África, pecado de Europa
Victor Codina. Ahora que el tema del ébola, con miles de muertos en África occidental y el temor a contagios en España
y en otros países, comienza a alarmar a todo el mundo y genera una
psicosis de miedo y angustia… puede ser útil recordar un libro de Luís
de Sebastián, economista y especialista en ciencias sociales y
políticas, profesor de ESADE y de la UCA de San Salvador (1934- 2009).
La obra se titula África, pecado de Europa (2006).
Luís de Sebastián
que unía al rigor científico una gran sensibilidad social y una
profunda fe cristiana, quiso hablar del “pecado” de Europa con África,
para demostrar que la injusticia que Europa ha cometido con África exige
restitución, hay que devolverle lo robado, reparar el daño cometido.
África ha sido colonizada por Francia, Inglaterra, España, Bélgica,
Portugal, Holanda, Italia… Con la excusa de civilizar y modernizar el
continente africano, las potencias coloniales se enriquecieron con las
materias primas y crearon una situación de dependencia de las metrópolis
que en algunos países dura hasta hoy. África para algunos es solo un lugar para safaris…
Ahora son naciones independientes, con bandera e himno propio, pero donde una gran mayoría vive en situaciones precarias de alimentación,
salud, educación y transportes, donde faltan infraestructuras básicas,
hay conflictos bélicos y étnicos (a veces por cuestiones de los límites
artificiales establecidos por las metrópolis), débiles democracias, hay
hambrunas y sequías, miles de emigrantes que huyen hacia las costas del Mediterráneo español o italiano en busca de un futuro mejor, mientras hay niños soldados y se explotan las ricas minas de diamantes o de coltán (¡para nuestros móviles!)
Este continente, del cual fueron arrebatados millones de esclavos para
el trabajo de América, es el que padece el flagelo del ébola, que ahora
nos preocupa porque llega a Europa…
Pero África no solo es un continente que posee una gran riqueza de
materias primas y de biodiversidad, sino un continente con una gran
riqueza cultural, humana y religiosa, una gran sabiduría de sus
tradiciones -desde Egipto a Cartago-, la fuerza imponente de su
juventud, la vitalidad de sus mujeres, un profundo sentido religioso, la
alegría de los diversos grupos cristianos y de unas Iglesias jóvenes.
África es el continente de Mandela
y Desmond Tutu, de mártires cristianos, de cooperadores y misioneros
que se han jugado la vida por ayudar al pueblo. De África salieron
Agustín, Orígenes y Atanasio, África fue la cuna del monacato y en
África se santificaron Charles de Foucauld y los mártires trapenses de
Tibhirine…
No sabemos si Europa, ahora que tiene pánico ante el contagio
del ébola, será suficiente humilde y lúcida para reconocer su pecado y
reparar el daño cometido. En todo caso ojalá a través del
clamor del pueblo sufriente escuchemos hoy la voz del Espíritu que nos
pregunta, como a Caín, “¿dónde está tu hermano Abel?”
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