La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 7 de febrero de 2025

¿Qué es la Apertura a la Trascendencia en el contexto de la Educación de la Interioridad?

 La Educación de la Interioridad, entendido como un modelo pedagógico, trabaja la competencia básica de "aprender a ser" añadiendo un matiz profundamente humano: cuidar el ser.

Así, defino la EI como "aprender a ser cuidando el ser.  Alude a dos cuestiones clave:

La primera es que el ser humano es un ser que precisa de aprendizajes toda su vida. Por un lado, nuestro crecimiento y maduración son lentos, de todos los seres vivos, quizá sea el ser humano el que más tiempo precisa para alcanzar una autonomía total que le permita independizarse de sus progenitores. El ser humano invierte muchos años de su vida en formarse en todo aquello preciso para vivir en su entorno concreto. Oficialmente se considera a una persona "mayor de edad" a los dieciocho años. Para el resto de mamíferos todo es muchísimo más rápido. Nosotros, los hombres y mujeres, invertimos años de nuestras vida en alcanzar algunas de las competencias básicas para desenvolvernos en nuestra sociedad. Sólo ya los cuatro pilares educativos que señalaba el informe Delors, implican años de camino: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir con los demás.

Ciertamente el verbo aprender, siendo central en las etapas escolares, va más allá del ámbito escolar y universitario y es un verbo propio de la vida humana. Dicho de otra manera, una persona que responda a su vocación humana, es siempre un aprendiz de algo.

La segunda cuestión a la que alude la definición de la EI como "aprender a ser cuidando el ser" es el hecho de que la forma de aprender a ser persona incluye el cuidado: cuidado de sí mismo, de los demás y del planeta. 

De este modo, educar la interioridad en la escuela tiene que ver con los procesos que permitan acompañar al alumno en la adquisición de estrategias y herramientas que:
  • le capaciten para saber cómo cuidar de sí mismo, 
  • le despierten el deseo de cuidar de los demás, 
  • le ayuden a entender y vivir el medio natural como nuestra casa común precisada de cuidado.
CAPACIDAD PARA SABER CUIDAR DE SÍ MISMO: El cuidado del propio ser: físico, intelectual, emocional y espiritual quiere decir que la persona va siendo cada vez más dueña de sí, dejando de estar sujeta a lo de fuera para vivir desde una verdadera capacidad de autorregulación en todos los ámbitos. 

DESPERTAR AL DESEO DE CUIDAR DE LOS DEMÁS. El ser humano no es un ser que empieza y termina en sí mismo, al contrario, ser persona es ser en relación, significa "aprender a vivir con los demás" como indica el cuarto pilar educativo mencionado. Del mismo modo que cada persona ha recibido y recibe el cuidado de muchas otras personas (padres, familia, maestros, amigos...), así una maduración cabal conlleva el interés y la sensibilidad por el cuidado del otro. Esto incluye el cultivo de las dimensión ética y  la dimensión política (bien común.

ENTENDER Y VIVIR EL MEDIO NATURAL COMO LA CASA COMÚN PRECISADA DE CUIDADO. Si siempre lo hubiera debido ser, el hecho es que ahora es el momento irrenunciable de una educación de la interioridad que propugne un modo de vida respetuoso del medio ambiente natural. El ser humano no puede sobrevivir sin su bien más esencial y básico: el planeta, Se hace urgente despertar en los niños y jóvenes la conciencia de que somos cuidadores de este planeta hermoso que ya emite una queja clarísima que debe ser escuchada sin dilación.

Los dos últimos puntos son los que con más claridad muestran que el ser humano es un ser abierto a la relación, con una vocación irrenunciable a trascenderse a sí mismo. Este es el primer significado del contenido de apertura a la trascendencia en una lectura común para todos, creyentes y no creyentes.

Junto a lo anterior, la Educación de la Interioridad quiere y debe acompañar el cuidado de lo espiritual y de la religiosidad de los alumnos.

CUIDADO DE LA ESPIRITUALIDAD: En el momento actual, el término espiritualidad nos ayuda a referirnos a la vocación del ser  humano de vivir con hondura y profundidad, es una llamada común para todo ser humano que busca un sentido a su vida. 
CUIDADO DE LA RELIGIOSIDAD: Al referirnos a la religiosidad, nos referimos claramente a la experiencia de la persona creyente que acoge en su vida unos valores, ritos y dogmas propios de su Religión.

La EI debe acompañar a los alumnos tanto en el cultivo de una vida profundamente espiritual como en el cultivo de su religiosidad en el caso de los alumnos creyentes. Aquí es donde la Apertura a la Trascendencia significa ya concretamente el cuidado de lo espiritual y de la religiosidad.

Por último, es de gran importancia entender que aprendiendo cómo cuidar de mí, de los demás y del mundo, cultivando una profunda espiritualidad/religiosidad, favorecemos el nacimiento en la persona de la pregunta vocacional, entendiendo por vocación "mi lugar en el mundo", el porqué de mi existencia, la concreción de mi sentido de la vida, porque en la EI "identidad personal" y" sentido de la vida" son las dos preguntas humanas fundamentales que deseamos acompañar.

viernes, 10 de enero de 2025

PIENSO BIEN, LUEGO EXISTO MEJOR

Pensar es un acto profundamente humano. No tengo constancia de que otras especies vivas sobre la faz de la tierra piensen. En todo caso, no hay acto humano sin pensamiento, ya sea como motivación, o como consecuencia del acto.
Mucho se ha criticado a Descartes y su "pienso luego existo". Reducir la existencia humana a un puro pensar ha demostrado que no era lo más acertado. Situar en lo más alto el intelecto generó una caricatura de un ser humano con una cabeza enorme y un cuerpo diminuto y nos ha hecho daño al relegar el mundo de lo corporal y de las emociones a un cajón de cosas que molestan o han molestado al ciudadano occidental.
Pero llegó, por pura ley del péndulo el "siento, luego existo" y ahora mismo pensar molesta, distrae, se nos señala como un obstáculo para todo aquel o aquella que quiera crecer como persona.
Y aquí entro de lleno en lo que hoy ha ocupado un rato de mi pensar, porque sí, una es persona que piensa, lo quiera o no. Un amigo querido me ha enviado un video, uno de esos en los que se nos regalan supuestas dosis de sabiduría y alguien parece que "se ha quedado calvo" descubriendo una verdad universal.
La persona del video en cuestión, que no se había quedado calva ni metafórica ni literalmente pues estaba dotada de una hermosa melena y diente blanquísimos (qué envidia me dan los dientes blanquísimos de estos seres despiertos y liberados del pensar), emitía la ya cansina afirmación de que "tú no eres tus pensamientos" y el largo rosario acerca de pensamientos limitantes, etc, etc.
Y confieso mi hartazgo y empacho con estas cuestiones ya tan manidas y tan tópicas. Sí, hace rato, mucho rato, que quien se vive buscador, en camino, quien quiere crecer como persona, se encuentra con esta realidad: yo no soy mis pensamientos. Hay múltiple literatura al respecto. Depende quien lo trate, el tema es pura patraña pseudo psicológica con tintes pesudo espirituales o se torna algo más profundo y enriquecedor.
Pero hoy, yo, ser pensante, reivindico la importancia capital del pensar y del PENSAR DE CALIDAD, pensar bien. Esperando no parecer soberbia, me atrevo a reelaborar lo de Descartes y afirmar: "pienso bien, luego existo mejor"

¿Y qué es pensar bien? Pues trabajar duro para crecer en conciencia de mis pensamientos, de su calidad o de la ausencia de ella e ir entrando en un proceso que me ayude a identificar cada vez mejor, qué pensamientos me frenan, cuales son pura repetición que no aporta nada. Identificar, sí, los pensamientos que me limitan en cualquiera de los ámbitos de mi existencia, pero, cuidado, no tirar por la ventana "al niño con el agua sucia". He de aprender a identificar y rescatar aquel pensamiento que me inspira, que me anima, que me motiva, que me hacer ir más allá, incluso que me emociona del tal modo que se convierte en horizonte hacia el que encaminar mis pasos. Pero, por favor: nunca dejar de pensar, nunca renunciar al acto humano del pensar. Eso sí, un pensar de calidad.
La historia de la humanidad muestra la honda huella que el pensamiento deja en ella. El pensamiento científico que trae desarrollo y mejoras (también aplicaciones mortíferas de la ciencia, claro). El pensamiento filosófico que acompaña a las grandes civilizaciones que se han sucedido las unas a las otras (sí, con sus atrocidades de por medio, claro). El pensamiento sobre el ser humano, la antropología, la psicología, la pedagogía. El pensamiento hecho arte (sí el arte además de emoción, conlleva pensamiento).
Y es que, repito: no hay acto humano que no conlleve un cierto "pensar".

¡Qué peligrosa es la mente vacía!¡qué empobrecedor anclarnos en el "siento luego existo"! Nos convertimos las personas en esclavas de la pura emoción, de la visceralidad. La pura emoción sin reflexión, sin una guía interior es destructiva. Nos hacemos victimarios de todo aquello que nos molesta o que nos saca de la zona de confort. Cuando no se aprende a pensar con calidad, se vive al albur de las voces de otros, porque siempre habrá otro que piense por mí y al que mi pereza mental le vaya muy bien. 
La ley del péndulo nos lleva siempre como humanidad a extremos que no son buenos. No todo es pura racionalidad o todo pura emocionalidad. La vida humana se despliega en un terreno donde hay muchos tonos intermedios y estos son tantas veces sanadores para nuestros excesos extremistas
Hoy precisamos de pensadores y pensadoras de altura. Hemos de reivindicar el saber pensar, precisamente para que los  ideólogos de turno no nos puedan manipular ni hacer comulgar con piedras de molino.
En el mundo de las noticias falsas y falseadas, de los rumores y de los hilos de opinión en redes sociales en un mundo en el que llegan a lo más alto del poder mundial los mediocres que sólo viven para el poder y el dinero, es urgente que eduquemos mentes despiertas, pensamiento crítico, capacidad para generar argumentaciones y discursos creativos, lúcidos, humanos y humanizantes.

He experimentado en mí que lo "afectivo" es lo "efectivo"; sí, las ideas por sí solas no mueven a una persona, pero también estoy convencida por experiencia de que las ideas pueden impulsar o pervertir a las sociedades. El poder de la palabra humana es inmenso. Poder creativo y poder destructivo. Cuando el ser humano "empalabra" su realidad , crea sentido y, en el lado contrario, puede generar caos y división.

Pensar con claridad, pensar profundamente, cavilar, dar vueltas a los asuntos verdaderamente importantes, sí, incluso "filosofar" es un acto inherente al ser humano. Eliminarlo, devaluarlo, minusvalorarlo es deseable para quienes ansían sociedades de borregos, fáciles de manipular, de llevar de aquí para allá... "Pensamiento líquido" en "sociedades líquidas", nos suena el concepto...

Reivindico el acto de pensar y el saber pensar y lo necesito en mi vida. Necesito mejorar la calidad de mi pensamiento y necesito nutrirme de grandes pensadores y pensadoras. No quiero youtubers ni influencers de bajo nivel intelectual y humano en mi vida. La historia de la cultura humana está preñada y llena de grandes voces que nos hacen falta para ver más allá.

¡PIENSO BIEN, LUEGO EXISTO MEJOR!