Me he sentido y me siento el centro del universo muchos días: cuando de bebé todas las miradas amorosas, tiernas, divertidas estaban sobre mí, Cuando de niña los Reyes Magos me traían los regalos deseados. Cuando mi madre preparaba una fiesta de cumpleaños para mí... Cuando me mira o me abraza la persona a la que amo. Cuando mis amigos me llaman, me hablan, me dicen que me quieren. Cuando alguien me dice "hoy he pensado en ti". Cuando siento vívamente que Dios "me mira" en el fondo de mi Ser.
Aquí estoy. En este planeta pequeñito que gira y gira por el infinito universo y, en cambio, yo, muchos días, soy el absoluto centro de todo cuanto es y existe: cuando mi tristeza es para mí motivo para no ver otras alegrías, cuando mi dolor me parece el único dolor, cuando mis emociones se erigen en reinas de todo lo creado. Cuando mi presencia, mis cosas, mi vida se me antoja imprescindible. Cuando creo que si yo no hago caso a Dios, él no existe o le resto algo. Cuando me creo que hay algo controlable y actúo queriendo controlar la Vida.
Aquí estoy. Sí, tan diminuta y tan grande a la vez. Tan "central" y tan "periférica". Tan "todo" y tan "nada".
Todo el universo en mi retina, en mis venas, en mis células, en toda mi entraña. Y yo parte ínfima de un universal universo.
A veces satélite de mis "soles"... A veces centro del universo para quienes me aman. A ratos estrella de mi propia galaxia y "sol" en la vida de algunos cuya luz yo reflejo haciéndome "luna".
Electrón que sale de su órbita y efectúa un salto cuántico avanzando en mutación espiritual. Expuesta a células cancerígenas con forma de pensamiento negativo. Partícula y onda.
Todo eso soy y no soy, somos y no somos.
Pero todos y todas podemos iluminar el universo al completo con una simple sonrisa.
Cuando sonríe el alma humana, ilumina lo ilumina todo dentro y fuera, microcosmos y macrocosmos.
"En el principio, era la Son-risa". Y dijo Dios: "Ellos, ellas SON la RISA de mi Corazón"
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