Este fue el grito unánime en Plaza Cataluña al fin del minuto de silencio... "No tinc por"..."No tengo miedo"..."Ez daukat beldurrik" y podríamos escribirlo en todos los idiomas del mundo. Pero... No tengo miedo...¿a qué? ¿A andar por las calles más concurridas de las capitales más atractivas para un terrorista? Soy vasca. Anduve muchos años dando rodeos para no acercarme a zonas y lugares de mi pueblo que podían ser objetivo de ETA o de la kale borroka. Sé lo que es ir atenta a lo que pasa, a lo que se mueve alrededor, a lo que se dice... Se me metió dentro y me costó lo mío dejarlo ir.
¿A qué no tenemos miedo? ¿A qué sí debemos temer? Esa sería una pregunta que creo necesario hacerse.
No tener miedo no es sinónimo de imprudencias temerarias, pero hay una forma de "no temor" que merece la pena ser reflexionada, tenida en cuenta. Se trata del "no temor" que nace y brota espontáneamente de las convicciones profundamente asumidas y enraizadas. En ese terreno de la convicción coinciden el terrorista y el pacifista: el primero está convencido hasta la médula de que matando al diferente hace un bien a su causa, el segundo está convencido de lo contrario. Quien mata en nombre de una ideología, lo hace asumiendo y dando cabida en su vida a la muerte de inocentes que a sus ojos son culpables de todo lo que a él le enferma e indigna, hace de la violencia un modo de vida. Quien respeta toda vida, quien no mata, no asesina ni apoya el asesinato ni la violencia en ninguna de sus manifestaciones, hace de la no violencia y de la Paz un modo de vida.
Los terroristas suicidas no tienen miedo a morir en pro de su causa. Los grandes defensores/as de la Paz llegaron a dar su vida por esa causa, la causa de una humanidad unida y hermanada.
Por eso me pregunto:¿Qué digo cuando afirmo "no tengo miedo"? Porque yo sí tengo miedo de que un amigo, mi marido, un ser querido o yo misma muramos arrollados por un coche, sí temo que un loco me rebane el cuello mientras paseo. Pero ese temor es natural, es humano y lo más que genera en mí es no temeridad, prudencia. Sin embargo seguiré gozando de un paseo por la Ramblas cuando vaya a Barcelona, aunque estén tan llenas de gente que no se pueda dar un paso.
A lo que sí tengo miedo, lo que sí me causa un gran temor es la posibilidad de que los terroristas de cualquier tipo lleguen a hacernos caer en su misma aritmética: si tú matas, yo te mato, si tú me molestas a mí, yo te mato a ti, si tú me metes en un "cajón de sastre" yo hago lo mismo: "todos los árabes son...", "todos los inmigrantes son...", "todos los musulmanes...", todos..."
Cuando permitimos que el "ojo por ojo" mal entendido (porque en su origen nada tiene que esa ley judía ver con la traducción que hemos hecho de ella) se convierta en el camino para la solución de los conflictos y violencias, entonces la humanidad se queda ciega. Gandhi lo dijo así:"Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego"
¿Qué hace falta para no entrar en argumentaciones banas, superficiales, facilonas en respuesta al horror en Barcelona o en tantísimos lugares del mundo? Evidentemente lo primero es formarse, no sólo informarse. Me dan escalofríos leer la cantidad de medias verdades, estereotipos y estupideces que pueblan estos días las redes sociales.
Lo segundo es tener muy claro que hablar de "no-violencia" no es hablar de poses ni de "eslóganes" aprendidos, sino de un MODO DE VIDA. Mantenerse firme en el no ataque, depurar mi lenguaje para que sea lo menos agresivo posible, nunca olvidar que "no hay camino para la paz, la paz es EL CAMINO". Mantenerme en la muy determinada determinación (es un acto de voluntad) de no caer en tópicos, de no cosificar con mi lenguaje ni en mi pensamiento al otro... Es decir, vivir dentro de un dinamismo que es justamente el totalmente opuesto al dinamismo de quien asesina, divide, cosifica al contrario, al diferente, etc.
A veces me da miedo la fuerza con la que nacen dentro de mí, en la vida cotidiana, deseos de fastidiar a quien me ha hecho daño. La dificultad para perdonar a personas de mi propia familia. Es ahí donde debo "temer", porque si en esto soy incapaz de abrirme a la lógica del amor, del perdón, de la reconciliación ¿puedo pretender hacerlo, vivirlo en otros ámbitos?
"Amad a vuestros enemigos, haced el bien a quien os odia, rezad por los que os persiguen"... Jesús de Nazaret no ofrece cualquier línea de acción. Es claro y contundente. Por eso lo que más miedo me da es que los cristianos pervirtamos el Evangelio y seamos generadores de división y odio allí donde somos llamados claramente a ser constructores de PAZ y de fraternidad/sororidad. Me da miedo que quienes gritan "Moros fuera" sean tantas veces personas que se llaman a sí mismas cristianas. Me da miedo cuando recibo en mi móvil mensajes muy agresivos y ofensivos hacia los musulmanes que comparten personas a las que aprecio y de algunas a las que tengo por creyentes convencidos. Me da miedo lo fácil que es dejarse llevar por la indignación para caer en el odio y el deseo de venganza que no de justicia. Porque no me da miedo la justicia si es eso, justicia, sí me da miedo el revanchismo y el desahogo salvaje que, finalmente, iguala en vileza al verdugo y al vengador de la víctima.
En ese sentido necesito y creo necesario recordar que en el País Vasco hemos hecho y seguimos haciendo un enorme ejercicio de perdón y reconciliación para eliminar la violencia de nuestra sociedad, queda mucho por hacer, sí, pero lo que parecía tan imposible, hoy ha dado paso a un País Vasco en paz y con iniciativas de pacificación creativas y activas que aseguren un presente y un futuro mejor. También sería bueno recordar todos los ámbitos y lugares en los que conflictos terribles que han causado miles de víctimas han dado paso a un final del conflicto y de la división, mediado todo ello por el diálogo, por el perdón, por fórmulas creativas que rompieran la inercia de "acción-reacción".... Nunca la acentuación de posturas extremistas ha solucionado nada.
No tengo miedo a pasear por las Ramblas, pero sí tengo miedo, miedo a que perdamos lo genuinamente Humano (y como cristiana lo más genuino de mi fe): la capacidad de poner paz donde hay guerra, amor donde hay odio, reconciliación donde hay división, lucidez donde hay total confusión.
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