La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Pasar el rato o entrar en el tiempo

Adviento: tiempo de espera...tiempo de Esperanza. 

Las personas no somos, en general, muy dadas a saber esperar. Es muy normal que mientras espero me entre una sensación como de "comezón" que me impulse a hacer algo para pasar el rato. Como quien a la espera del autobús que le lleve a casa, mira el móvil para pasar el rato o llama por teléfono para charlar y que el tiempo pase más rápido.

Pasar el rato es hacer algo para que el tiempo no se me haga eterno, para no aburrirme, para salir del tedio, para escapar de un "ahora" que me parece no tiene sentido o que se hace muy
pesado o soso...

Pasar el rato es intentar ir de puntillas por el tiempo que a mí me parece que "sobra"... Pasar el rato haciendo algo para no impacientarme o para, como digo, no aburrirme. Pasar el rato  crea la sensación de que el tiempo pasa más rápido cuando siento que ese tiempo debería ser más corto... Incluso hay quien para  que el tiempo pase más rápido, echa una cabezadita....

Pasar el rato es la forma de escapar de esa vivencia subjetiva del tiempo cronológico que hace que, lo que a mí se me pasa "como un suspiro" a ti se te haga "eterno". Sí, porque en la forma de vivir el tiempo, entra la subjetividad humana.

Parece ser que Dios,  también tiene su particular forma de percibir el tiempo: 

      Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día (2 Pe 3, 8)

Seguro que todos tenemos algún amigo o amiga "tardón", de esos que quedes a la hora que quedes, jamás llegarán a la hora acordada. Para quienes somos puntillosos con la puntualidad, tener un amigo así es una verdadera prueba de paciencia y de cariño. Llegar a tomarte con humor la impuntualidad del otro es una gran señal de amistad.

Pues,  las primeras comunidades cristianas, que vivían muy expectantes la segunda venida de Jesús (la parusía), también comenzaron a sentir que Dios era un poco como ese amigo tardón, que te dice que vendrá pero no sabes bien cuándo será. Creían que iba a ser tan inminente que Cristo regresara, que algunos dejaron de trabajar porque total "si ya viene en seguida...", vamos, que pensaron que la cosa era para "ya mismo" y se trataba de pasar el rato mientras llegaba.

San Pablo, observando este extraño "pasar el rato" no haciendo nada de algunos, dirá:

 "Cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado de que hay entre vosotros algunos que viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A esos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan" (2 Ts 3, 10-12).

Hay, pues, dos formas de vivir la espera: pasando el rato mientras espero que suceda otra cosa más interesante que mi propia vida o adentrarme en el tiempo y vivir consciente y entregadamente cada momento con el corazón conectado a lo que se espera para no estar dormidos cuando acontezca.

Me parece a mí que por ahí va la pedagogía del Adviento: dejar de pasar el rato e ir aprendiendo a entrar en el tiempo, pero en el tiempo de Dios que... ese es otro tiempo.

Y entrar en el tiempo de Dios creo que es aprender  a vivir desde esa espera esperanzada que no me exime de mi vida, de mis responsabilidades, que no  me pone en stand by, sino que, al contrario, despierta en mí un mayor dinamismo de implicación con mi vida y con toda vida por un aumento exponencial de la atención.

Así, clamar durante el Adviento "Ven, Señor Jesús", conlleva realizar las acciones pertinentes que realmente permitan que Cristo se haga presente en este mundo a través de mí. Para ello, el Hijo de Dios, cuyo nacimiento contemplaremos en Nochebuena, nos dejó una larga explicación de qué es seguirle y de qué supone que él nazca en mí. Pero lo de Jesús no fue un largo discurso ni un compendio de documentos, sino una VIDA vivida en todo con el Abbá y para los hermanos.


Pues, he aquí el "reto" del Adviento: o pasamos el rato a la espera de algo que no sabemos cuándo ni cómo será, o nos adentramos en el tiempo de Dios poniendo "pico y pala" en la construcción del Reino, y que, cuando el Amigo llegue, ¡que nos pille trabajando!



No hay comentarios: