La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 11 de abril de 2017

Semana Santa

Una vez más nos sucede como con la Navidad: celebramos misterios cristianos sin tener ni idea de qué significan. Así que las carreteras se llenaran de coches, los hoteles de personas, las playas de toallas y las procesiones más conocidas de tablets y móviles lanzando destellos.
Como leí en algún lugar, una vez más nos olvidamos del protagonista de la Navidad y de la Semana Santa: Jesús de Nazaret.

Pero también habrá estos días no pocos y pocas que dejarán sus casas y acudirán a Pascuas para jóvenes, Pascuas familiares, otros se retirarán en monasterios y otros muchos harán cabriolas para entrar de lleno en el significado de estos días densos de la vida de Jesús manteniendo el ritmo de cada día y buscando momentos de interiorización cuidando de enfermos, atendiendo necesidades familiares... Ellos y ellas buscarán en la contemplación y profundización del Triduo Pascual, agua fresca para sus vidas, regeneración de la Esperanza y fortalecimiento del Amor.

Sí, una vez más creo que debiéramos dejar de ser hipócritas como sociedad y que aquel que no cree en Dios y, sobretodo, aquel que se ríe de la religiosidad y de la fe de otros/as, siguiera con su vida como lo hacemos cuando nada hay nada que celebrar. Pero no, disfrutaremos gustosos de unas vacaciones incluso en  lugares exóticos y caros gracias al "recuerdo" de la Muerte y Resurrección de uno a quien algunos aceptamos como rostro de Dios. Eso sí: algunos no creyentes me mirarán como a un bicho raro y esbozarán una sonrisilla socarrona si intento explicarles porqué y cómo celebro yo aquello en lo que sí creo y que orienta mi vida.

Mi deseo es que los que nos dejemos adentrar en la Pascua del Señor, seamos removidos por la hondura de cada uno de esos tres días y recuperemos y actualicemos en nuestras vidas el sentido del paso de Dios hecho uno de tantos y el servidor de todos por nuestro mundo.


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