Hacer, hacer, hacer... ¿por qué? ¿para qué?
No, no puedo correr para llegar a todo lo que me dicen que tengo que llegar.
No quiero llegar a todo porque no puedo llegar a todo,
tengo límites: el día tiene 24 horas, ni más, ni menos.
"Mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros".
¿Me creo mayor que la Sabiduría que todo lo creo con un tiempo,, en un tiempo?
¿Acaso el hermoso roble llegó a su tamaño por decreto en dos días?
Mira la naturaleza... Es aterradoramente lenta cuando de crecer se trata.
En ella todo tiene su tiempo, es más, escucha... Como en la música, todo tiene su "tempo": la mariposa que vive un día y la secuoya que pervive siglos. La brizna de hierba, la fruta madura, las placas terrestres, las aves que migran, las abejas afanosas...
Pero ahora nos dicen que todo tiene que estar hecho "para ayer".
Vivimos en un "adsl" diario: todo rápido, todo ya.
¿De verdad me creo que puedo adelantar los tiempos del Ser por lanzarme a la carrera,
por empujar, por estirar, por no parar?
Hacer, hacer, hacer... ¿por qué? ¿para qué?
No, no quiero ni puedo llegar a todo,
pero sí puedo darlo todo.
Dar-me en lo que hago,
sentir lo que hago,
amar lo que hago,
respetar lo que hago,
mimar y cuidar lo que hago,
re-crear lo que hago,
regenerarlo, repasarlo, repensarlo,
gustarlo internamente, saborearlo,
acariciarlo, sanarlo, profundizarlo.
Así sí, así este hacer es un darse, un entregarse.
Así el hacer se convierte en cauce de encuentro.
Así no somos robots programados y lanzados a la acción
sino seres humanos que son haciendo, que hacen siendo,
que bautizan la realidad con el agua fresca de sus actos.
No puedo llegar a todo,
sí deseo darlo todo, no migajas de mí.
Blog sobre la interioridad en relación con el crecimiento personal y la espiritualidad
La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.
Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.
Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.
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2 comentarios:
Elena: supongo que será efecto de los "vasos comunicantes" que nos unen, pero me has leído la mente a la perfección...No podría estar mas de acuerdo en lo que planteas,en especial en los últimos (y vertiginosos) tiempos.Como siempre,gracias por tus enriquecedoras reflexiones.Intentaremos darlo todo...
Un beso
Amaia
Querida Amaia:
En medio de la "ciclogénesis explosiva" de cada día yo sé que eres una presencia que transmite serenidad y resitúa el sentido d elo que hacemos. Un beso enorme, sabes que me inspiras.
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