Desde los ámbitos de la meditación, de la oración profunda, del crecimiento personal y espiritual se nos habla de la importancia de aprender a fluir con la vida. El verbo fluir evoca un movimiento suave, una ductilidad que permite que el líquido o el gas recorra el espacio adaptándose a su forma. Fluir es lo contrario de chocar, empujar o forzar, sugiere una cierta elegancia y capacidad de remodelación. Fluir no es arrasar. Fluir nos habla de situarse en el tiempo oportuno ("kairós" decimos los cristianos).
Desde luego hay épocas, momentos de nuestra vida en los que fluir es relativamente sencillo, son los momentos tranquilos y lineales de la existencia, pero eso nos hace equivocar "fluir" con el hecho de que todo vaya bien. ¿Cómo fluir con la vida cuando ésta viene cargada de problemas, complicaciones, sustos, inquietudes? ¿Cómo fluir con la vida si a uno le echan del trabajo, si no hay ingresos para mantener a la familia, si una enfermedad trae el dolor a un ser querido, si...? ¿Se puede entonces ser dúctil y dejarse modelar por ese "espacio-tiempo" del dolor, de la preocupación? Personalmente me da la impresión de que es justo en esos momentos donde se puede comprobar si el presunto proceso de crecimiento humano y espiritual es tal o son meras "poses adquiridas", meros conceptos sin cristalización en actitudes.
Creo que no se trata de aprender a fluir con la vida, sino de sumergirse en las aguas caudalosas del río de la vida en estado de "despertar", de "atención" como muchas veces propone Jesús. Entonces se va descubriendo que la vida tiene una corriente de fondo que fluye diferente, una corriente situada en honduras mayores que las de la superfiecie de los acontecimientos. Para llegar a ellas es imprescindible el oxígeno del silencio físico y mental, sin ese oxigeno la sensación de ahogo puede hacernos bracear a lo loco y, como le sucede a alguien a punto de ahogarse, nos agotamos en vano. Algo nos dice que la forma de llegar a buena orilla es dejarse llevar por la corriente, no oponer resistencia y aprender a fluir con la vida. Difícil para el ego, sencillo para el corazón que confía.
2 comentarios:
A medida que leía tu entrada iba pensando en lo que luego añades: ¿cómo fluir cuando la vida viene cargada de problemas, complicaciones...? Y la metáfora del río... recuerdo lo bien que me lo pasé haciendo rafting con sus rápidos y remolinos. Recuerdo también qué hacer si caías al agua: "no intentes luchar contra la corriente, ni bracear o ponerte en pie... simplemente déjate llevar por el curso del río, el salvavidas te hará flotar; pero siempre con los pies por delante para evitar chocar con las rocas violentamente y hacernos daño de verdad. Ya llegará un remanso del río donde poder incorporarse, mientras tanto disfruta de la bajada, porque estarás practicando body rafting"
En el río se lo pasa uno bien, a ver si aprendo a hacer lo mismo en la vida. Gracias Elena.
Qué buena imagen la del body-rafting. Tomo nota, salvavidas y pies por delante, que no se trata de ir dándose golpes. Un abrazo.
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