La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 16 de junio de 2022

De gusano a mariposa: LOS MOMENTOS CRISÁLIDA

Cuando éramos pequeños, muchos de los que comenzamos a peinar canas, tuvimos en casa una caja de zapatos habitada por gusanos de seda. Pasábamos horas y días a la espera de que aquellos seres que devoraban hojas de morera como nosotros devorábamos nocilla, hicieran su crisálida misteriosa y, por arte de una magia natural, emergieran transformados en vistosas mariposas. Yo nunca tuve el privilegio de ver de cerca tamaño milagro, una pena...

Hoy, tras una conversación con un querido amigo, de pronto me ha asaltado este pensamiento: "SON BELLOS LOS MOMENTOS CRISÁLIDA, PORQUE SIEMPRE NACE UNA MARIPOSA".

Tras esa idea, ha aparecido otro pensamiento curioso. ¿Qué hace, cómo vive el gusano antes del  momento crisálida? El gusano come hojas, come y come sin parar, más bien devora. Y la pobre planta donde haya gusanitos devorando, queda bastante maltrecha y afeada... Vamos, que el gusanito, tan simpático él, es un ser devorador, depredador. Allí donde está, la belleza de una hoja, queda devorada, la pujanza de una planta, se debilita. Pero, evidentemente todo ser vivo necesita alimentarse para crecer y desarrollarse y más en los inicios de la vida.

Pero ¿Qué le pasa a este gusanito comilón tras su estancia dentro de la crisálida? Emerge transformado en mariposa. Ahora se manifiesta como un ser alado muy atractivo y grácil. Ahora, la mariposa que es, se alimentará también, pero en lugar de devorar y agujerear hojas, liba néctar de las flores y, al hacerlo, las poliniza permitiendo que germinen más flores. 

Y, he aquí el "meollo" de la cuestión: cuando hablamos del paso de gusano a mariposa y lo vemos como un símbolo encantador y precioso de la trasformación personal a la que todos estamos llamados, quizá olvidamos que hay un punto de inicio, un proceso y sólo después, una transformación.

El gusano soy yo en mi estado inconsciente, sin cultivo interior, con mucha autorreferencia y escasa atención a lo que no sea alimentarme, alimentar mi ego de mil maneras: con posesiones, fama, imagen, consumiendo experiencias... En ese estado es fácil que yo utilice a los demás, de alguna manera los "devoro" dejándolos exhaustos, o dañados... En mi fase gusano, en la fase gusano de una persona y de la humanidad, somos eso, devoradores, depredadores. El timón de mi vida lo lleva la pura necesidad, el centro está en mí y en lo que yo necesito. De niños somos así. Un niño, no obstante ser tan encantador, tan divertido, tan creativo, también se manifiesta a ratos como un ser egoísta y despótico que reclama atención continua. Pero en un niño, esa vertiente egoísta en algunos momentos es natural, forma parte de su proceso, como forma parte del proceso de llegar a ser mariposa, pasar por el momento gusano. Lo triste es cuando un adulto, que debería estar en otra fase, sigue siendo un niño o una niña auto centrada, llorona, quejica, egoísta, buscando sólo su propio querer e interés. Entones se manifiesta toda la potencia devoradora del gusano y pobre del que esté cerca...

La mariposa soy yo en mi estado consciente, evolucionado. Veo más allá de mí y de mis necesidades porque he emprendido el vuelo, he ganado perspectiva. Sí, como mariposa, también me alimento pero no es un devorar destructivo o hiriente sino un libar. Fijémonos en los tres significados que la RAE nos ofrece para este verbo:

1.Dicho especialmente de las abejasSorber suavemente el jugo de las flores.

2.Hacer la libación para el sacrificio o la presentación de ofrendas a alguna divinidad.

3.Gustar un licor paladeándolo.

Bueno, de las abejas quizá hable otro día, pero las mariposas también liban  y, como vemos, libar es sorber con suavidad, paladear y tiene algo de espiritual al significar también ofrendar. De alguna manera, llegar a  desplegar mi ser mariposa, me lleva a libar la vida, es decir, a gustarla internamente, sí, como decía Ignacio: "no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar las cosas internamente", o sea, lo que alimenta de verdad cuando se es mariposa, no es pegarse un atracón de hojas. En el estado mariposa, lo que te va a alimentar y dar fuerza para volar es paladear la vida, gustarla, tomarla a sorbitos dulce y suavemente, con calma y cariño. Al hacerlo así, todo contacto con otros, queda fecundado, queda fertilizado, como la mariposa que, tras libar una flor, pasa a otra y, en el camino, expande su polen y siembra, sin saberlo, la promesa de más flores

La mariposa realiza de modo natural, sin alharacas, una ofrenda de vida. Vive su corta vida, facilitando más vida, sembrando gratuitamente. Lo hace con elegancia porque simplemente es fiel a lo que es. 

A eso estamos todos y todas invitados. Todos llevamos dentro una mariposa capaz de volar y de libar la vida con dulzura. Todos llevamos dentro la capacidad de vivir de tal modo que dejemos un legado de vida y no de muerte.

Pero se nos suele olvidar algo: para vivir así, necesitamos atravesar el momento crisálida, y quizá no una sino muchas veces. Porque a la que nos despistamos, reaparece el gusanito y nos devuelve a ese momento devorador auto centrando.

EL MOMENTO CRISÁLIDA: conlleva morir a lo que no soy para nacer a lo que soy. Triste resulta que tantos y tantas en este mundo nuestro, crean que nuestro único, definitivo y definitorio estado es el de gusano. Hay quien no sabe que lo del gusano es un momento, una fase, pero que el estado permanente al que somos llamados, es decir, nuestra esencia, es grácil, bella y suave como una mariposa.

El momento crisálida supone primero, pararse, dejar de devorar, después esperar  e ir dejando caer pieles muertas, falsas identidades, miedos enquistados, excusas y medias verdades. Es por eso que  muchos no damos ni la más  mínima oportunidad a la creación de la pupa o crisálida. 

Y he aquí otro dato sorprendente, instructivo, sugerente: que se llame "pupa" a la etapa entre el gusano y la mariposa. O sea que, algo duele, vamos que no es tan romántico eso de llegar a ser mariposa porque parece que hay que atravesar un "momento pupa", un momento, más o menos largo, más o menos intenso, de crisis, de dolor, de caos, de sentirte fuera de tu zona de control. Llamémosle como queramos, pero lo cierto es que llegar a ser mariposa para el ser humano, no es cuestión de poco tiempo, requiere proceso, pide querer entrar en la crisálida y quedarse así, como un tanto o muy "colgado" y así, colgado de un hilito y vulnerable, abandonarse, entregarse a esa pasividad en la que algo nace desde dentro y nos transforma radicalmente por fuera.

Sí, son bellos los momentos crisálida, porque siempre nace una mariposa.







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