La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Educación de la Interioridad y compromiso ético


Educar la Interioridad en occidente supone un retorno al verbo esencial de la humanidad, el verbo SER. El retorno al SER nos remite y conduce irremisiblemente al compromiso ético al romperse las barreras egoicas.

Me permito citarme a mí misma en una intervención en el Foro de Jóvenes e Interioridad en el que participé hace unos años en la Universidad de la Mística, Ávila.

En este momento de nuestra historia, la aplicación pedagógica de programas de educación de la dimensión interior debe realizarse de tal modo que el horizonte de una ética samaritana prevalezca sobre cualquier comprensión de la EI como un mero aprendizaje de técnicas para "sentirse mejor".

Una vez más, es preciso recordar que la EI entendida como "aprender a ser cuidando el ser" señala dos objetivos generales:

LA UNIFICACIÓN DE LAS DIMENSIONES DE LA PERSONA: nos situamos aquí en un trabajo que favorezca en el claustro educativo y en los alumnos una compresión íntegra e integradora de la persona. Las técnicas y ejercicios que señalan hacia este objetivo están encaminadas a facilitar que cada persona, en su edad, encuentre atractiva la introspección, la escucha sosegada de su interior. Que aprenda cómo adentrarse en ese territorio íntimo de la propia interioridad y descubra ahí las materias primas para la construcción más plena de su identidad.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD CON LOS DEMÁS, CON EL MUNDO, CON EL MISTERIO: Este segundo objetivo no se entiende separado del anterior. Entendemos que, en la medida en que una persona se hace preguntas acerca de su identidad y acerca del sentido de su vida, a la par y en consonancia con los procesos evolutivos, va  emergiendo una inteligencia moral. La aplicación de la EI de forma integral conlleva acompañar y hacer nacer los interrogantes acerca del modo de relación con los cercanos, con las personas de la vida cotidiana, en ese ámbito, la integración emocional es importantísima, ya que es el cercano, el de cada día, el que más puede afectar a la persona emocionalmente.

A medida que el alumno va creciendo, la EI acompaña y hace nacer los interrogantes profundos acerca de la visión del mundo, el interés por lo que sucede cerca y lejos. Es aquí donde se insiere el acompañamiento de un posicionamiento ético, político y ecológico, sobre todo a partir de los doce años. 

Y, en todo ese proceso, la pregunta acerca de Dios irá brotando de múltiples formas, con diferentes enunciados. Nacerá en el alumno el deseo de encontrar un sentido a su vida, la pregunta por la muerte, por el mal, etc. Todo ello lo recoge este modelo de EI al enunciar su tercer contenido: la apertura a la trascendencia/Trascendencia. Es por ello que nos referimos a la construcción de la unidad con el Misterio, entendiendo por "Misterio" esa profundidad de la vida que no puede ser explicada totalmente ni de forma cerrada y, en ese Misterio de la existencia, la fe juega un papel relevante.

En la actual situación de la humanidad en la que la incertidumbre mantenida deja paso a la ansiedad, es preciso velar inteligentemente por estos dos objetivos cuando implementamos programas de EI. No basta sólo con generar espacios de sosiego y reducción del estrés en la escuela, no basta sólo (y ya es mucho) con acompañar la comprensión  e integración del mundo emocional del profesor y del alumno. Nos es preciso como sociedades, crecer desde lo profundo, cuidar el ser, la identidad profunda desde la que brotan los más genuinos compromiso éticos.

La aceptación personal, la correcta autoestima, la ampliación de la capacidad de escuchar inteligentemente la vida cuidando la razón poética mediante la práctica contemplativa y alimentando el espíritu de finura, la persona transita un proceso personal que irá situando convenientemente su ego, es decir, su yo natural, su modo de ser y estar en este mundo, de tal modo que, en procesos posteriores de la vida adulta, pueda darse esa irradiación de su identidad profunda, una irradiación posible gracias a un ego saneado que se sitúa al servicio del yo profundo o de lo que podemos llamar la esencia de la persona.

En la escuela, mediante la aplicación de un buen modelo de EI, sentamos las bases, se hacen aportes prácticos a través de sesiones y de rutinas que aludan a los dos objetivos generales antes mencionados.

Quien cree que la Educación de la Interioridad en el siglo XXI es importante y no sólo como un proyecto, sino como un verdadero paradigma pedagógico, sabe que en ese contexto, el educador es un sembrador, los frutos quizá asomen con claridad en algunos momentos, mas su manifestación total quizá nunca la pueda ver.


Sea como sea, nos jugamos todo como Familia Humana, en cuidar o no el ser profundo porque ese cuidado del ser, de forma integral e inteligente, es lo que puede ayudar a que se concrete en un modo de estar samaritano: dejando de ser una mera espectadora de la realidad, la persona se hace cargo de ella, se encarga de ella y carga con ella.


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