La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 28 de febrero de 2014

Carnaval, carnaval...

Todos y todas en la calle, con disfraces, máscaras y maquillajes y ropas que dejan salir algo de nosotros/as que no nos atreveos siempre a mostrar.

Todos y todas a gozar del jaleo, del exceso antes de que llegue Doña Cuaresma y nos meta en costura.

Curioso contraste: algunos/as de los que hoy se disfrazarán y no sé qué más, en nada estarán midiendo si comen carne o no el viernes y no sé qué más...

El origen del carnaval ¿quién lo recuerda ya ? ¿quién sabe la íntima unión entre carnavales y cuaresma? Como pasa con casi todo, no somos conscientes de las raíces de lo que celebramos o hacemos...

Esto del carnaval siempre me da qué pensar. Mencionaré varias cosas de las que pasan por mi cabeza en estas fechas:

¿Acaso nos disfrazamos todos a la vez como expiación por todo aquellos que disfrazamos cada día? Quizá el salir juntos/as a la calle, riendo y haciendo fiesta con máscaras en la cara, con maquillaje, con ropajes que nos ocultan, nos sirva para "exorcizar" nuestros cotidianos disimulos y ropajes protectores ante lo que no queremos ver ni queremos que nos afecte: el dolor del cercano, la ancianidad mal o nada acompañada, las injusticias cercanas y lejanas, el paro, la pérdida de la belleza del planeta, los engaños políticos, los abusos de poder y un largísimo etcétera de asuntos oscuros y tristes. Así, nos metemos en un "personaje" estrafalario y nos permitimos ir por la calle en son de fiesta haciendo lo que nunca haríamos de otro modo, embutidos en la "colectividad" que, durante unos días, parece olvidarse de todo gracias al desfase colectivo.

Esto último también llama mi atención. Conozco personas muy tímidas y otras muy esclavas del "qué dirán" que hoy, por arte del "dios carnavalero", son capaces de vestir y de hacer lo que ni en sueños harían unos días después. Hoy sí, pero mañana no... Curiosa capacidad tipo tortuga: ahora saco la cabeza, ahora no. A algunas de esas personas me gustaría poder decirles que ojalá esa capacidad de alegría, de creatividad, de generar "buen rollo", de salir del guión, la usasen en sus trabajos, en sus hogares, en su comunidad de vecinos, en tantos ámbitos cotidianos que precisan de nuestra amable risa, de un toque de humor y de exceso creativo para generar alternativas.

Otro aspecto de estos días de carnaval que siempre me interroga y, lo reconozco, a veces me enfada, es la inversión que en estos días se hace en los colegios cristianos...¡hasta perdemos horas de clase! Perdonadme si os parezco ceniza (bueno, cerca del miércoles del mismo nombre, se me permite), pero a mí me encantaría que ese énfasis, esa motivación, ese esfuerzo que hace que hasta el/la profe más tímido/a se disfrace, se pusiera en marcha en los diferentes tiempos litúrgicos, en las campañas que pone en marcha el equipo de pastoral de turno y que a  veces parecen "brindis al sol" porque casi nadie secunda con emoción y, no digamos, con dedicación en horas...

Hoy espero que la riada de personas en la calle nos sirva para reírnos de nuestras tonterías y sombras facilitando la mergencia de nuestro yo más profundo y maduro: que al disfrazarnos de vampiros, echemos fuera de nosotros al "vampiro emocional" que chupa la energía de otros/as hasta dejarlos/as agotados/as y tristes. Que el "zombie" que hoy asustará por las calles nos sirva para dejar fuera de nuestras vidas la apatía, la inmediatez del "quiero todo ya...me como lo que pillo", la falta de corazón. Que la "princesa de boca de fresa" nos recuerde que podemos ser más bellos/as por dentro y por fuera, más exquisitos/as en el trato, pero sin perder la energía, la fuerza, la capacidad de organizar la vida con un norte claro...

Sobretodo: que nunca ahoguemos nuestro Ser bajo capas y capas de disfraz de supervivencia, de falsedad. Que seamos valientemente nosotros/as mismos/as. Que nunca nos creamos a quien disfraza la realidad y miente burdamente. Que no nos dejemos revestir por el mercantilismo, por el consumismo irresponsable e insolidario ni por la apatía o la resignación.



Lo de Jesús y lo de los grandes hombres y mujeres de la Humanidad, no pasa por el disfraz, sino por la más desnuda, honda y arrebatadora Verdad.


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