Aquí estoy, sentada en un nuevo espacio exterior. Espacio bello, luminoso que sugiere tantas posibilidades... Me siento y me vivo bendecida, afortunada, privilegiada en medio de tantas situaciones personales dolorosísimas.
Cierro los ojos percibiendo como esa belleza exterior queda impresa en mis retinas y realizo un acto de voluntad: quiero reconstruir también mi espacio interior. Un deseo recorre mi piel y mi pensamiento y se ancla en mi corazón. Un deseo de renovación, de mudar la piel, de ir más allá de lo conocido, de volver a aventurarme sin precisar mapas, mecida tan solo por la confianza del corazón: "si la confianza de corazón estuviera en el inicio de todo, tú llegarías lejos, muy lejos".
Nuevos contornos externos, más bonitos, más silenciosos, más amplios. Mejores materiales de construcción. Más calorcito. Más comodidades. Posibilidades en cada rincón. ¿Podría ser esa la descripción hoy de mi interior?
Quiero reconstruir mi espacio interior. Nunca nada es definitivo. Nunca nada es para siempre, sólo el Amor. Todo fluye, todo cambia "y si todo cambia, que yo cambie no es extraño".
Hoy más que nunca, "interiorismo" e interioridad... ¡se unen!.
¡Bienvenida a la República inter-dependiente de mi Casa!
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