La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Ad-Viento: renace la Esperanza

Preparar caminos,
otear el horizonte,
esperar la Luz...
Juan Bautista.

Abrirse a la vida,
acariciar, gestar, cuidar
saberse habitada...
María de Nazaret.

Juan y María, enseñadme.
No quiero festejar aún la Navidad.
Quiero hacerme discípula 
de este tiempo de Espera,
tiempo de Escucha,
cuidando de lo que quiere nacer.

Quisiera yo, Juan,
tener el coraje de habitar sabiamente en el desierto.
Ahí, en el lugar de apariencia infértil,
de horizontes cambiantes,
aparentemente apartada,
pero conectada a todos,
saber anunciar la Vida y la certeza.

Quisiera yo, María,
atalantarme
y quedar totalmente abierta y anclada,
en incondicional Sí,
en inteligente Escucha,
a la Vida y a la Esperanza
en medio de tantos "imposibles".


No debo atolondrar el alma.
Toca ahora dejarme embarazar 
por la dilatada espera
y abrir mis oídos en obediente Escucha.

Se nos anuncia y se percibe la Ad-versidad
como desagradable Viento,
que empuja nuestras vidas
hacia la desesperanza.

María y Juan, escuchando con vosotros,
afinando la mirada,
acontece el Ad-Viento,
renace la Esperanza.

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