La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 30 de abril de 2025

Enciende mi luz...



Tras la muerte de Jesús, los discípulos estaban encerrados por miedo... Encerrados, a oscuras, puertas y ventanas cerradas, manifestación de estar sin luz interior. Huérfanos de su Maestro, temerosos de represalias... Ese encerramiento da paso a la apertura y la luz con la experiencia de la Resurrección. JESÚS aparece en medio de ellos y les dice: PAZ A VOSOTROS. 

Cada discípulo hubo de procesar la experiencia de la resurrección de una manera. Las mujeres lo proclamaron, los varones dudaron y necesitaron que Pedro lo confirmara. Tomás necesitó ver para creer y tocar...

Pues confieso que yo me siento un poco así, como los discípulos, una tanto encerrada por temor a que los pasos de apertura de Francisco se vengan abajo. Me inquieta mucho qué pasará con el proceso sinodal. 

El tremendo apagón, que aquí en Irun no duro sino cuarenta y cinco minutos, me permitió poder asistir a la eucaristía en memoria del Papa en la catedral del Buen Pastor en Donostia. No pude dar el curso online previsto, así que nos fuimos mi marido y yo allí.

Para entrar en la catedral, se pasa bajo la Cruz de la Paz de Chillida... PAZ A VOSOTROS...

Había una imagen preciosa de Francisco... No podía mirarla sin echarme a llorar porque sigo sintiéndome huérfana, a la intemperie.

El modo celebrativo lleno de inciensos y oropeles sacerdotales no me ayudó mucho, la verdad. En un momento miré el cuadro de Francisco y recordé el nombre de la catedral: el Buen Pastor, que es lo que fue este Papa. No perfecto, sino Pastor. 

Y al ver el cirio Pascual, vi mi "apagón" y la Luz que no se apaga nunca. Mi apagón y la promesa de Jesús: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Sentía mi apagón y recordaba que Jesús nos llama "sal y luz".

Conecté con todos los lugares y personas del mundo que apagamos con nuestro egoísmo, descuido, cobardía y deseé con todo mi ser brillar, ser luz, aunque sea una luz chiquita. Una luz débil pero unida a otras muchísimas lucecitas...

Para recuperar la electricidad en España y Portugal hablan de que había que ir encendiendo por zonas, como en cascada Así es: la luz se apaga con facilidad, volver a iluminar las tinieblas cuesta. Como los discípulos, cada uno necesita vivir sus procesos. Algunos nos vamos hacia Emaús, otros necesitan tocar y ver, otros sólo escuchan a determinadas personas... Pero lo importante es que cada uno viva el recorrido que le permita acoger la Luz que nos habita. Nadie puede iluminarlo todo ni iluminar a solas. Nos necesitamos y en eso insistió mucho Francisco. La Iglesia "oficial" debiera ser la gran "colectora", cuidadora y distribuidora de LUZ.  

Y recordé una canción que compuse hace unos años: "Enciende mi luz, que no se apague mi luz, quiero brillar en cada noche de la humanidad"

Yo le pido a la Iglesia diocesana y universal, que acoja todas la luces, que lo importante es la Luz, no de donde viene. Que, de lo contrario, nos apagamos y no está este mundo nuestro para más apagones.

¡HÁGASE LA LUZ!


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