Karlfried Graf Dürkheim propone tres niveles de comprensión del cuerpo que somos: el nivel orientado a la salud, el nivel orientado a la belleza y el tercer nivel que es el orientado a la transparencia.
En ese tercer nivel, todos nuestros gestos, palabras, actos se alinean, se compactan y expresan nuestro Ser esencial. Pero también pueden trasparentar nuestra mentira e incoherencia.
¿Qué transparenta el cuerpo deshecho de tantos cientos de hombres y mujeres atravesando el mar para llegar a nuestras costas occidentales? ¿Qué transparentan nuestras respuestas a ese drama?
Unos y otros dejamos ver la terrible lucha que tiene lugar en el planeta desde que el ser humano lo habita, una lucha mítica entre el bien y el mal que se libra sobretodo en el corazón de cada uno/a de nosotros/as.
Todo el entramado de injusticias, muertes, luchas de poder, pero también de actos de generosidad, de entrega, de perdón, de servicio desinteresado no son sino la concreción externa del nivel de conciencia en el que cada uno/a de nosotros/as estamos.
Donde rige el ego con sus leyes de seguridad, autodefensa, huida del sufrimiento, con su terrible dualidad, allí, sea en casa, en el trabajo o en las altas esferas internacionales, salta la chispa en forma de todo tipo de conflictos.
Donde el ego ha sido superado, impera la generosidad, la aceptación, el diálogo, la sensibilidad, la lucha por la justicia y, todo ello en el marco de la no-dualidad.
Todo trabajo interior que un sólo ser humano emprenda para ir más allá del ego inmaduro, para crecer internamente, para abrir las puertas que le permitan transparentar el Ser, redundará en la mejora del mundo.
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