La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 4 de junio de 2021

De semáforos y códigos de circulación

Cada día, desde que comenzó esta pandemia, nos ofrecen "el semáforo Covid", ya sea por municipios, por comunidades autónomas, países... 


El semáforo fue uno de los instrumentos que el ser humano motorizado creó para ordenar el caos circulatorio, ya que hemos comprobado que hay quien circula "a su bola" sin mirar quien viene detrás, ni por un costado, ni por delante. Son los que viven a fondo el "yo soy yo y... mis circunstancias se las come otro". Así que un semáforo puede conseguir que se detenga quien de otro modo no lo haría o tenga más atención o precaución quien no ve peligro en nada o quien actúa desde "el que venga detrás que arree". ¡Medudo poderío el del semáforo! Aunque ya sabemos que también existen congéneres que no entienden de colores (daltónicos por elección) y adoptan el "yo a lo mío" sin semáforo que valga.

El "rojo" sigue siendo el color que te dice "¡quieto parao!", el ambar o amarillo o naranja (curioso que no terminamos de identificar bien ese color) nos dice que estemos atentos, preparados, el verde nos dice "adelante, sin miedo, vamos allá".

No puedo evitar recordar la canción que forma parte de la memoría de la infancia de tantísimos de nosotros: "El auto feo" (por cierto: compuesta por mi queridísmo amigo Leonardo Bottaioli y el creador del espectáculo para niños Pipo Pescador y traída a España por la familia Aragón). En esa canción, como un mantra, repetíamos  aquel famoso "¡rojo...¡amarillo! y...¡¡VERDEEEE!!", así varias veces. Ese momento de la canción nos mantenía atentos, como expectantes, era esa "parada" la que ayudaba a recuperar con más ganas y emoción el viaje en el "auto feo".

Pues me parece a mí que se nos "semoforeado" la vida y que ahí, frente al semáforo, es donde se demuestra nuestra capacidad o incapacidad de respetar al otro, de actuar desde el bien común, de autoregularnos. Me explico:

  • ROJO: mi libertad termina donde comienza la tuya. Básico ¿verdad? Sin embargo, parece olvidarse en tantas acciones y decisiones desde lo más cotidiano hasta lo altos estamentos. No, nos es fácil frenarnos, contenernos, para dar paso al otro. Parece que llega a molestarnos que "el otro" tenga sus derechos y que sean tan inalienables como los míos. Hemos creado una cultura de "mis derechos" pero en la que poco se habla de "mis obligaciones". En todo caso, es "el otro" el que está obligado a escucharme, a comprenderme, a no molestarme, a... Y yo soy quien ostento el derecho a todo ello. Creo que necesitamos reconciliarnos con ese "rojo" del semáforo que me indica mis límites, que me recuerda lo bueno de detenerme allí donde el otro necesita tener paso, respirar, sentirse respetado. Ese "rojo" debiera haberse adoptado, por ejemplo, hace muchísimos años en lo que a la explotación del medio natural y la contaminación se refiere, por mencionar una cuestión que pide ya un "rojo vivo" que nos detenga. Qué decir de los "rojos vivos" aplicados a los migrantes de modo forzoso e injusto...
  • AMARILLO (ámbar o naranja): Refrenarme es bueno, quedarme en "punto muerto" un ratito va bien. Incluso ahora, con los mototres "stop-start" el coche no gasta gasolina ni contamina en ese stand-by del "amarillo". Ahí mi mirada, mi oído, mis sentido se agudizan, se afinan para "ver más allá". En el semáforo vial el "amarillo" va detrásdel rojo. Creo que en el semaforo VITAL, el amarillo va antes del rojo: sólo si me refreno y observo, sólo si me acallo y escucho, sólo si afino mi percepción, sabré cuando y donde es bueno detenerme porque estoy entrando en terrenos en os que "el otro" no me ha dado permiso para entrar. El "amarillo" es bueno y sano. Aprendemos a colorear de amarillo y tener activo el ámbar en la vida a través de los procesos de silenciamiento, de escucha activa del otro. El "amarillo" entra en el campo de la verdadera contemplación que no es pasividad, sino activa pasividad que amplía el campo de percepción.
  • VERDE: saber cuando toca arrancar, meter marcha, avanzar y hacerlo junto con los demás y hacia los demás manteniendo el ámbar activado, no sea que tenga algo de daltonismo y equivoque los colores, porque, a veces ¡yo "estoy en verde" pero el otro no. En todo caso, el verde es el color de la vida de cada día porque estamos todos en movimiento e interacción lo queramos o no y ahí es donde cada uno ha de conocer los códigos vitales que permiten una circulación sin choques aunque de vez en cuando con rasguños y embotellamientos. porque, al final, la vida conlleva eso mismo: una mezcla de caos y orden donde tú y yo estamos durante mucho tiempo, circulando con una "L" de aprendices.


P.D: Obsérvese la "lección VITAL" que conlleva la canción. En la vida hay baches, en la vida hay curvas difíciles de tomar, hay carreras que afrontar "metiendo" la marcha pertinente... Interesante. Lo mejor: tener buen@s maestr@s en el camino.


4 comentarios:

Leonardo bottaioli. dijo...

Querida Elena, me has emocionado mucho, porque esa cancion-juego la hicimos para jugar y enseñar y obedecer. Hoy tu nos traes un Obedecer actual que es tan actual como aquella cancion que compusimos hace no menos que 47 años atras,toda una vida de carreteras que nos han llevado a destinos maravillosos, con grandes baches,con grandes sacrificios, con grandes curvas. Pero aqui estamos,en este nuevo cruce, gracias a la vida... que me has dado tanto...hasta la maravillosa amistad con Elena Andres, gracias por tu Ser, por tu Interioridad y por Estar. Vamos de paseo?

Elena dijo...

Sí, sí, sí, vamos de paseo, mi hermano del alma. Te quiero.
(Cómo podría haber soñado aquella niña que cantaba feliz con sus queridos payasos de la TV que llegaría a tener como uno de sus amigos más íntimos al compositor de esa canción...)

Pere dijo...

Amiga Elena, gracias!!!! Me ayudas con tu creatividad y tu buen hacer en el ámbito de la onterioridad en la escuela. Abrazos.

Elena dijo...

Gracias Pere por ser tan acogedor y amable conmigo.