Un saludo muy cordial (desde el Corazón de la Vida) a todos/as los/as que leéis este blog. Como prometí, retomo su andadura pero ahora centrándome específicamente en el ámbito educativo y más en concreto en lo que configura mi vida y trabajo: la Educación de la Interioridad.
Retomo antes de irnos todos/as de vacaciones, un tema que en los últimos años me genera interrogantes serios y me invita reiteradamente a la reflexión, es el del Mindfulness aplicado en el contexto de un centro educativo que haya adoptado la EI desde la propuesta que yo misma represento y enseño y en la que uno de los ejes de trabajo es el del proceso RELAJACIÓN-MEDITACIÓN-ORACIÓN en vistas a avivar la vida interior de nuestros alumnos no creyentes aportando el conocimiento por experiencia de la meditación y la vida interior de los alumnos cristianos aportándoles la experiencia de la oración contemplativa.
Por tanto, quien lea esta entrada no debe olvidar que esta reflexión tiene sentido situada en el contexto de la EI entendida como PARADIGMA EDUCATIVO en una escuela católica que además reproduce el sistema que yo misma he creado en los últimos dieciocho años y que se propone ya como Posgrado universitario. Será muy importante no olvidarlo durante la lectura de esta reflexión.
En primer lugar he de reconocer que lo que actualmente se conoce como Midfulness y su proceso formativo, no lo conozco de primera mano, es decir, ni me he formado en ello, ni he asistido a propuestas de ese tipo, con ese nombre. Pero ¿por qué? Pues porque ya llevo toda mi vida "practicando" el silencio, orando, alimentando y potenciando la atención, el vivir el "aquí" y el "ahora" , así pues, cuando el Midfulness llegó con fuerza a mi entorno, jamás sentí necesidad alguna de formarme en ello. Cuando he compartido su experiencia con amigos y conocidos que sí han entrado de lleno en el Midfulness, escuchándoles he entendido que es muy beneficioso pero no es para mí, lo cual no le resta bondad alguna. Vaya eso por delante: no rechazo ni minusvaloro el Mindfulness, pero tampoco me parece que haya descubierto nada nuevo ni que sea la panacea de nada. Deseo situarlo en su justo lugar en lo que a mí me toca que es asesorar a quienes conmigo se forman.
En mi adolescencia y juventud tuve la suerte de conocer y vivir experiencias con religiosos y religiosas que ya nos proponían momentos de relajación, de meditación, de silencio, de contemplación, de atención y Escucha profundas. En ese ambiente crecí y después pude explorar más y más en ámbitos diversos, acercándome a otras espiritualidades, religiones... En todo encontraba el eco de la experiencia interior que me había enamorado y que había conocido de la mano de los místicos y místicas cristianas.
Así pues, nunca me he planteado la necesidad de aprender ni practicar Mindfulness porque es algo que forma parte de mi vida, eso sí, dándole el nombre de Oración.
Está claro que en nuestro ámbito cultural occidental, la palabra "oración" evoca cosas que a muchos no gustan ni atraen. Está claro también que en la mayoría de las propuestas de "oración" que se le hacen a un cristiano lo que hay es mucha palabra y poca o nula Presencia. Sí, desde luego, en la Iglesia católica occidental el silencio y la atención amorosa (Teresa de Jesús), han brillado por su ausencia en la forma de proponer la vida de oración. Faltan y ha faltado maestros y maestras que nos mostraran las Fuentes de agua pura y cristalina de la Oración cristiana: LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA. La Oración de recogimiento activo, la Oración de Simple Mirada, la Oración de quietud, etc... ni se han dado a conocer, ni se ha creído de veras que fueran algo para todos y todas y no sólo para una élite espiritual conformada generalmente por personas de especial consagración (sacerdotes, religiosos, religiosas) y algunos laicos "raros".
Así, muchas personas buscadoras, con sed de vida interior, de silencio, de Encuentro profundo, se han ido exiliando de las propuestas eclesiales y han encontrado en el Zen y otras practicas de silencio meditativo, el alimento deseado. Pero, incluso cuando en el seno de la Iglesia han surgido propuestas, grupos, que han querido incorporar el trabajo de la postura, la respiración, etc, a la oración, han debido hacerlo tantas veces bajo la "sospecha" de no ser cristianos de veras, de no ser fieles a la Tradición, etc. ignorando que en la entraña de la experiencia interior de los místicos y místicas cristianas todo ello ya está presente. Hemos olvidado esa riqueza creyendo que era algo propio tan sólo de los monjes y monjas contemplativos y, privados de ese tesoro espiritual, hemos tenido que acudir a otras tradiciones que sí lo han potenciado y divulgado más. Pondré un ejemplo: utilizar la respiración como puerta de entrada en un silencio corporal y mental que favorezca la conexión con lo más profundo de uno mismo y con Dios es algo que pertenece a la entraña de la hesiquía, es decir, de la práctica de la búsqueda apasionada de Dios en el silencio, un tesoro presente en los padres y madres del desierto de la tradición cristiana católica y ortodoxa, en nuestros queridos San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, renovadores de la vida contemplativa. Del mismo modo, San Ignacio de Loyola propone también la "oración por anhelitos" (EE, tercer modo de orar), es decir, entre respiraciones, como modo de ayudar al ejercitante a "gustar internamente" las palabras de la oración vocal del Padre Nuestro u otras oraciones.
No es el objetivo de esta entrada hacer un estudio de todas las prácticas de oración que en el contexto cristiano incluyen la atención a la postura en la oración, a la respiración, técnicas de silenciamiento mental, etc. Pero sí me parece bueno dejarlo señalado para subrayar que esa "novedad" que nos parece trae el Minfulnes, es algo que ha estado y está en la entraña de las espiritualidades hondas y en concreto de la espiritualidad cristiana. De hecho, no olvidemos que el origen del Mindfulness se encuentra en el uso terapéutico de la meditación budista subrayando su propuesta de concentración de la atención y la conciencia.
De todos modos y a pesar de muchas dificultades y "olvidos", esa riqueza de la dimensión contemplativa nunca se ha perdido en la Iglesia, aunque por desgracia, se haya contrapuesto a la dimensión activa. Yo pertenezco a la generación que creció interiorizando que "creer es comprometerse" como rezaba el título del libro de José María Gonzalez Ruiz, publicado en 1968 y que fue libro de cabecera de toda una generación de cristianos y cristianas del postconcilio. En ese ambiente crecí yo y en esa Iglesia comprometida descubrí también la Fuente de la Mística. Y , en mi historia personal, nunca he sentido como distintas ni enfrentadas la acción y la contemplación. Siempre he creído que son hermanas que no pueden vivir separadas, como Marta y María en el Evangelio, las dos viviendo bajo el mismo techo y las dos llamadas a Escuchar al Maestro atentamente sin dejarse inquietar ni pre-ocupar.
Hoy, desde esta atalaya de media vida dedicada a profundizar en mi vida espiritual, a dejarme llevar por la Ruah de Dios, después de caminar de la mano en algunos momentos con otras confesiones y religiones y de estar en tantos foros de espiritualidad laica, resuena cada vez con más y más fuerza en mí la Voz que me llama a la relación con un Dios más íntimo a mí que mi propia interioridad, que es raíz y fuente, camino y descanso, sostén e impulso, tierra y horizonte hacia el que oriento mi mirada sabiéndome ya en Él /ella.
En los últimos años he vivido el privilegio de formarme de la mano de Laia Monserrat en la Meditación Zen laica de Dürckheim, ha sido una experiencia exquisita, honda, con un alimento riquísimo para el alma, el cuerpo y la mente. Esta práctica Zen me ha confirmado que ya estaba en casa hace tiempo pero también que siempre hay algo que aprender, algo que incorporar sobretodo cuando proviene de la propuesta de verdaderos Mestros y Maestras como es el caso de Dürckheim y de la Laia.
Por ello, siento el fuerte impulso y la responsabilidad de reivindicar para la Escuela Cristiana la ORACIÓN CONTEMPLATIVA como un regalo que podemos y debemos hacer a nuestros alumnos. Pero, para ello son necesarias varias cosas.
1. Conocer el contexto socio-cultural en el que nos movemos y que está presente en nuestros centros.
2. Conocer por experiencia pero también por reflexión y estudio, qué es, hacia donde apunta, en qué se basa, lo que denominamos ORACIÓN CONTEMPLATIVA.
3. Romper con prejuicios y estereotipos de todo tipo, tanto aplicados a "lo oriental" como a "lo católico" y dejarnos sorprender en actitud de discípulos y aprendices.
3. Saber proponer esa riqueza a través de una pedagogía adecuada a las edades y procesos de nuestros alumnos y alumnas.
4. Conocer qué es el Mindfulness en profundidad para poder así, teniendo integrado el punto dos, realizar una labor de comparación entre las dos propuestas que nos ilumine para saber qué lugar puede o no ocupar cada una en la propuesta concreta de EI que un colegio concreto desea ofrecer.
Estos pasos nos ayudarán a no caer en una acogida y aplicación superficial de propuestas que son muy serias pero que, como todo, están corriendo el peligro de ser banalizadas y convertirse en "comida rápida" que devoramos sin vivir la experiencia del alimento verdadero.
Es por ello que en el caso de la propuesta de EI de la que soy responsable, propongo emprender un camino que comienza en la interiorización de diferentes técnicas de relajación, para poder entrar en la experiencia de la meditación y de ahí poder llegar a la Oración Contemplativa de forma natural, con los aprendizajes corporales y mentales imprescindibles.
Evidentemente estos no son procesos cerrados ni que acoten otros caminos y posibilidades, Pero a mí me parece adecuada esta secuenciación que comienza cuidando en el niño de 3 a 9 años su capacidad para vivir el presente, su innata relación con el Misterio, su absoluta conexión con su corporalidad para después poder dar el paso de entrar poco a poco en experiencias de meditación profunda sin cariz religioso pero sí espiritual, momento este en el que el colegio debe prestar atención a aquellos alumnos y alumnas que en ese silencio meditativo vivan la experiencia del Encuentro con el Dios que les habita. Así, la Oración Contemplativa sería una propuesta cuidada y animada desde la confesionalidad cristiana, mientras que en la Meditación creamos un espacio para todos los alumnos y alumnas, sean de una u otra confesión o de ninguna.
Es en esta intersección entre Interioridad y Espiritualidad y entre creencia-no creencia que generamos espacio meditativo, donde tendría cabida, a mi modo de ver, una formación específica en Mindfulness para aquellos educadores/as que no han tenido experiencia continuada de prácticas meditativas y de silencio. Sería una formación para el educador, en vistas a mejorar su forma de animar sesiones de meditación, pero no me parece que debiera ser una formación específica para el alumnado en el marco de un colegio que haya optado por el modelo que yo propongo, es decir, un Paradigma Educativo de Educación de la Interioridad en el que se trabaja el proceso RELAJACIÓN-MEDITACIÓN- ORACIÓN.
Como muy bien expresa mi querido amigo y gran maestro Javier Palacios:
Evidentemente que el mindfulness no es ninguna panacea para la escuela; aunque nos aporta una buena clave: es necesario bajar el ritmo escolar. Sin embargo, cometeríamos un grave error si pretendiésemos sustituir todo un proyecto de interioridad por prácticas de mindfulness. Podemos dejarnos llevar por la sensación de éxito educativo que genera la aceptación de buen grado de los alumnos de las técnicas de trabajo de la atención y de relajación. Si no somos capaces de ir más allá, nos estaríamos quedando en el aperitivo de un gran banquete. Dejar de lado el trabajo corporal, la integración emocional y las experiencias que nos trascienden, es vanalizar la educación de la interioridad: algo aún más dramático que no tener proyecto de interioridad es hacer de ello algo superficial y olvidar los objetivos propios de la educación de la interioridad: la integridad de la persona y su apertura.
Trabajar la educación de la interioridad es como trabajar en la construcción de una catedral, una catedral gótica pongamos por caso: es un proceso lento y cuidadoso, bello pero sin resultados inmediatos en el que vamos combinando estructuras de soporte y espacios vacíos. El mindfulness no sería más que un arbotante de nuestra catedral. (Se puede leer la entrada completa y otras de igual interés en su blog Reflexiones Quijotescas).
Por hoy llego hasta y aquí dejo iniciada mi reflexión para no alargar más esta entrada. Tras el paréntesis del verano retomaré este fascinante tema. No dejéis de reflexionar y de aportarme vuestros puntos de vista. Pero, sobretodo: NO DEJÉIS DE VIVIR LA INCREÍBLE EXPERIENCIA DEL SILENCIO, y en él, aprender a DESCAN-SER , como dice el genial José María Toro.
Muchas gracias y FELIZ VERANO.
2 comentarios:
Muchísimas gracias por esta nueva aportación. Interesante, bien argumentada desde tu propia experiencia. Besarkada handi bat.
Gracias a ti Ångel. Un beso.
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