Últimas horas del 2016. Siempre me estremece esta sensación de "fin de algo" e "inicio de otro algo" que conlleva el último día de diciembre. Me sorprende que siga inquietándome y hasta emocionándome porque esta frontera de fin de año es un puro espejismo, ficción de la mente humana, ya que la vida traspasa las fechas y los umbrales que nuestra mente necesita para comprender y ordenar las cosas. La Vida es un fluir continuo e ininterrumpido. Nosotros la parcelamos. Quizá la cuestión sea jugar este juego sabiendo precisamente que es un juego, nada más.
Y hoy me he levantado una tanto "unamuniana". Este bilbaíno fascinante, vasco universal, cristiano dolorido, genio apasionado, me ha asaltado desde la TV en la que ofrecían un documental de su vida. Unamuno me ha fascinado desde hace mucho. Cuando leo alguno de sus escritos me invade la sensación de estar escalando el Himalaya o de ser llevada a fosas abisales de hondura impensable para mí.
El resto de la mañana me asaltaba una y otra vez el pensamiento de lo huérfanos que estamos de más genios así... Nos faltan "Unamunos" como nos faltan "Ellacurías" o "Zubiris" o "Simones Weil"o "Marias Zambrano"... Anda nuestro mundo escaso de mentes y espíritus preclaros. Hoy todo es tan líquido... Toda idea o propuesta profunda es rápidamente transformada en producto de marketing, en libro de "coach", en moda, en algo fácil de devorar, consumir y copiar para poder pasar a otra cosa.
Hecho en falta en el escenario público aquella profundidad de pensamiento y vida de hombres y mujeres como los mencionados y otros/as más.
Es por ello, que, en este último mediodía del 2016 deseo homenajear a Unamuno y haciéndolo, abrir espacio en mí para lo profundo, para lo eterno, para lo que posee valor pero no tiene precio... Para la ESENCIA y lo esencial. Aunque ello me lleve, en medio del preludio de cotillones, confetis y cohetes a un cierto "sentimiento trágico de la vida". No puede ser menos: millones del personas en el mundo seguirán viviendo esta noche envueltos en hambre, enfermedades , dolor y abandono sin otro horizonte de esperanza que la esperanza en la bondad del ser humano. Urge despertar del sueño del falso estado del "bienestar" y entrar de lleno en lo que de verdad es real: no podemos salvarnos solos, nos tenemos que "universalizar".
La esencia de un ser no es sólo el empeño en persistir por siempre, como nos enseñó Spinoza, sino, además, el empeño por universalizarse, es el hambre y sed de eternidad y de infinitud. Todo ser creado tiende no sólo a conservase en sí, sino a perpetuarse, y, por ello además, a invadir a todos los otros, a ser los otros sin dejar de ser él, a ensanchar sus linderos al infinito, pero sin romperlos.
... Más, más y cada vez más; quiero ser yo, y sin dejar de serlo, ser además los otros, adentrarme a la totalidad de las cosas visibles e invisibles, extenderme a lo ilimitado del espacio, y prolongarme a lo inacabable del tiempo. De no serlo todo y por siempre, es como si no fuera; y por lo menos, ser todo yo, y serlo para siempre jamás. Y ser yo es ser todos los demás. ¡O todo o nada!
Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida.
2 comentarios:
Quizá sea porque Unamuno murió un 31 de diciembre (del año 36 en Salamanca)...
te animo a que escuches su testamento vital:
https://m.youtube.com/watch?v=EZcbhoq7iVU
Sí, Javi, después de escribir la entrada caí en la cuenta de cuándo murió, ¡qué cosas! GRACIAS.
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