Hoy miles de educadores/as regresan a las aulas. Con ilusión y algún que otro miedo (no es para menos, ¿quién sabe cuál será la próxima propuesta del ministro de educación de turno o los próximos recortes o...) ahí están ellos y ellas hoy, con el moreno color de piel de los días de playa o de monte quien haya podido, con fotos, con anécdotas veraniegas. Ahí están abriendo sus vidas a los nuevos/as alumnos/as que en pocos días formarán parte de sus días, de sus vidas. Hoy retoman la labor cotidiana de programar, re-pensar, organizar y soñar el proceso educativo que durará nueve meses, todo un embarazo.
Este inicio de un nuevo curso tiene lugar en medio de un río de seres humanos que buscan refugio, paz, poder vivir. El drama de los refugiados que pone en "jaque" la respuesta humana de los líderes políticos europeos incapaces de ir más allá de lo "políticamente correcto" y permaneciendo en respuestas lentas, mediocres y, como en el caso de la alambrada austriaca, inhumanas.
Sin embargo, en Alemania, los/as ciudadanos/as de a pie están mostrando el verdadero rostro de la ciudadanía alemana y, quiero creeer, europea. un rostro verdaderamente humano.
Además de en el seno de la familia ¿dónde más puede el ser humano aprender el interiorizar comportamientos verdaderamente éticos que nazcan del convecimiento de que absolutamente toda vida es sagrada? Hoy la Escuela tiene ante sí otro reto más en el que lleva mucho teimpo empeñada pero que hoy urge explicitar: ayudar a los niños y jóvenes a crecer desde dentro para que la empatía, la generosidad, el respeto por la vida, queden enraizados en un interior lúcido e inteligente.
Queridos/as maestros/as: GRACIAS por todo cuanto habéis aportado y aportaréis en la creación de un mundo más justo, más humano.
Por todo ello comparto este artículo de El Diario.es
Impresionante demostración de
solidaridad de los alemanes en apoyo a los refugiados
- La sociedad civil rescata a los refugiados de la dejadez institucional en Berlín y evita una crisis humanitaria
- Familias alemanas les acogen y grupos de voluntarios reparten agua o mantas en los asentamientos
- Pancartas en los estadios de fútbol o portadas de periódicos locales piden ayuda para dar una buena "bienvenida" a los refugiados
Carmela
Negrete - Berlín
31/08/2015 - 15:04h
Un hombre sirio inmortaliza el
momento desde el autobús. Graba la agitación de las flores amarillas, el
balanceo de los carteles en los que se puede leer "bienvenidos" en
diversos idiomas. Se escuchan gritos y aplausos. Decenas de personas se
congregan para acoger a los que huyen de la guerra. Ellos lo agradecen y así lo
hacen saber. Al fin, están a salvo. Este vídeo choca con la imagen de los
ataques de grupos neonazis a varios centros de acogida en distintos puntos del
territorio germano. Menos visible pero muy presente, el movimiento a favor de
los refugiados se extiende por todo el país.
Es la otra cara de Alemania que
se encuentran refugiados como la familia de Sinpan y Rawed. Después de todo lo
que han pasado, todavía sonríen. Han conseguido su objetivo. Ya solo les falta
cruzar la barrera elevada por el personal de seguridad. Van saliendo a la de
uno, dos, tres, cuatro, cinco... stop. Los siguientes de la fila son los
hermanos y primos de ambos. Una familia entera kurda que ha dejado atrás todo
lo que tenían para huir del horror de la guerra en Siria. Su ciudad, Hasaka, se
había convertido en un lugar demasiado peligroso, así que la familia vendió sus
pertenencias y se puso en camino hacia Alemania, donde los dos primos llevan ya
casi un año viviendo. "Cuando llegaron dijeron: ¿y esto es Alemania?",
se ríe Rawed.
La familia de Sipan y Rawed
Mohammed, bebé incluido, vino a Alemania en escondida en un camión.
El viaje fue horrible, cuentan.
Las mafias les cobraron unos 8.000 euros por cabeza y les trajeron escondidos
en un camión. Un transporte similar al que estos días ocupaba
las portadas de los diarios con decenas de refugiados que habían fallecido en
su interior asfixiados. Un viaje peligroso a merced de las mafias ante la
inexistencia de rutas legales para ejercer su legítimo derecho al asilo.
Llegaron el día anterior y han tenido suerte de que esta misma noche la podrán
pasar en un albergue de emergencia. Después de todo el día esperando, por fin
pueden abandonar el jardín de la oficina de asuntos sociales.
A este lugar, situado en el
barrio berlinés de Moabit, vienen cada día alrededor
de medio millar de refugiados a inscribirse como tales para comenzar el
largo proceso de la solicitud de asilo ante la burocracia alemana. Desde aquí
son enviados a albergues provisionales distribuidos por todo el país. Durante
todo agosto se han visto escenas delante de esta oficina más propias de países
no industrializados y empobrecidos: familias enteras, niños, bebés, personas
mayores y enfermos durmiendo al raso. Sin comida ni agua siquiera.
Sin agua en pleno agosto.
Familias enteras haciendo cola toda la noche y todo el día, durmiendo incluso
en la cola. Pero alguien puso el grito en el cielo en Twitter y de la noche a
la mañana se organizó el reparto de agua que tanto necesitaban los refugiados.
Voluntarios cocinaban para ellos lo que ciudadanos de Berlín traían para donar
de forma altruista. Durante unas dos semanas la organización Moabit hilft
(Moabit ayuda) fue prácticamente la organización que coordinó el trabajo de los
cientos de voluntarios que han pasado para regalar tiempo y fuerzas a los
recién llegados.
A raíz de la presión de dichas
organizaciones, la oficina de asuntos sociales instaló un grifo para que los
refugiados puedan beber pero que en realidad, está sirviendo también para
asearse. Además reparten vasos y botellas de agua. La comida sigue llegando de
los voluntarios aunque ahora han prometido que a partir de esta semana será una
empresa quien se encargue de prepararla con cargo al erario público.
Solidaridad autoorganizada en
la capital de la burocracia
Todo el mundo sabe que la
burocracia alemana es una de las más complejas del planeta. Para todo hay
formularios, cada ámbito de la vida está legislado de manera minuciosa. Y sin
embargo, estos días, Berlín parece haberse olvidado de los protocolos
tradicionales más básicos. Las personas se organizan a través de Facebook,
Twitter, crean documentos de Google compartidos en los que van escribiendo las
necesidades de cada lugar.
De esa forma es como Leticia y
Jacob, de Valencia y Alicante, pero residentes en Berlin, se enteraron de lo
que estaba pasando y decidieron presentarse voluntarios. Unas veces reparten
agua y comida. Ropa, mantas. Hacen de payasos para los críos. Ante la inacción
de las autoridades, los berlineses se han puesto a ayudar a destajo.
Sin embargo, la carencia de
asistencia a los refugiados conlleva no pocos riesgos para su salud y para la
salud pública. El presidente del colegio de médicos alemán, Ulrich Montgomery,
ha advertido en declaraciones al diario Hamburger Blatt que en
las instalaciones de emergencia reina la confusión, que el servicio público
de salud no cuenta con los recursos sanitarios suficientes para momentos de
crisis como este y que cada refugiado debería ser examinado por un médico
dentro de los primeros tres días que esté en Alemania. "Es inaceptable que
un país rico como Alemania esperemos tres meses para una revisión médica para
aclarar casos de tuberculosis, una enfermedad muy peligrosa y de alto
contagio".
Así que los médicos se han
autoorganizado también. Su colegio envió una misiva a la que han
respondido mas de un centenar de facultativos que, de forma voluntaria, se van
turnando para atender a los refugiados. Ya han conseguido que al menos un
médico sea remunerado para casos de emergencia. "Algo completamente
absurdo", asegura el personal médico. A partir del lunes, sin embargo,
después de varias reuniones con el Ayuntamiento y el Estado, han prometido
crear un punto de atención sanitaria para que los médicos puedan atender de
forma adecuada las emergencias, recibiendo para ello alguna de las salas que
Cáritas tiene en el edificio.
Otras personas se han acercado
también a mostrar su solidaridad, como Imsa Höppner, que se acercó un día a
llevar agua y quedó tan impresionada que mandó a sus amigos y conocidos una
petición por Facebook para que donasen a los refugiados. Fue así como comenzó
una aventura a raíz de la cual ella y las personas que se han ido sumando
han repartido ya unos 300 paquetes de bienvenida: una manta, artículos de
aseo y frutos secos. Entretanto, Imsa siente que el proyecto se ha vuelto algo
demasiado grande que no le deja tiempo para respirar, por lo que también ella
opina que todo esto que están haciendo es una tarea del Estado.
Por todo Berlín los grupos de
apoyo a los refugiados recogen todo tipo de material que puedan necesitar,
desde artículos de necesidad básica e higiene hasta
otros más singulares como laca de uñas o
tinte para el pelo. Los mensajes de solidaridad se repiten a lo largo
del país. Hasta los estadios de fútbol han dado la bienvenida a los refugiados
a través de pancartas desplegadas en las gradas. Los clubes invitan a grupos de
jóvenes sirios a los partidos y los hinchas reivindican ayuda para ellos.
El periódico
sensacionalista Bild se ha unido a las muestras de apoyo y a las
exigencias de dar respuesta a la crisis humanitaria que ha llegado al interior
de Alemania. Su portada del 29 de agosto fue un llamamiento en favor de los
refugiados.
Objetivo: ningún refugiado al
raso
Una de las acciones más
llamativas de solidaridad con los refugiados está siendo la acogida de los
mismos en casas particulares. Hay proyectos como la web Refugiados bienvenidos en los
que las familias o pisos compartidos interesados pueden inscribirse. La
organización les pone en contacto entonces a los refugiados, con tanto éxito
que se encuentran colapsados por peticiones. Incluso
un diputado del partido de Merkel, la Unión Cristianodemócrata (CDU), ha
recogido a dos refugiados de Eritrea en su casa.
Pero para un periodo mas corto de
tiempo tampoco faltan voluntarios. Bern Pickert, que trabaja en la sección de
internacional del diario Tageszeitung ha acogido en su casa a cinco refugiados
para que no pasen el fin de semana al raso. "No será la ultima noche que
haga esto", asegura. El lunes se levantarán muy temprano para estar en la
cola antes de que abran las puertas. "Se ha formado una red de personas que
se divide el trabajo. Por ejemplo, yo los acogí pero los trajo otra persona que
presta servicios de transporte voluntario". Pickert cree, al igual que la
totalidad de los voluntarios con los que ha podido hablar eldiario.es, que el
Estado "está interviniendo de una forma insuficiente a la situación que
estamos viviendo". Además asegura que éste es el momento en que Alemania
realmente "debe demostrar qué clase de sociedad y de país quiere
ser".
Moteah viene de Siria, Mohamed de
Iraq, Nourdin de Egipto, Zied y Anis de Túnez. Tienen un largo viaje a sus
espaldas y han aprovechado la oportunidad sin reparos: "Ayer durmieron
hasta el mediodía, estaban muy cansados". La cena de bienvenida es una
barbacoa "halal", es decir, sin carne de cerdo, en el jardín. Tienen
suerte y lo saben, por eso a pesar de sus traumas y de las dificultades
vividas, además de que no hablan alemán ni Pickert habla árabe, sonríen y
tratan de ser amables.
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