Cuando llega el verano todo son celebraciones y deseos de que sea un tiempo de descanso, desconexión de las prisas, tiempo de vivir las cosas al ritmo que nos va bien y nos hace bien y de poder hacer todas esas cosas que durante el curso afirmamos no poder hacer.
Me parece a mí que ni siquiera en verano somos capaces de cumplir esos deseos y nos vemos demasiadas veces imbuidos de las mismas prisas y acumulación de muchos "tengo que..."
Y, cuando septiembre nos susurra aquello de "el final del verano llegó", nos entra una extraña tristeza, una gran pereza y comenzamos a soñar con las siguientes vacaciones.
Vivimos distraídos, traídos fuera de nosotros, explorando en tierras ajenas en busca de lo que en abundancia crecer dentro de nosotros: la PAZ.
Todo es ya como tiene que ser en este instante preciso. Eso no quiere decir que no recordemos el pasado ni que prescindamos de imaginar el futuro. Simplemente quiere decir que la vida es ahora, no ayer, no mañana, "ahora es tiempo de gracia, ahora es tiempo de salvación" (2 Cor 6,2). Gracia y salvación en el verano y en el otoño, en la primavera y en el invierno. Nos lo dice con una palabra silenciosa la naturaleza. La forma en que los árboles, los campos, el cielo, el mar, los ríos, los animales viven cada estación dejando que cada momento sea como es: si frío, frío, si calor, calor, si abundancia gozándola, si escasez agudizando los sentidos para encontrar lo que se oculta en ella.
Observar la naturaleza y sus ciclos nos da una gran lección de vida. Todo en la naturaleza emite con rotundidad ese mensaje de PAZ. Una paz que emana del hecho de ser fiel a lo que se es en cada instante. Simplemente Ser.
El ser humano, con su inteligencia, su capacidad para transformar el medio, es capaz de maravillas pero tristemente a veces olvida lo más esencial: simplemente disfrutar y agradecer el hecho de ser. disfrutar y agradecer. Eso en sí es sanador y genera paz interior porque rompe con el círculo vicioso de la insatisfacción perpetua, de la huida hacia delante, del colocar siempre un paso o dos por delante la felicidad.
Mientras nosotros miramos ansiosos y quizá asustados nuestras agendas, horarios, etc... Las montañas, el cielo, el mar, las aves, los gusanos, las arañas, las flores, las abejas, la hierba, todo continúa tranquilo su andadura por el ciclo de la vida al margen del tráfago humano.
Hoy, en esta soleada y serena mañana de septiembre miro a los montes, acallo mi mente, respiro y escucho al mensajero que me trae la paz: está en mí, soy yo misma estando en Dios. Todo es como tiene que ser, todo es en sí mismo y ya revelación al contemplarlo en estado naciente (M. Zambrano)
2 comentarios:
En el norte y el sur nos cuesta disfrutar del instante presente..tus palabras equilibran Elena!! Gracias
Hermana Erika. Vívelo. Tú sabes. Millones de besos
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