Hoy he terminado la lectura de un libro sumamente interesante. "SENTARSE Y NADA MÁS. Una iniciacion a la práctica de la meditación zen y una crítica del mindfulness" de Éric Rommeluére en Ed. Errata Naturae, 2018.
Éric Rommeluére (París, 1960) es un enseñante budista francés. Fue discípulo del célebre maestro zen japonés Taisen Deshimaru. Ha ejercido la docencia durante años en la universidad Búdica Europea. Es una de las voces que más han abogado por la salvaguarda de los principios esenciales del budismo en el contexto de la civilización occidental, así como por su dimensión social y política. Ha desarrollado una intensa labor social en el ámbito carcelario que ha permitido que por primera vez los monjes budistas reciban la autorización de la administración francesa para acceder a los centros penitenciarios. También ha impulsado diversos proyectos en el ámbito hospitalario y ha participado en los principales eventos dedicados al diálogo interreligioso.
¿Por qué un libro escrito por un monje budista puede ser interesante en nuestro contexto de EI? En primer lugar porque se da una paradoja en nuestros centros. Actualmente hacemos ofertas de momentos de meditación en el aula, pero resulta llamativo el profundo desconocimiento que tenemos de qué quiere decir y en qué consiste exactamente "meditar". Ya hemos mencionado en este blog que en la EI la meditación, dentro del itinerario "relajación-meditación-oración" no consiste en rumiar textos e ideas, sino que nos referimos a ese estado de recogimiento de las potencias del que nos hablan los místicos, especialmente Teresa de Jesús. Estado al que se llega a través del ejercicio continuado en el que pueden utilizarse "ayudas" como, por ejemplo, la contemplación interior o exterior de imágenes, la respiración, la atención a la postura corporal, entre otros. Hasta aquí no hace falta acudir a textos de otras tradiciones espirituales para conocer qué es meditar. Leer con atención a Teresa de Jesús nos enseñará cuanto debemos saber.
Sin embargo, aun teniendo en nuestro contexto cristiano bellísimos y sabios itinerarios de meditación y oración, son pocos los que las conocen en profundidad y las aplican con seriedad en los contextos pastorales de la escuela católica. Seguimos proponiendo modos de orar basados en las tres primeras fases de la oración: oración vocal, oración mental y oración afectiva, pareciéndonos que quien "alcanza" esta tercera fase, ha llegado ya al culmen de la vida de oración.
No es así. Siguiendo a Teresa de Jesús y a Juan de la Cruz, descubrimos que esas tres primeras etapas de la vida de oración se sitúan en la fase de "comienzo". Tras esta fase y sus etapas, el alma va siendo adentrada en otras "moradas interiores". Así, la siguiente fase es la de "transición" y en ella se distinguen otras tres etapas: la oración de "simple mirada", la oración "de recogimiento" y la oración de "quietud". Estas etapas se caracterizan por un mayor silencio mental, mayor quietud corporal y un creciente protagonismo de la acción de Dios en el alma. El Espíritu nos está preparando para entrar en la tercera fase de la oración, la fase de "culminación", en la que también se atraviesan distintas etapas: la oración de Unión Simple, la oración Extática o "desposorios" y la oración transformante o "matrimonio espiritual". En esta última etapa, la acción parte totalmente de Dios, es la lluvia que cae del cielo y riega el huerto interior sin que la persona precise hacer esfuerzo alguno, utilizando un símil de santa Teresa de Jesús.
No es el objeto de esta entrada entrar en una explicación académica y exhaustiva de los estados de oración, simplemente baste con dejarlos apuntados para ver de qué manera desconocemos y por lo tanto, simplificamos, los procesos y etapas propias de la oración cristiana.
Por lo tanto, cabe preguntarse y peguntarse en serio: ¿A qué nos referimos cuando proponemos "meditar" en las escuelas católicas? ¿podemos ceñirnos únicamente a la propuesta que proviene del Mindfulness o podemos y debemos ir más allá?
Leyendo el libro al que me he referido al inicio de esta entrada, en el cual el autor hacer un detallado recorrido por las diferentes escuelas y estilos meditativos propios del zen japonés, se me ha ido confirmando que los educadores/as cristianos/os deberíamos formarnos mucho más en nuestra propia tradición y, al menos, conocer cuál es el itinerario que señalan nuestros místicos y místicas e imaginar cuales pueden ser hoy las formas de proponerlo. Ciertamente, formarnos como adultos en Mindfulness puede aportarnos una mejor comprensión de las dificultades que hallamos en el camino de oración y de como entrar en el silencio físico y mental cuando no se tiene práctica de vida de oración pero, como ya he mencionado en otras entradas, el Mindfulness no puede ni debe ser el final del camino en nuestra propuesta de EI, sino, en palabras de Javier Palacios "un mero arbotante en la construcción de la catedral".
Seguiré profundizando en este tema. Gracias por vuestra atención y recordad que vuestros comentarios serán recibidos con ilusión y atención.
Por lo tanto, cabe preguntarse y peguntarse en serio: ¿A qué nos referimos cuando proponemos "meditar" en las escuelas católicas? ¿podemos ceñirnos únicamente a la propuesta que proviene del Mindfulness o podemos y debemos ir más allá?
Leyendo el libro al que me he referido al inicio de esta entrada, en el cual el autor hacer un detallado recorrido por las diferentes escuelas y estilos meditativos propios del zen japonés, se me ha ido confirmando que los educadores/as cristianos/os deberíamos formarnos mucho más en nuestra propia tradición y, al menos, conocer cuál es el itinerario que señalan nuestros místicos y místicas e imaginar cuales pueden ser hoy las formas de proponerlo. Ciertamente, formarnos como adultos en Mindfulness puede aportarnos una mejor comprensión de las dificultades que hallamos en el camino de oración y de como entrar en el silencio físico y mental cuando no se tiene práctica de vida de oración pero, como ya he mencionado en otras entradas, el Mindfulness no puede ni debe ser el final del camino en nuestra propuesta de EI, sino, en palabras de Javier Palacios "un mero arbotante en la construcción de la catedral".
Seguiré profundizando en este tema. Gracias por vuestra atención y recordad que vuestros comentarios serán recibidos con ilusión y atención.
2 comentarios:
Me ha encantado leer tu entrada, Elena. Era como si te estuviera escuchando en el posgrado. Te confieso que me impresionó aquella clase: “El proceso relajación-meditación-oración”. Hoy, convencido en el planteamiento, confirmo la necesidad de tener claro este horizonte en la escuela católica por aquellos animan y lideran el proyecto de interioridad; pero, por un lado, ¿está todo el profesorado preparado para escuchar estos planteamientos? Dicho de otra manera: ¿merece la pena explicitar todo el trasfondo del proyecto aun a riesgo de perder agentes, o hemos de esperar a que sea demandado ese trasfonfo? Por otro lado, ¿y si no llega nunca ese momento? En el momento de realismo actual en la educación de la interioridad, no me resulta fácil aceptar ese porcentaje de traición inherente ante el planteamiento ideal. Pero es tan fácil agarrarse a los planteamientos… ¡Apostemos por hacer cada vez el camino hasta la Fuente!
Muchas gracias por la entrada y por todo lo demás… Un abrazo
Gracias una vez y mil más Javi por tu aportación. Eso me inspira para una nueva entrada a modo de conversación compartida.
Un abrazo.
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