La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

sábado, 22 de enero de 2011

"No apaguéis el Espíritu" II

Os ofrezco el resto del texto de Rahner. Para quien quiera conocer mas de este enorme teólogo y creyente recomiendo el libro Dios, amor que desciende. Escritos espirituales. Ed. Sal Terrae, 2009. Os permitirá disfrutar y reflexionar sobre temas nucleares de la fe y de la vida cristiana.

Lo segundo es tener valor para la audacia. Permítasenos repetir otra vez con insistencia lo que acabamos de decir. Vivimos en una época en la que, sencillamente, es necesario llegar hasta el último extremo con valor frente a lo nuevo y lo no experimentado, ir hasta donde sea absolutamente claro e indiscutible para la doctrina cristiana y para la conciencia cristiana que no se ve con posibilidad de seguir más adelante. El único tuciorismo permitido hoy en día en la vida práctica de la Iglesia es el tuciorismo de la audacia.

Al tratar de solucionar los problemas actuales, ya no podemos propiamente preguntarnos hasta dónde debemos llegar, ya que la situación nos obliga a avanzar por lo menos algo, sino que debemos preguntarnos hasta dónde nos es dado llegar en la utilización de todas nuestras posibilidades teológicas y pastorales, porque indudablemente la situación del Reino de Dios es tal que hemos de atrevernos a lo mas audaz para poder ser tal como Dios quiere que seamos.

En las cuestiones ecuménicas, por ejemplo, no hemos de preguntarnos: ¿Qué concesiones podemos hacer a los hermanos separados?, sino: ¿cómo lograremos poner en juego todas las posibilidades de acercamiento que tengan algún sentido y sean de algún modo concebibles para nuestra conciencia cristiano-católica, y ello con tranquilidad y valor, ya que en la actualidad no podemos pemitirnos el lujo de hacer menos, para, por lo menos, acercarnos a la unidad de los cristianos?

Tengo la impresión de que si en esta y en otras cuestiones se aplicase este tuciorismo, es decir, si se tomase como punto de partida, como imperativo válido para nuestra hora -aunque no como principio válido para todos los tiempos- la convicción de que hoy lo más seguro es lo más audaz, y de que la mejor oportunidad para conseguirlo -o conseguir al menos algo- no es la prudencia reservada, sino la más animosa audacia, en tal caso cambiaría dentro de la Iglesia más de un modo de pensar. 

Uno de los presupuestos para que se logre la vitalidad del Espíritu es también el valor frente a ese inevitable antagonismo que se da en la Iglesia. La Iglesia no es " un corazón y un alma" en el sentido de que en ella no pueda derse lucha alguna, ni dolor alguno de mutua incomprensión. En la Iglesia hay realmente muchos carismas, y nadie los tiene todos, y a nadie se le ha confiado la administración de todos los carismas, ya que nisiquiera el cuidado por el mantenimiento de la unidad de la fe y de amor, que en la Iglesia tiene su correspondiente organismo oficial, equivale propiamente a una administración de todo los carismas por la Iglesia jerárquica. No, los cristianos en muchas cosas debemos opinar de manera diferente, debemos tener diversas tendencias. No es necesario que todas las cosas se acomoden positivamente a cada uno. Un amor que se levanta en la uniformidad sería muy fácil, pero en la Iglesia ha de dominar el Espíritu del amor que reúna en una unidad los dones múltiples y siempre distintos, del amor que acepta a los demás y reconoce su valor, aunque no lo comprenda.

Muy feliz fin de semana a todos y a todas.

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