La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

RECORDAR PARA CELEBRAR LA VIDA

Me gusta muchísimo y me inspira la etimología latina del verbo "recordar". Viene del latín recordari, re= de nuevo y cordis=corazón. Así, recordar quiere decir realmente "volver a pasar por el corazón".

Al recordar hoy, día 2 de noviembre, a los "fieles difuntos", se nos propone entrar en esa pedagogía del corazón, de lo profundo, del "mirar más allá". En lugar de disfrazarnos de monstruos y seres malévolos, tanto el día 1 como el día 2 de noviembre a lo que se nos invita desde el calendario cristiano es a todo lo contrario, a concentrar la mirada en personas luminosas, entregadas, amorosas, que ya han vivido esta aventura humana y ahora recorren ese otro espacio vital infinito.

Recordar a los santos conocidos, es volver a pasar por el corazón sus vidas para que dejen huella en nosotros, para que nos empujen a ser también nosotros santos y santas, es decir, compasivos, amorosos, abiertos a Dios para que su Espíritu nos haga instrumentos de Paz. Recordar a los santos y santas conocidos, volver a pasar sus vidas por nuestros corazones para que "se nos pegue algo" de ellos y de ellas. Mirar con el corazón sus vidas, su estela, sus actos porque sólo así nos podrán "infectar" de su bondad, de su  inteligencia amorosa, de su fe, de su esperanza para que sean también nuestras, pero no por imitación a modo de disfraz, sino por la potencia de un recuerdo profundo e inteligente que fecunde nuestra propia santidad haciéndola brotar de modo genuino.

Recordar a los fieles difuntos, recordar a las personas anónimas pero con nombre y apellidos para cada quien les conoció. Por ser personas tan íntimas, resultará difícil subirlas a pedestales o creer que fueron perfectas. Esos "fieles difuntos" nos recuerdan que sólo vivimos de veras si el corazón de otro nos alberga. Volver a pasar por el corazón la vida de nuestros abuelos, de padres y madres, de seres queridos fallecidos, nos permite conectar con las raíces de la verdadera vida espiritual, porque lo verdaderamente espiritual es vida y nace en la vida y brota desde la vida con sus caos, con sus luces y sus sombras. En el caso de los santos "oficiales", leemos sus vidas y sólo nos quedamos con sus luces olvidando sus sombras y las crisis que tuvieron que atravesar para llegar a dar a luz esa Luz que hoy admiramos. En el caso de nuestros familiares y amigos,  el recuerdo llega pleno de anécdotas, situaciones de todo tipo, de vida en estado puro, vida cotidiana, vida sencilla. Vida que nos es dada para ser acogida y custodiada en ese recuerdo del corazón.

Recordar a nuestros fallecidos es honrarlos, reconocer que fueron humanos y dejar que así, nos reconcilien con nuestras propia humanidad falible, débil, vulnerable, pero también bella, plena de posibilidades.

Volver a pasar por el corazón la vida de quienes nos precedieron es lo contrario de convertirla en un desfile de disfraces morbosos. 


Visitar un cementerio desde estas claves, algo que para muchos es ya anacrónico, puede en cambio descubrirnos que no hemos de buscar entre los muertos a los que viven dentro de nosotros y que, por eso, porque viven en nosotros, no como espectros que asustan sino como caricia del corazón,  no hemos de temer a los muertos y en cambio sí podemos CELEBRAR LA VIDA, la nuestra y la de ellos.

8 comentarios:

IDOIA AZPILICUETA GONZALO dijo...

Muchas gracias por compartir esta bonita reflexión, un abrazo

Elena dijo...

Gracias a ti,Idoia, por leerlo con cariño.

Pilar M dijo...

Gracias Elena. Preciosa reflexion que me anima a Re-cordar y agradecer

Elena dijo...

Gracias, Pilar, en mi corazón agradezco tu vida.

Erika dijo...

Gracias Elena, hermoso. Siempre oportuno tu aporte para despabilar ante tantas distracciones que genera el tema. Y centrarnos en lo que estamos invitados a hacer: Celebrar Recordando Vida.

Elena dijo...

Erika, hermana, un inmenso abrazo desde y en el corazón

Nuria Marruedo dijo...

Gracias por estas palabras tan llenas de verdad. Qué ignorantes somos a veces y como nos dejamos llevar por el consumo y publicidad; sobre todo muchos jóvenes y padres queriendo agradar y conformar a sus pequeños. Nos dejamos invadir por cosas que ni tienen sentido. Pero así es el ser humano, dúctil y maleable casi siempre. No nos dejemos llevar por falsas creencias y sigamos por el camino de nuestra fe. Seamos nosotros mismos y sigamos recordando a nuestros difuntos como se debe, desde nuestro recuerdo, desde nuestro cariño y desde lo más profundo de nuestro corazón.
Feliz día

Elena dijo...

Gracias Nuria por leer el blog y por compartir tu reflexión. Es cierto que perdemos mucha sabiduría y sensibilidad por este camino de una globalización desenfrenada y nos vamos hacia lo facilón... Ojalá sepamos conjugar lo nuevo y o viejo como nos aconseja Jesús. Un abrazo.