Este pasado fin de semana he vivido una auténtica "fiesta de la Amistad". El contexto no pudo ser mejor: ofrecer un concierto en la Nit de les Religions, una preciosa iniciativa del espacio interreligioso de la Fundación Migra Studium vinculada a la Compañía de Jesús.
En cuestión de horas, puede ver, abrazar, conversar con Amigos del alma. Algunos con los que mantengo un contacto diario telefónico, otros con los que me reencuentro de tanto en tanto. Y también pude reencontrarme con esos "amarillos" que diría Albert Espinosa, personas que caminan contigo un ratito, pero dejan huella.
En la pequeña capilla de Palau, tan bonita y acogedora, en el corazón del Barri Gótic de Barcelona, aconteció la magia de la Amistad mediada por la Presencia de Dios. Fue mágico compartir oración, canto y sonrisas con tantos seres especiales y queridos. Fue mágico sentirme tan querida.
Y, así, como digo, en cuestión de horas, recibí un auténtico "tsunami" de cariño, reconocimiento, ánimo, energía...
Aún me estoy "reponiendo" del "subidón". Aún conservo muy frescas las miradas, los abrazos, los besos, las presencias. Y resuena en mí un infinito GRACIAS a cada una de esas personas y a Dios por haberme regalado un Hogar infinito en el corazón de tantos buenos amigos/as.
¡Qué necesaria es la Amistad!. Sobretodo la que se gesta en los momentos donde uno se siente más vulnerable. Muchos de mis amigos/as han sido y son mi lugar donde reclinar la cabeza en momentos muy complicados de mi vida. Me han enseñado lo que quiere decir "acompañar".
¡Qué necesaria es la Amistad! Y más aun aquella que hunde sus raices en encuentro profundos, a "tumba abierta". No es la amistad de salir a tomar unas copas a la que me refiero, sino la que crece en conversaciones sin reloj en las que uno y otro abrimos nuestro corazón y acontence un encuentro sin máscaras de los amigos.
¡Qué necesaria es la Amistad! Más aún si se ha sido durante un tiempo largo un poco "peregrino" sin lugar fijo, un tanto a la intemperie. Ahora, en este tiempo más sedentario y protegido de mi vida, valoro más si cabe esas Presencias que me dieron un hogar cuando no lo tenía. Hogar humano, cálido, acogedor, incondicional.
Es la amistad, un hogar imprescinidble para el ser humano. Por eso, regresaba ayer a casa pensando en lo necesario que es que en nuestro mundo, las personas aprendamos a ser amigos. Lo importante que es no dejar que lo virtual elimine la experiencia del "tú a tú" con los demás a través del abrazo, la conversación, las risas, la mesa compartida, los paseos, las miradas, los besos...
Mis células están hoy relajadas y llenas de la energía recibida de tantos abrazos y besos como recibí el fin de semana, de tantos piropos, de tantas miradas que hablan. Lo noto. Es algo no sólo emocional sino físico y, eso, nuestros chicos y chicas no pueden perdérselo. Educar la Interioridad incluye aprender a ser amigos.
2 comentarios:
Gracias Elena! El encuentro de éste fin de semana ha sido un auténtico regalo. Constatar que la huella de lo que hemos vivido está muy viva, hay mucha fuerza en ello. Como bien dices ha sido una "fiesta de la amistad", lo describes muy bien. Yo me siento así como dices!
Gracias Pilar, por abrirme siempre tu casa y hacerme sentir en casa. La huella de lo vivido nunca desaparece cuando se graba en el corazón.
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