El ser humano precisa de un contexto: dónde y cómo concretar lo que vive y brota del corazón, de lo profundo. El "ser" sin un "estar" se queda en pura elucubración, en el mundo de las ideas. Las ideas pueden inspirar, es cierto, pero nada que no se lleve a la acción afectará verdaderamente a la persona.
Nos es preciso aprender a identificar, crear y cuidar el contexto que cada uno necesita para ser de veras quien está llamado a ser y, por la misma razón, identificar aquello que daña mi ser más genuino, aquello que me empequeñece, lo que nada tiene que ver con mi esencia.
Esto es algo que últimamente trabajo con los grupos de educadores/as a los que acompaño. Hace unos días, nacían estas expresiones tan bellas y creativas, balbuceos del ser profundo y el contexto que cada uno precisa crear para cuidarlo.
Y es que, a través del arte, a través del símbolo, el ser humano ha encontrado cauces para expresar lo más profundo de sí, sus anhelos, sus necesidades, su vida interior, su alma.
Educar la interioridad en la escuela tiene que ver también con recuperar el gusto por el lenguaje único y peculiar de lo artístico. Favorecer que los alumnos disfruten expresando su mundo interior mediante las formas, el color... Que disfruten, sí, que no sufran porque "a mi no se me da bien pintar". Permitir y dar lugar en las propuesta de EI a la expresión abierta, sin calificaciones ni juicios. Desplegar el carácter terapéutico del arte en todas sus dimensiones. Terapéutico porque deja brotar lo que se lleva dentro y, brotando, a la par, enriquece a quien vive el proceso creativo ayudándole a comprenderse mejor a sí mismo.
Propuestas en las que lo importante no es el resultado final, sino el proceso del alumno mientras busca su cauce de expresión mediante diferentes propuestas artísticas y simbólicas.
Como en la imagen que comparto, saber "anidar" mi vida, cuidarla, alimentarla para que, llegado el momento eclosione y se manifieste. Aprender a construir mi nido, el modo de vida ético, político, ecológico, relacional y espiritual que ayude a que yo pueda ser genuinamente yo en un mundo que pide, más bien, uniformidad absoluta.
Llega siempre el día en el que del huevo, nace el ave y, una vez fortalecida, abandonará el nido y volará libre y fiel a su identidad.
1 comentario:
Qué belleza de hondura de mirada. Vivir desde la esencia de lo que me hace SER, me hace sentirme profundamente sedienta.
Sed de SER.
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