Tras la muerte de Jesús, los discípulos estaban encerrados por miedo... Encerrados, a oscuras, puertas y ventanas cerradas, manifestación de estar sin luz interior. Huérfanos de su Maestro, temerosos de represalias... Ese encerramiento da paso a la apertura y la luz con la experiencia de la Resurrección. JESÚS aparece en medio de ellos y les dice: PAZ A VOSOTROS.
Cada discípulo hubo de procesar la experiencia de la resurrección de una manera. Las mujeres lo proclamaron, los varones dudaron y necesitaron que Pedro lo confirmara. Tomás necesitó ver para creer y tocar...
Pues confieso que yo me siento un poco así, como los discípulos, una tanto encerrada por temor a que los pasos de apertura de Francisco se vengan abajo. Me inquieta mucho qué pasará con el proceso sinodal.
El tremendo apagón, que aquí en Irun no duro sino cuarenta y cinco minutos, me permitió poder asistir a la eucaristía en memoria del Papa en la catedral del Buen Pastor en Donostia. No pude dar el curso online previsto, así que nos fuimos mi marido y yo allí.
Para entrar en la catedral, se pasa bajo la Cruz de la Paz de Chillida... PAZ A VOSOTROS...
Había una imagen preciosa de Francisco... No podía mirarla sin echarme a llorar porque sigo sintiéndome huérfana, a la intemperie.
El modo celebrativo lleno de inciensos y oropeles sacerdotales no me ayudó mucho, la verdad. En un momento miré el cuadro de Francisco y recordé el nombre de la catedral: el Buen Pastor, que es lo que fue este Papa. No perfecto, sino Pastor.
Y al ver el cirio Pascual, vi mi "apagón" y la Luz que no se apaga nunca. Mi apagón y la promesa de Jesús: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Sentía mi apagón y recordaba que Jesús nos llama "sal y luz".
Conecté con todos los lugares y personas del mundo que apagamos con nuestro egoísmo, descuido, cobardía y deseé con todo mi ser brillar, ser luz, aunque sea una luz chiquita. Una luz débil pero unida a otras muchísimas lucecitas...
Para recuperar la electricidad en España y Portugal hablan de que había que ir encendiendo por zonas, como en cascada Así es: la luz se apaga con facilidad, volver a iluminar las tinieblas cuesta. Como los discípulos, cada uno necesita vivir sus procesos. Algunos nos vamos hacia Emaús, otros necesitan tocar y ver, otros sólo escuchan a determinadas personas... Pero lo importante es que cada uno viva el recorrido que le permita acoger la Luz que nos habita. Nadie puede iluminarlo todo ni iluminar a solas. Nos necesitamos y en eso insistió mucho Francisco. La Iglesia "oficial" debiera ser la gran "colectora", cuidadora y distribuidora de LUZ.
Y recordé una canción que compuse hace unos años: "Enciende mi luz, que no se apague mi luz, quiero brillar en cada noche de la humanidad"
Yo le pido a la Iglesia diocesana y universal, que acoja todas la luces, que lo importante es la Luz, no de donde viene. Que, de lo contrario, nos apagamos y no está este mundo nuestro para más apagones.
¡HÁGASE LA LUZ!