La vida es hermosa, con sus luces, con sus sombras. La vida es una inmensa oportunidad, un camino abierto ante cada ser. La vida no espera, continúa imparable incluso cuando tú no estés en el mejor momento, incluso cuando desearías detener el ritmo de la marcha o ralentizarlo. La vida llama a la puerta del corazón cada día, cada hora, cada minuto. Puede resultar agotadora cuando ese inmenso e imparable latido se recoge tan sólo con la mente o se escucha con el mero sentimiento. La vida se torna peligrosa cuando no se abraza con el cuerpo. Es la totalidad de nuestro ser el que es llamado a vivir. Vivir la vida con cuerpo, mente, corazón y alma, con todos los fondos desconocidos, con todas las posibilidades aún por explorar.
A veces la vida da miedo, se torna oscura, amenazante. El horizonte de la muerte se te mete dentro y destruye la sensación de ese "para siempre" que acompaña al amor, a la amistad, a los proyectos. Entonces te sientes pequeño/a y te preguntas qué sentido tiene todo si nada pervive. Cada pérdida cercana o lejana se transforma en una irónica señal que te recuerda que "tú también te irás". Aparece entonces la tentación del diario "carnaval": "hoy comamos y bebamos, que mañana moriremos". Todo vale, todo sirve para tapar ese enorme boquete abierto en la existencia y que da tanto miedo.
Pero hay quien, cuando la vida muestra su evanescencia, descubre precisamente su hondura y eternidad en lo más íntimo de sí. Es esa experiencia del "hogar interior". Algo dentro de mí me habla de eternidad, de perdurabilidad. Algo me dice sin palabras pero con gran certeza que mi patria, mi hogar, mi Esencia es desde siempre y para siempre, que siempre he sido en todo lo que es y que seguiré siendo. Se requiere salirse del bullicio del carnaval, elegir tú mismo/a poner un freno al tsunami vital de requerimientos continuos y entrar en el silencio a través de la pura presencia.
Un gesto, una decisión, una "muy determinada determinación", un acto de voluntad y un "dejarse hacer" puede ser la diferencia entre vivir de manera reactiva o vivir con pleno sentido, entre dejarse llevar por la marea de la vida con una mayor o menor sensación de ahogo o disfrutar plena y conscientemente del viaje en esta dimensión del ser que somos.
Dicen que la muerte "todo lo resitúa", yo creo más bien que es la Vida donde todo se resitúa, la experiencia de la Vida plena, la conexión con las raíces de todo cuanto existe demuestra la relatividad de casi todo y desvela la presencia de la Verdad, de la Bondad y de la Belleza en lo hondo capacitando para descubrirlo en lo cotidiano.
Para quien cree en Dios como Fuente de esa Vida, esa Verdad, esa Bondad, esa Belleza adquieren los contornos exactos en el Amor que es "más fuerte que la muerte".
Entrar en la Cuaresma es, una vez más, una nueva oportunidad para despejar los caminos interiores de la Escucha que lleva al Encuentro con Aquel que nos libera de nuestros miedos y nos capacita para Desplegar el Ser en el amor al prójimo.
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