La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 3 de enero de 2011

No hace falta saberlo todo, poderlo todo, comprenderlo todo...

Eso me digo hoy que me siento cansada y desorientada. Hay días así, epocas así. De pronto se esfuman las certezas y cobran protagonismo las dudas. De pronto se apagan las luces del alma y sólo se perciben tinieblas. De pronto las fuerzas decaen y se añora ser llevado, ser tomado en brazos un tramo del camino y tener donde reclinar la cabeza...

Ha comenzado el año nuevo y a mi alrededor todo son propósitos en boca de las personas con las que he hablado estos días. Yo... me mantengo en el propósito con el que regresé del verano: "A cada día le basta su afán".

Pero tengo un pequeño caos de afanes. Me siento requerida y llamada a batallar en frentes muy potentes que piden mucho de mí. Sé que puedo. Sé que la Vida jamás me ha puesto delante retos que fueran imposibles de afrontar. Pero... ¡qué cansada me siento! 

Por eso hoy me abrazo a mí misma y me digo que no hace falta saberlo todo, poderlo todo, comprenderlo todo. Que hay momentos en los que lo más sabio es acoger la incapacidad para ver más allá del paso que se está dando desde la certeza de que nos conduce hacia nos debe conducir. Me digo a mí misma que hay días o épocas en los que lo importante es no cejar en el empeño de ser uno mismo a pesar de todas las posibles equivocaciones. Me digo a mí misma que debo amar "la arcilla que va en mis manos", debo amar su barro hasta la locura (¡gracias Silvio!) porque si no, no puedo pretender tocar lo cierto...

Son estos momentos la oportunidad para la humildad amable que me hace más pacífica, más comprensiva, creo que más sabia.

Hoy... me siento cansada, siento que he perdido un poco el rumbo. Siento que debo dar respuestas, a mí, a otros y...¡no llega el tiempo de encontrar dentro de mí las palabras y la Luz!

Pero todo llegará, se que llegará. Nunca la Vida me ha defraudado. Ahora, se trata de custodiar la vida que late dentro, nada más.

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