Recogiste mi vida entre tus manos
una tarde de templado otoño
cuando las hojas caídas
presagian
el alimento de la tierra.
Me recogiste inerte
sonámbula en mi propia vida
sin verbo en mis frases
escasa de acción
y apátrida de mi pasado.
Me recogiste,
me retomaste,
me otorgaste carta de ciudadanía,
vestido y hálito.
Me encontré conmigo
en tu mirada
y en tus labios
aprendí mi verdad.
Aprendí a escuchar mi voz
al amparo de tus palabras
y en tus manos toqué
la desconocida suavidad de mi alma.
Me recogiste entre tus manos
una mañana, una tarde, una noche,
el día primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario