La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 24 de junio de 2011

ARWEN: LA LIBERTAD DE ELEGIR

Todos nosotros venimos a este mundo con una misión que cumplir. Esa misión está enraizada en nuestra esencia de tal manera que cumplir con nuestra misión desarrollará nuestro Ser esencial. No hay misiones más importantes que otras. Todas son genuínas, únicas: la madre y el padre que revierten su vida en el cuidado y amor de su familia. El educador que deja trozos de su ser en las aulas. Millones de anónimos hombres y mujeres cuya misión quizá haya sido o sea una simple sonrisa que anime a alguien, un abrazo dado a tiempo, el cumplimiento esmerado y amoroso de las obligaciones diarias, la implicación en la vida de sus amigos, de su gente...

Pero hay personas que vienen a este mundo con una marca especial. Seres humanos que parecen vivir entre dos mundos. Marcados a fuego por una experiencia que les ha atravesado y les ha hecho ver lo que otros no han visto y a la vez, caminan como uno más en medio de la multitud. 

Permitidme que os hable de un personaje de ficción. Tolkien, en su asombrosa y genial trilogía "El señor de los anillos", incluye mujeres maravillosas de una exquisita sabiduria y sensiblidad, entre ellas Arwen. Arwen es una princesa élfica, hija de Elrond medio elfo y de la Reina Celebrían. Los elfos la llamaban Estrella de la Tarde y los Hombres, Undómiel o Doncella del Crepúsculo. Nace en el año 241 de la Tercera Edad del Sol. 
Arwen y Aragorn, el heredero de la corona de Gondor, se enamoran, sin embargo el amor entre ambos parece imposible pues ella es inmortal y desposarse con Aragorn supondría renunciar a su inmortalidad, por lo tanto, morir. Arwen vivirá un camino iniciático lleno de sufrimiento y paralelo al de Aragorn. Pero hay una diferencia: Arwen es medio elfa y medio humana. La clave de este personaje es que puede elegir pues conoce los dos mundos. Cuando la estrella de la noche parece apagarse, finalmente asistimos a su reaparición en la coronación de Aragorn como rey de Gondor. Arwen podrá unificar así los dos mundos, el humano y el élfico, pero hará mucho más: en su corazón podrán pervivir el amor que siente por Aragorn y sus magníficos dones. Nada pierde, todo lo gana, pero, previamente, habrá debido de asumir una muerte, un dolor hondísimo.

Todo esto me lo ha descubierto un amigo, un "amarillo" (algunos sabéis lo que es un amarillo, los que no lo sepáis preguntad...). Y me ha hecho conectar con algo muy íntimo y hermoso. 

Jesús de Nazaret vivió así, marcado, sellado, atravesado por Dios. Divinamente humano y humanamente divino, uno más entre la multitud pero radicalmente diferente a todos... Hombre sin un hombro en el que reclinar la cabeza, sin nido donde refugiarse, Hijo del hombre a la intemperie siendo, a la vez, refugio de tantos. 

María de Nazaret, cubierta por el manto de Dios, atravesada por espadas de dolor, mujer como todas pero única, guardando todo en su corazón inteligente. Ambos, Jesús y María, acogen la misión para la que han venido a este mundo. Jesús, el Cristo, apura hasta el fondo un cáliz terrible. Abre así, para todos, el acceso al Corazón de Dios,a la Luz. María, pronuncia un sí valiente que le aboca al vértigo de algo que supera toda posibilidad humana y es abismada en el Misterio hasta situarse a los pies de la Cruz. Cumpliendo su misión, ambos realizan su Ser íntegramente y, a la vez, abren camino a otros muchos, son estrellas, como la estrella de la tarde. Jesús se llama a sí mismo Luz del mundo "el que me sigue no caminará en tinieblas" ¡qué belleza! pero cuántos territorios agrestes ha de recorrer quien es llamado a ser luz.

En el polo contrario Jonás... Huyendo de su misión, aceptándola finalmente medio a regañadientes. Sí, a veces sucede que ante la evidencia de la misión que se nos encomienda, reaccionamos huyendo o haciéndonos los despistados. Alguna "ballena" nos tragará entonces y en su seno deberemos escuchar lo que no quisimos escuchar.

Seres que han acogido la misión-Esencia de su vida. Seres que viven entre dos mundos, amando ambos, pero fieles a lo Esencial. Seres que, atravesando abismos profundísimos, conquistan la libertad de elegir y viven en Paz.


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