¿Esperanza en un mundo herido? Sí, radicalmente sí. El ser humano porta en sí un anhelo de sentido que tiene mucho que ver con una mirada esperanzada hacia sí mismo y hacia la vida.
Tristemente no es nada nuevo que en el mundo haya una mayoría de seres humanos que sufren por múltiples motivos, pero todos derivados del egoísmo humano. No es nuevo que haya hambre, guerras, injusticias de todo tipo.
Junto a lo anterior, tampoco es nuevo que existan tantísimas personas que entregan su vida en pro de la justicia, de la ayuda al prójimo.
Ante la grandeza y amplitud del campo de acción del Mal, uno puede decidir cerrar los ojos, a modo de avestruz, hundir su cabeza en su pequeño agujerito vital y seguir viviendo un "carpe diem" que le evite la sensación de incertidumbre y horror que puede causar mirar de frente el dolor del mundo.
Pero hay otra forma de afrontar esta realidad ambivalente de la existencia. Señalo tres acciones a realizar, no son las únicas, pero hoy las subrayo por si me ayuda y te ayuda.
En primer lugar , identificar en uno mismo dónde se le da acogida y amparo al mal. En lenguaje cristiano, se trata de reconocer mi pecado individual. Esta capacidad para desenmascarar mis tinieblas interiores y aquello que en mi vida concreta secunda y aporta algo al mal que veo fuera de mí.
En segundo lugar, optar claramente por situarme del lado de todo aquello que frena o puede frenar de algún modo ese mal. Eso acontece en el terreno de tantas "pequeñas-grandes" opciones personales y familiares.
En tercer lugar, y en ello quiero centrar mi reflexión ALIMENTAR LA ESPERANZA. La cuestión quizá sea si puede alimentarse la esperanza cuando todo alrededor parece invitar a la desesperanza.
Aquí van cuatro humildes propuestas para alimentar la esperanza a modo de las cuatro velas de la corona de Adviento.
1. NO ALIMENTES LA QUEJA: Quejarse es normal y tenemos derecho, pero quejarse por todo y en todo momento crea un ambiente oscuro, limitado en el que yo me voy transformando en un ser "quejoso" cuya energía vital sólo se moviliza para ver el lado oscuro de las cosas.
2. FOCALIZA TU MIRADA: Intenta crecer en consciencia de hacia donde diriges tu mirada. Sin caer en buenismos vanos, ejercítate en orientar tu mirada hacia las personas, ambientes, iniciativas que traen luz y esperanza a este mundo nuestro, sea en tu contexto cotidiano o en el ámbito mundial. Los medios de comunicación raramente los ponen en portada, pero tú puedes realizar un ejercicio consciente de ir en busca de las buenas noticias.
3. OPTA POR LAS SOLUCIONES. Lo sabemos, pero lo olvidamos: es más fácil señalar los problemas, que proponer soluciones. Sin embargo, tener la capacidad de crear dinamismos de mejora y solución de los problemas que detectamos, genera en nosotros un aumento de la creatividad y una atmósfera personal y grupal más abierta y esperanzada que favorece que los problemas y dificultades se puedan afrontar con mayores dosis de esperanza.
4. SILÉNCIATE: El exceso de palabras propias y ajenas puede nublar nuestra mirada, más aún si en nuestro entorno la queja y el escepticismo son algo omnipresente. En ese caso, es muy necesario el silenciamiento. Para ello medita, ora, sal a la naturaleza, escucha buena música... Se trata de cuidar los espacios en mi vida personal que me permitan entrar en otras honduras donde la mente deja de ser la protagonista y se abre la mirada interior. Sólo la mirada interior permite captar niveles de comprensión de los sucesos más allá de los tópicos que genera nuestra mente.
Y, COMO ACTITUD QUE RECOGE TODO LO ANTERIOR: ¡"ADVIENTA" TU VIDA!: Es decir, permite que en tu vida exista un espacio para la espera. Todo no cambia de un día para otro, las soluciones no aparecen de forma inmediata, incluso puede parecer que no habrá cambio ni mejora posible. Otras veces es preciso el proceso de "tanteo-error": lo que parecía mejorar en el ámbito personal, familiar, o social, vive retrocesos y bloqueos. Entonces se trata de reconciliarnos con la espera activa que poco o nada tiene que ver con la resignación, sino con la aceptación pacífica de nuestros límites.
Quizá eso es la esperanza: mantener la llama encendida aun cuando parece que la tiniebla gana terreno. Esa pequeña llamita siempre, siempre, rompe la noche...¡ADVIENTA TU VIDA"