Adviento: Preparar el encuentro con Aquel que siempre sale a nuestro encuentro.
Esta es la frase que resume lo que este año deseo para las cuatro semanas de Adviento y para la Navidad. Saber salir de mí, salir de donde estoy cómoda. Querer y saber vivir "en salida", en itinerancia . Centrada en lo profundo, a la vez descentrarme, es decir, no vivir ego centrada, sino atenta a los otros. Escuchar la voz de Dios en el otro, descubrir su rostro, en el rostro del otro.
Seguramente suena a tópico, pero cuanto más adelanta la máquina consumista la navidad de compras y luces, más necesidad siento del Adviento. De año en año, se me hace más grande y más profundo el Misterio de la Navidad. Misterio de un Dios que opta por hacerse uno de tantos, servidor, abandonando su propia condición, vaciándose. Curioso: en Navidad Dios se vacía de su condición divina mostrándonos los caminos de la verdadera humanidad y nosotros nos llenamos hasta el empacho de muchas cosas que nos deshumanizan en pro de una supuesta celebración de la Navidad.
Viajar hasta Belén siguiendo la estrella, es redescubrir en el camino cómo ser persona. Curiosamente es Dios quien se hace Maestro de humanidad. En Jesús, Dios imprime en los caminos humanos las huellas que conducen hacia la Verdad. Dirá ese niño de Belén cuando ya sea adulto: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Sí, realmente el camino para ser humana de veras lo encuentro en el modo de vivir de Jesús. La Verdad profunda de la existencia, la reconozco en la vida y las palabras de Jesús. la Vida plena, real, hermosa, ancha y profunda, la respiro y la siento cuando contemplo y escucho a Jesús.
Por eso, algo me dice que el Adviento es un éxodo más que un quedarse quieto esperando. Adviento y Cuaresma me parece que se reúnen en una misma invitación: SALIR, caminar, dar los pasos precisos, realizar las acciones que convienen para preparar los caminos al que siempre está viniendo. Acompasar el cuerpo y el alma al modo de hacerse presente de Dios. Ejercitarse en esa salida de sí, en ese tránsito de la esclavitud del yo a la libertad del espíritu que atraviesa toda la Biblia.
Adviento andariego que me llama a caminar mi trecho de camino, el que a mí me corresponde para encontrarme con Dios en el punto de encuentro: el otro, la otra, especialmente el sufriente.
Adviento que prepara la vista para descubrir la luz en la noche, a Dios en un niño, a la humanidad reunida en torno a una familia en huida y pobreza.
Adviento dinámico, secundando el dinamismo del Espíritu que es orden y sentido en el caos, aleteo de vida, impulso de creación.
Dios está siempre en el camino. Dios caminante, Dios al encuentro, Dios buscándonos. No quisiera yo no acudir a la cita por no saber ver, por no saber escuchar, por no querer caminar, por perder el rumbo debido a los cantos de sirena.
2 comentarios:
El mensaje es muy lindo,tenemos la suerte que sabemos y creemos que nuestros posos y los de Jesus están siempre unidos. Gracias, Gracias.
Muchas gracias por tu comentario y feliz Adviento
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