La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 6 de abril de 2012

¡GRACIAS!

Mi trabajo es un privilegio y trae consigo siempre el regalo de poder conocer personas increíbles y vivir experiencias que me enriquecen sobremanera. Esta semana santa estoy viviendo la gozada de compartirla con un grupo de hermanos de La Salle de la zona de Andalucía. Estamos en Sevilla (por cierto, que es cierto que "la lluvia en Sevilla es una maravilla") compartiendo un retiro que termina hoy. Ayer celebramos el Jueves Santo de una forma sencilla y deliciosa que nos dejó este regalo, la acción de gracias que escribió el hno. Manolo Ramiro, todo un poeta, hombre profundo y sensible. Le he pedido permiso para compartirla con quienes leéis este blog porque creo que a todos os hará bien, como a mí me lo ha hecho. ¡GRACIAS!


“Niño, ¿qué se dice?”… Lo recuerdas, ¿verdad? ¡Cuántas veces nos lo repitieron nuestras madres! ¡Hay que decir “gracias”; hemos de ser agradecidos; hay que dar las gracias.
Lo cierto es que, a través de un extraño proceso, muchos hemos terminado pensando que nos lo merecemos todo y que todo nos pertenece por derecho. Y se nos ha ido apagando, quizás, el sentido de la gratitud mientras crecía, fortaleciéndose, el de la exigencia. ¡Qué ceguera, Dios mío!
Sí, Señor, porque si abrimos bien los ojos; si miramos con profundidad a nuestra vida, descubrimos con asombro y humildad que todo es don; que todo es gracia. Y nos viene enseguida a la mente la reconvención de nuestras madres: “Niño, se dice, gracias.”
Lo acabamos de oír; lo acabamos de contemplar; lo acabamos de vivir: Jesús, elevando los ojos al cielo, te dio las gracias, bendijo el pan y se lo pasó gratuitamente a sus discípulos, diciendo: Haced esto en memoria mía. O lo que es lo mismo: entregad la vida a los demás. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
Es tan abrumador tu amor, son tantos y tan extraordinarios tus detalles –“¡qué detalles, Señor, has tenido con nosotros¡”, “si los cuento son más que arena…  si los doy por terminados, aún me quedas Tú”- que, como dice la canción, “¡no sé cómo alabarte, ni qué decir, Señor!”.
En esta tarde sagrada de Jueves Santo te doy gracias por todo; porque Tú eres, Señor, para nosotros, bondad sin límite, pura misericordia, sobreabundancia de amor…
Permíteme, Señor, poner nombre a tus detalles; señalar tus gestos de amor; y subrayar, a bote, pronto –“de la abundancia del corazón habla la boca”- sólo algunos:
*      La vida, que Tú nos regalas y que nos invitas a vivirla y repartirla gratis y en abundancia.
*      La ilusión de ser útiles para los demás: nuestros hermanos, nuestros chavales, sus padres… las personas todas que pones en los cruces de nuestros caminos.
*      La esperanza unida al trabajo por un mundo mejor, una sociedad nueva, una Iglesia más evangélica… que son tarea y gracia para nosotros.
*      El amor que nos manifiestas en la acogida, la sonrisa, el perdón… de quienes comparten su vida con nosotros.
*      La hermosa vocación a la que nos llamas; la estimulante misión que nos encomiendas; los corazones de los niños y jóvenes a los que tenemos que tocar con tu ternura.
*      La familia: nuestros padres ya mayores, y nuestros hermanos que luchan la vida entre sufrimientos y gozos; ellos nos enseñaron y nos enseñan que vivir es convivir, sí, pero sobre todo, desvivirse.
*       Y la comunidad, que es nuestra familia; y la fraternidad que cura nuestras fragilidades y nos hace humanos y hermanos. La fidelidad trabajada de los mayores y los sueños, a veces ingenuos, de los jóvenes.
*      Y en la comunidad fraterna, el silencio elocuente que habla, y la palabra sencilla y valiente que acoge, aúpa, reconoce…  nos ayuda a crecer y nos lanza al compromiso.
*      La Palabra con mayúsculas –tu Palabra- que es vida, luz, fortaleza, y sentido en nuestro peregrinar. Que nos orienta y nos abre caminos.
*      La Eucaristía –tu Cuerpo y tu Sangre- encuentro contigo, el Dios que salva, y compromiso con el hermano que busca y necesita salvación.
*      Tu vivir y morir para los demás. Tu vida que muere, entregada como el grano de trigo; y tu vida resucitada que provoca un incendio incontrolable de vida. “Os he dado ejemplo para que así lo hagáis también vosotros”.
*      Tu fe en nosotros; tu confianza; tu quedarte con nosotros, tu ser para nosotros, tu estar en medio de nosotros… de rodillas, a veces, lavándonos los pies, pero siempre “como quien sirve”.
*      Y hoy te damos gracias por María, la Madres, y su sí incondicional a tu plan de salvación; por Juan de La Salle y por los Hermanos y educadores que siguiendo su estela te aman y te sirven en los niños y jóvenes necesitados de amor y de sentido; hambrientos y sedientos de salvación.
*      Y por Agustín, Pepe, Jesús, José Luis, Saturnino, Antonio, Miguel, Crescencio, Juan, Valentín, el cura Esteban… con quienes tenemos la suerte de compartir tantas cosas. ¡Son tan buena gente!
*      Y por Elena y su hondura espiritual, sus palabras vividas, sus canciones y su guitarra… que nos ayudan a vernos por dentro; que acortan el espacio inexistente entre Tú y nosotros.
*      Y por el agua, el sol, la brisa, el alimento, el vestido, la salud, el descanso… esos dones que apenas apreciamos, ¡tan acostumbrados estamos a ellos!
*      Y en estos días, te damos gracias por Juliana de Norwich y sus revelaciones. Ella nos recuerda que Tú, nuestro Dios, eres Hermano, y Padre y Madre; y amor y paz; y cuanto es bueno y consolador. Y que eres creador, protector y amante. Que nos haces dulces y humildes. Y que estamos misericordiosamente encerrados en tu dulzura, en tu mansedumbre, en tu benignidad. Que estamos seguros y salvados por tu misteriosa protección, de manera que no pereceremos…
Te doy gracias, Señor, por todo; y porque todo, sea lo que sea, acabará bien; porque aunque a veces se nos antoja estar aplastados bajo el peso de las tinieblas y de la muerte… ¡estamos amenazados de resurrección!
“Niño, ¿qué se dice?”. “Hermano, ¿qué se dice?...
Vivid, nos recomienda el apóstol, dando gracias siempre y por cualquier motivo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
“Gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, a los de matrícula y sobresaliente, y se lo has revelado a los pequeños e ignorantes –a nosotros- que apenas si raspamos el aprobado. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien”.
GRACIAS por todo, Padre, Madre, Hermano… Dios.

2 comentarios:

Andrés dijo...

¡Feliz Pascua de Resurrección para todos¡
Desde la zona lasaliana del noroeste de España y Portugal, GRACIAS Elena por lo que seguimos compartiendo juntos. Me alegro mucho que tú y los hermanos de Andalucía os hayáis sentido muy bien. En tus palabras y en las de Manolo Ramiro se percibe. Comparto el gozo pascual con vosotros. Somos iglesia que sale de sus capillas particulares y abre el corazón al compartir cristiano que es mesa compartida, casa de todos.
Algunos lasalianos de esta zona noroeste también hemos celebrado la Pascua en nuestra casa-monasterio de Bujedo (Burgos). Doscientas personas (niños, jóvenes y adultos) de los colegios y comunidades de La Salle, de parroquias de Burgos, Madrid y otros lugares de nuestra geografía... Otra gozada fraterna y pascual.
Ahora nos toca resucitar cada día...

Elena Andrés Suárez dijo...

Querido Andrés:

Que la Paz y la Luz del Resucitado sigan inundando tu vida y la de todos y todas. Ciertamente salimos de nuestras "capillitas" para construir una fraternidad-sororidad universal. Me siento cada vez más unida a vosotros, al espíritu lasaliano tan actual, tan hermoso, tan fraterno. En mi casa tengo ahora un "hermanito de La Salle", un muñequito precioso que hace que no me olvide ni un día de presentaros ante el Padre/Madre que nos ha unido. Un beso grande.