La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 4 de enero de 2019

Verdaderos visionarios

En el libro del Apocalipsis, el apóstol Juan nos adentra en la  trepidante aventura de Dios y de la humanidad en su lucha contra el Mal. Se trata de un libro en clave de Revelación y, de hecho, su nombre proviene del griego apokálypsis  que significa "descubrimiento" o "revelación" y por eso mismo este libro es también conocido como libro de la Revelación. Apocalipsis era un género literario que se volvió común entre los judíos tras el exilio de Babilonia (587-535 a.C.).

Pese a lo que la mayoría de las personas creen, el Apocalipsis no es un libro sobre el final de las cosas, sino sobre el inicio de todas ellas. Génesis y Apocalipsis forman como la portada y contraportada de los diferentes libros de la Biblia, libros en los que se nos narran las peripecias humanas en medio de una historia de amor entre Dios y la Creación entera que "gime expectante  con dolores de parto aguardando la plena manifestación de los hijos e hijas de Dios" (Rm 8, 22).

Juan, obispo de Éfeso (Asia menor) se encuentra prisionero en la isla de Patmos por decreto del emperador Domiciano (81-96 d.C.) y escribe este libro para animar y consolar a los cristianos perseguidos con crudeza en las diferentes comunidades de Asia.

Lo hermoso de este libro y lo que hoy me parece algo a tener en cuenta, es que Juan escribe el Apocalipsis en un estado de trance sobrenatural es decir, su mente racional queda trascendida y lo que percibe, intuye y VE lo hace a través de una revelación recibida. En este punto merece la pena recordar lo que María Zambrano dice acerca de la realidad y de la revelación:

    TODO es revelación, todo lo sería de ser acogido en estado naciente. La visión que llega desde afuera rompiendo la oscuridad del sentido, la vista se abre, y que sólo se abre verdaderamente si bajo ella se abre a la par la visión. Cuando el sentido único del ser se despierta en libertad, según su propia ley, sin la opresiva presencia de la intención, desinteresadamente (...) Se enciende así (...) la visión como una llama. Una llama que funde el sentido hasta ese instante ciego con su correspondiente ver, y con la realidad misma que no le ofrece resistencia alguna.
                               (María Zambrano: Claros del bosque. Ed. Seix Barral, Barcelona, 1977. Pág. 51.) 

Para nosotros, hijos e hijas de un sociedad científico-técnica resulta casi imposible recibir abiertamente algo que proviene de una revelación sobrenatural. Sin embargo y paradójicamente, abundan en nuestro entorno los "adivinos" y videntes de todo tipo que incluso llegan a asesorar a "celebritis" y políticos... Pero precisamente no pretendo hablar de magia, sino de revelación en el sentido que señala Zambrano y hacia el que apunta Juan en el Apocalipsis: la visión como una llama que otorga luz para ver de verdad.

Y es que ahora, en estos primeros días del año, somos tantos los que nos hacemos propósitos de esto o de aquello: mejorar la alimentación, hacer deporte, retomar tal tarea que fue abandonada, reencontranos con... Pareciera como si un programa o aplicación preinstalada, se actualizara cada uno de enero y nos impulsara a releer y re-crear nuestra vida al inicio de un año, y lo hacemos en general casi sin enterarnos, año tras año...

Me parece que este acto casi mecánico de realizar "propósitos de año nuevo" es una forma como de andar por casa" que la Vida pone a nuestra  disposición para actualizar y poner en acción  una capacidad interior que todos poseemos pero que pocas veces ponemos a funcionar y que es "la mirada interior" que es capaz de correr el velo que nos impide "ver más allá", es decir de des-velar la realidad. Cuando esa mirada interior brota y se actualiza, podemos re-descubrior y re-leer la realidad. Pierde fuerza la mirada avejentada que ya se lo sabe todo, mirada escéptica que imposibilita la esperanza y la ilusión. Si para un cierto tipo de persona, como dice el libro del Eclesiastés "nada nuevo hay bajo el sol" en cambio el ser humano, que conecta y se enraíza en la esencia de su  ser, allí donde el Encuentro con Dios se hace posible, vive la experiencia de que brota en sí una mirada nueva: la mirada de la fe, que no es ver lo invisible, sino ver con ojos nuevos la existencia, verlo todo diferente, como expresa tan bellamente María Zambrano,  "verlo todo en estado naciente"

Y es aquí donde llama mi atención hoy el libro del Apocalipsis, porque en él Juan describe una realidad de dolor, llanto, destrucción y ataques a la vida, que no nos es, por desgracia, ajena ni desconocida; pero en medio de todo ello el apóstol escucha la voz de Dios que, con potencia indiscutible", asevera: "He aquí que hago nuevas todas las cosas". 

No puedo evitar en este punto, ejemplificar lo que quiero decir, aludiendo a un programa de televisión que encandila a nuestros chavales; "La Voz"... Alguien sube al escenario y canta, canta lo mejor que puede y sabe. Tres supuestos expertos en voz y canto escuchan de espaldas, no le miran y sólo girarán sus sillas si esa Voz les resulta interesante, atractiva, especial, potente... Me pregunto: ¿Que voz o voces hacen que yo me gire, que yo me mueva, que yo preste atención y cambie la dirección de  mi mirada? ¿Ante que voz o voces me mantengo de espaldas a lo que sucede, mirando hacia otro lado? ¿Qué voz o voces incluso "me levantan de la silla"?

Esta es la cuestión candente para un creyente: En medio de un mundo pleno de injusticia, en medio de informaciones diarias sobre todo tipo de ataques a la vida, en un mundo tejido de tal forma que la mayoría de la humanidad mal vive y muere víctima de las estructuras injustas que sustentan las naciones... ¿A qué voz presto atención y hacia donde dirige mi mirada tal voz: hacia la esperanza o hacia la desesperanza? ¿Hacia lo diabólico, es decir, lo que siembra división (Diábolos, διάβολος está formada de διά (dia = a través de) y βάλλειν (ballein = tirar, arrojar). Significa literalmente el que lanza algo a través o entre otros, de ahí el que separa o divide)? 

Creo que, más allá de hacer própositos de año nuevo repetitivos, podría ser algo a considerar, actualizar la mirada de la fe que nos capacita para descubrir eso "nuevo" que Dios crea pero que no acontece por arte de magia, sino cuando nosotros nos abrimos a recibir esa Gracia que nos capacita para ponernos manos a la obra en la creación aquí y ahora del Reino de Dios que es Paz, Justicia y Alegría. Sin acoger la revelación, es decir, sin mirar toda la realidad en estado naciente, nada de ello es posible.

Somos, pues, invitados a ser verdaderos "visionarios".




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