La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 13 de diciembre de 2011

Adviento y Navidad: la historia de un ENCUENTRO


La reflexión que hoy comparto con vosotros no es mía aunque la hago mía porque siento como propia la experiencia de fondo. Emilio, desde Irún, nos ofrece una clave hermosísima para vivir el Adviento y la Navidad: el Encuentro.
Gracias Emilio, por compartir algo que atraviesa tu Ser, al compartirlo nos llevas a nosotros al Encuentro con esa misma experiencia. Y es que, no en vano, somos uno en el Uno.

ADVIENTO y NAVIDAD-La historia de un ENCUENTRO

¿Quién no anhela el ENCUENTRO con JESÚS? ¿Quién no ansía ese ENCUENTRO eterno con Aquel que nos habita después de haber sentido una fugaz comunión (con lo más divino que hay en nosotros) en lo más recóndito de nuestro ser? ¿Quién puede dejar de buscar después de haber sido cegado en lo más escondido del alma por una luz más blanca que la nieve?

Hablamos de ADVIENTO y NAVIDAD.
Hablamos de GESTACIÓN y de NACIMIENTO.
Hablamos de ENCUENTRO y de ENCARNACIÓN.

“Ven, Señor Jesús” decimos, pero en realidad Jesús ya nos habita, como dice San Agustín en sus Confesiones: “No existen tres tiempos: el pasado, el presente y el futuro, sino sólo tres presentes: el presente pasado, el presente del presente y el presente del futuro”. Y es que Jesús es presente ya en lo más recóndito de nuestro ser (siempre ha estado ahí y siempre estará). De hecho, me atrevería a decir (como ya le oí decir a alguien en un curso sobre interioridad) que la oración de Adviento cobra mucho más sentido al decir: “Adéntrame, Señor Jesús” o, dicho de otro modo, “Tú que habitas en nosotros hazte el encontradizo”.

De hecho, desde esa perspectiva ésta es la historia de un ENCUENTRO que siempre ha estado ahí. Un ENCUENTRO latente, silencioso, vigilante, espectante, pero sobre todo, REAL. ¿Cuidas los momentos de silencio? ¿Cuidas los momentos en los que te sientes habitado? ¿cuidas los ratos en los que te sientes amado? ¿Cuidas…? Estamos ante un ENCUENTRO que dura toda la vida (o gran parte de ella???), un ENCUENTRO que transforma, que convierte los corazones, que calma los agobios, que nos introduce en un caminar junto “al que es” en silencio agradable, en comunión con todo “lo que es”.

No se trata de responder preguntas, ni siquiera de formularlas. Se trata de vivir en ese ENCUENTRO e ir renaciendo (NAVIDAD) a una nueva conciencia de ser. Así es como Jesús se ENCARNA en cada uno de nosotros, permitiendo la COMUNIÓN y promoviendo la CONVERSIÓN a través del silencio de los enamorados (poco necesitan decirse, sólo la presencia les basta).

Fiel discípula de Jesús y todo un modelo para nosotros de todo esto es María, madre y seguidora fiel. Ella nos enseña a “guardar todas estas experiencias en nuestro corazón” y nos enseña a ser testigos de Jesús en el caminar de la vida.

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