Y ya estamos en la cincuentena pascual, cincuenta días para
poder entender y "gustar internamente" el gran grito de júbilo de la
Vigilia Pascual: ¡¡HA RESUCITADO!!
Pero ¿cómo anunciar con alegría la Resurrección de
Jesús en medio de un mundo repleto de muertes?
Esta Semana Santa me ha resultado complejo intentar escribir
algo en este espacio como me ha resultado complejo asistir a los oficios sin
incluir en ellos el recuerdo de los pies doloridos y las vidas desencajadas de
los refugiados excluidos de Europa, de los que quedan en medio de la
devastación en Irán, de los cristianos/as masacrados, de los focos de dolor y
empobrecimiento que continúan aullando en el mundo, de un planeta que
continuamos ensuciando y depredando...
Demasiadas "malas noticias"... ¿Cómo de
grande es esa "buena noticia" del evangelio que nos dice que "la
muerte no tiene la última palabra"? ¿Tan grande como para conseguir que mi
mirada hacia el mundo en el que me toca vivir sea positiva, esperanzada,
amable? ¿Tan grande como para hacerme capaz de "creer contra toda
esperanza"?
Esa Buena Noticia que de parte de Dios nos trajo Jesús a Él,
le costó la vida. Esa es la cuestión. Anunciar la Vida, trabajar por la Vida,
cuidar la Vida, cargar y en-cargarse de la Vida en la vida de cada día, en la
vida concreta de cada uno/a MOLESTA , ayer, hoy y, quizá, siempre.
Si algo pone ante nuestros ojos el recorrido de los textos
evangélicos de la Semana Santa es el poder atroz del mal y la absoluta
vulnerabilidad del Bien. La contundencia destructora de lo egoico y la
mansedumbre silenciosa de lo Esencial. Me explico: es lo que siempre hemos
dicho todos que el mal "hace mucho ruido" y al bien no se le
oye, pero en la vida de Jesús y de todos quienes han secundado el brillo de la Luz
que nos habita, esa Luz, esa Bondad que somos sí hace ruido, hace ruido molesto
en el oído de los que no quieren ver, ni oír, nI que les molesten. El Bien es
un chirrido insoportable en los oídos de los poderes de este mundo, ya sean
políticos, económicos o religiosos. Por eso, en cada cultura, en cada época, se
calla la boca al limpio, al bondadoso, cuidado: no al tonto/a que ni se entera
y es un/a "bueno/ bobalicón/na". Quien molesta es la persona que
dejándose traspasar por la Bondad, Belleza y Verdad que nos habita, lo anuncia
y al hacerlo denuncia toda injusticia o perversión de lo genuínamente humano. El/la
místico/a, el/la santo/a, el/la profeta, el/la visionario/a, el/la que no puede
callar ante lo torcido e injusto, molesta siempre a quien está instalado en el
poder, sea éste del tipo que sea.
Me siento quizá como debían de sentirse algunos/as
ciudadanos/as europeos/as durante la Segunda Guerra Mundial al ir conociendo la
barbarie Nazi. ¿Pudiera ser que estemos en el mismo contexto? Me surge un
posible "sí"... Ante nuestros ojos -y en este 2016 tenemos múltiples
ojos para ver: TV. Internet, móvil- desfila el dolor del mundo, no sólo en
Europa sino en África, en Siria, en... ¡¡Y seguimos mirando hacia otro lado!!
Eso les criticábamos a los alemanes, europeos y americanos en la Segunda
Guerra, que miraron hacia otro lado, pero ¿acaso no estamos haciendo
nosotros los mismo?
Nos informan de que cien mil niños/as desparecen por los
caminos de Europa víctimas de redes de tráfico humano: no pasa nada
Nos informan de enfermedades y muertes entre los refugiados:
no pasa nada
Nos informan de que Europa quiere incumplir los tratados
acordados de acogida al refugiado: no pasa nada.
Nos informan de que como respuesta a las bombas se emplearán
más bombas: no pasa nada.
Nos informan, nos informan, vemos, escuchamos, nos
bombardean con imágenes: un lamento hoy y el olvido mañana.
¿Quién o qué ha conseguido adormecernos así? ¿En qué
momento hemos perdido la capacidad humana de sentir como propio el dolor ajeno,
de poner las manos en el arado para labrar nuevos surcos de vida?
¿Será este nuestro legado para nuestros descendientes? ¿Una
sociedad que "mira" pero no ve, "oye" pero no escucha?
Sintiendo este "peso" dentro, con estas preguntas
dentro, con mirada crítica hacia mí misma por vivir tan cómoda y tan bien
mientras tantísimo hermanos/as sufren lo insufrible, así he intentado Escuchar
la Palabra, ver a Jesús, proclamar que "ha resucitado" y todo ello,
de nuevo, me ha hecho creer que puedo creer contra toda esperanza, que hay
"razón para la esperanza".
Hay tantos actos amorosos, hay tanta bondad que no se ve
ni se escucha, hay tantos hombre y mujeres que desde mil lugares, de
muchas formas diversas estamos (me incluyo aunque sea una pulga junto a
gigantes) trabajando día a día por sanar esta enfermedad nuestra llamada
egoísmo. Tantos hombres y mujeres exorcizando el miedo que nos ata, que nos
cierra, que nos hace sospechar de todo y de todos para dar paso a la "libertad
de los hijos e hijas de Dios" que nos hace alzar la cabeza y percibir en
el horizonte que este mundo existe para la alegría, para el amor, para el goce
de tanta belleza; que este mundo no pertenece a la muerte ni a la destrucción,
sino a la vida plena y a la continúa construcción de "una ciudad para
todos, una gran techo común"...
No quiero que pase de mí el cáliz de mis hermanos, pero
no puedo llegar a donde desearía ( no puedo o quizá creo que no puedo), pero sí
puedo al menos, dejar que mi corazón llore con ellos/as y se alegre con las
resurrecciones diarias.
Sí puedo traer lo grande y lo lejano a mi pequeño y
cercano día a día. Ahí deseo anunciar que todo "ha resucitado" y
acallar las voces interesadas en hacerme creer que ya no hay nada que hacer, que esta es una humanidad amenazada por el odio, la destrucción el sinsentido.
Tozudamente sigo creyendo que "ESTAMOS AMENAZADOS DE RESURRECCIÓN".
1 comentario:
Excelente!!!!
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