La reflexión que hoy comparto con vosotros no es mía aunque la hago mía porque siento como propia la experiencia de fondo. Emilio, desde Irún, nos ofrece una clave hermosísima para vivir el Adviento y la Navidad: el Encuentro.
Gracias Emilio, por compartir algo que atraviesa tu Ser, al compartirlo nos llevas a nosotros al Encuentro con esa misma experiencia. Y es que, no en vano, somos uno en el Uno.
ADVIENTO y NAVIDAD-La historia de un ENCUENTRO
¿Quién
no anhela el ENCUENTRO con JESÚS? ¿Quién no ansía ese ENCUENTRO eterno con
Aquel que nos habita después de haber sentido una fugaz comunión (con lo más
divino que hay en nosotros) en lo más recóndito de nuestro ser? ¿Quién puede
dejar de buscar después de haber sido cegado en lo más escondido del alma por
una luz más blanca que la nieve?
Hablamos
de ADVIENTO y NAVIDAD.
Hablamos
de GESTACIÓN y de NACIMIENTO.
Hablamos
de ENCUENTRO y de ENCARNACIÓN.
“Ven,
Señor Jesús” decimos, pero en
realidad Jesús ya nos habita, como dice San Agustín en sus Confesiones: “No existen tres tiempos: el pasado, el presente y el
futuro, sino sólo tres presentes: el presente pasado, el presente del presente
y el presente del futuro”. Y es que Jesús es presente ya en lo más recóndito de
nuestro ser (siempre ha estado ahí y siempre estará). De hecho, me atrevería a
decir (como ya le oí decir a alguien en un curso sobre interioridad) que la
oración de Adviento cobra mucho más sentido al decir: “Adéntrame, Señor Jesús”
o, dicho de otro modo, “Tú que habitas en nosotros hazte el
encontradizo”.
De
hecho, desde esa perspectiva ésta es la historia de un ENCUENTRO que siempre ha
estado ahí. Un ENCUENTRO latente, silencioso, vigilante, espectante, pero sobre
todo, REAL. ¿Cuidas los momentos de silencio? ¿Cuidas los momentos en los que
te sientes habitado? ¿cuidas los ratos en los que te sientes amado? ¿Cuidas…?
Estamos ante un ENCUENTRO que dura toda la vida (o gran parte de ella???), un ENCUENTRO
que transforma, que convierte los corazones, que calma los agobios, que nos
introduce en un caminar junto “al que es” en silencio agradable, en comunión
con todo “lo que es”.
No
se trata de responder preguntas, ni siquiera de formularlas. Se trata de vivir
en ese ENCUENTRO e ir renaciendo (NAVIDAD) a una nueva conciencia de ser. Así
es como Jesús se ENCARNA en cada uno de nosotros, permitiendo la COMUNIÓN y
promoviendo la CONVERSIÓN a través del silencio de los enamorados (poco
necesitan decirse, sólo la presencia les basta).
Fiel
discípula de Jesús y todo un modelo para nosotros de todo esto es María, madre
y seguidora fiel. Ella nos enseña a “guardar todas estas experiencias en
nuestro corazón” y nos enseña a ser testigos de Jesús en el caminar de la vida.
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