará a vivir ese proceso de desvelamiento caminando por los dos mundos: el de lo muertos y el de los vivos, podríamos decir que Manolo es un verdadero Chamán: viaja al lugar de los muertos para liberarse y llenarse de fuerza y regresar así cargado de sabiduría a la tierra de los vivos para rescatar a sus amigos. Todo Chamán vive y realiza ese papel de "puente" entre dos mundos e incluso tres. El Chamán, la Chamana, ha visto algo más de lo que los demás pueden ver y aplica esos conocimientos para el bien espiritual y corporal del grupo. En el caso concreto del personaje de Manolo, el momento de su "despertar" acontece en la tierra de los muertos recordados cuando es obligado a torear los seis toros que mataron a sus seis antepasados. En el último toro, terrible, enorme, grotesco, Manolo vive su personal iluminación: no tiene miedo a matar al toro, tiene miedo de ser él mismo. En el mismo momento que lo reconoce puede terminar la faena pero, esta vez, con sus propias "armas" y escuchamos a Manolo cantar un bella canción a ese monstruo que se calma, se deshace y desaparece ante ese canto que sale del alma.
La película muestra así como cuando nos desnudamos de las falsas identidades que no son impuestas por el apellido, la cultura, la patria, etc, podemos descubrir quienes somos de veras y cuando eso sucede la aportación que podemos realizar en nuestro entorno es mayor, más real, más potente. Vivimos presos por imágenes mentales, pensamientos, ideas, "dogmas" de todo tipo que nos frenan, que nos hacen creer que somos quienes en verdad no somos.
Ese "canto del alma" de Manolo evoca la belleza, la verdad y la bondad que somos y que sólo consigue iluminar nuestra vida cuando somos curados del ego.
(Y...¡no me olvido de María, sólo que ella, la mujer ¡era la más sana de todos!)
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