La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 10 de febrero de 2014

Marià Corbí



A través de esta comunicación virtual, quisiera ofreceros también el contacto con libros y autores que pueden ayudarnos, iluminarnos, sugerirnos... En la sección "palabras y vidas que inspiran" lo hago citando diversos autores/as, pero, de vez en cuando, intentaré daros reseñas de libros más amplias. Hoy os presento, a los/las que no le conozcáis, a Marià Corbí. Trascribo de la web del CETR (Centro para el Estudio de la Tradiciones Religiosas) la reseña de este interesantísimo libro sobre su obra y pensamiento. 

Más allá del tsunami cultural: Marià Corbí, explorador libre de un tránsito inaplazable. Madrid, Bubok, 2011. 301 p.

Una obra que analiza y presenta el itinerario intelectual de Marià Corbí y algunas de sus aportaciones, con artículos de: Jaume Agustí Cullell, Carles Comas, Montserrat Cucarull, Jordi Font i Rodon, Raúl García Ferrer, Hermano Genaro, Marta Granés, Teresa Guardans, Salvador Juncà, Josep Mª Lozano, Daniel Álvaro Martínez, Domingo Melero, Javier Melloni, Sergio Osorio, Queralt Prat-i-Pubill, J.Amando Robles, Miquel Sunyol, Josep Mª Surís y Francesc Torradeflot.
(a la venta en Cetr y www.bubok.es -también descarga gratuita-)

He aquí el texto de presentación que introduce el conjunto de las aportaciones: 

La presente obra, colectiva, quiere ser, y es, un homenaje en sus ochenta años al maestro, amigo y compañero Marià Corbí, de un grupo de discípulos, amigos y compañeros, en nombre propio, de la ciencia antropológica -por pretencioso que esto pueda sonar-, y de quienes, muchos sin duda, en este futuro próximo conocerán su obra y se beneficiarán de su pensamiento. Porque la necesidad de aportes teóricos y metodológicos como los que ha hecho Corbí es muy grande y su pensamiento y su obra, hoy todavía poco conocidos, y menos aún “reconocidos”, son por su importancia y valor pioneros de los que se agigantan con el tiempo. Por ello, al rendirle este homenaje, ante todo hemos querido resaltar su pensamiento aprovechando esta ocasión especialmente simbólica para darlo a conocer. Tal es la obra que el lector tiene ahora en sus manos.

Con este propósito, y a efectos de presentación, por tanto de una manera muy sintética, queremos resaltar los que, en nuestro criterio, son los aportes más importantes de su pensamiento y que resumiríamos en tres, llamando de esta manera la atención del lector sobre ellos.

Comprender la naturaleza del cambio de sociedad que estamos experimentando y su impacto en la cultura, representaciones y valores, con sus retos, es una de las necesidades teóricas más importantes, si no la más importante, que estamos atravesando los hombres y mujeres de hoy. Nada extraño, pues, que análisis, reflexiones y valoraciones muy valiosas no hayan faltado ni falten al respecto, la mayoría de carácter intuitivo, filosófico y cultural. El aporte de Marià Corbí se inscribe en el marco de los más científicos, y por ello explicativos, que se han hecho, si no el más científico, siendo además pluridisciplinar en su abordaje y enfoque. Por una parte, fundamentándose en el ser humano como animal viviente desfondado pero hablante, descubre la necesidad en el ser humano para vivir de programarse culturalmente, función que cumplen los respectivos paradigmas. Por otra, remontándose a la vida de los pueblos cazadores y recolectores, y pasando por las diferentes formas sociolaborales de vida, con sus respectivos paradigmas representacionales y axiológicos mítico-simbólicos, puede explicar y explica científicamente, además de la naturaleza de las diferentes formas de vida y de sus culturas, la originalidad de la nuestra: forma de vida basada en el conocimiento, no programada y con un paradigma representacional por primera vez en la historia de la humanidad no mítico-simbólico, es decir, no axiológico, con el consecuente reto de tener que construir científicamente los valores.

Este aporte, en sus componentes, principalmente antropológicos, lingüísticos, semiológicos y sociológicos, se revela de una importancia y de una utilidad epocales, como la época que trata de explicar. Por primera vez el ser humano puede pensarse científicamente, y así lo hace, en su realidad, la suya como ser humano y la de su contexto en cambio, como realidad construida y a construir, verdaderamente práxica, sin tener que suponer materialidades, fijaciones ni determinismos.

Un aporte revolucionario «en la categorización de lo real», como certeramente estimara ya el profesor Luis Cencillo en el prólogo a la tesis doctoral de Marià en 1983. «Se trata —escribía Cencillo—, aunque a algún lector de la obra de Corbí no le parezca a primera vista de una verdadera revolución fundamental en la categorización de lo real, la posición del Hombre en el mundo y el Conocimiento o su Comunicación,revolución madurada y fundamentada por un trabajo paciente de quince o veinte años en el que el Dr. Corbí ha ido recorriendo todas las áreas de la cultura y de las relaciones expresivas humanas para comprobar escrupulosamente las raíces de esa nueva visión de las realidades, que resulta decisiva en áreas tan poco especulativas como la terapia, la pedagogía o la política». Nosotros añadiríamos el conocimiento y la tecnología, la organización y gestión en todas sus dimensiones, la axiología, y dentro de ésta, el dominio de la cualidad humana profunda.

Una comprensión de la transformación en la forma de vida que estamos viviendo y, para ello, una comprensión nueva de la realidad y una categorización nueva de lo real.

El segundo gran aporte, estrechamente relacionado con el anterior y como su consecuencia más importante, es haber mostrado y demostrado la necesidad de construir una epistemología axiológica, necesidad imperiosa y en la que sigue trabajando. De manera contraria a todos los paradigmas anteriores, que fueron mítico-simbólicos, es decir, generadores y portadores de axiología, el paradigma de nuestras sociedades de conocimiento no lo es. No podemos vivir sin valores, pero no necesitamos que esos valores sean realidades en sí, inamovibles, como tampoco necesitamos del tipo de conocimiento ontológico o fenoménico que les es correlativo. Al contrario, como en otras dimensiones, en representaciones y valores vivimos de la innovación continua y del cambio. Por ello la axiología pasada ha entrado en profunda crisis, esta es la situación que nos encontramos hoy, y necesitamos construir nuevos valores. Sin duda que, rigurosamente hablando, de las crisis que están caracterizando nuestra época de transformación y de cambio, la crisis axiológica es la más grave. Pero la misma no se supera volviendo a los valores que, por fijos y producir fijación, están entrando profundamente en crisis. Hay que generar valores nuevos, relacionales, práxicos, y hay que generarlos en un proceso de prueba error, o sea, también científicamente. El aporte en este sentido de Marià Corbí está resultando de un gran valor y, por lo mismo, de una gran importancia. La base para ello se encuentra, valga la redundancia, en las tesis de su tesis doctoral, en el ser humano como viviente hablante y, como tal, en la capacidad mediante la lengua de transferir y formular en significados la significación que encuentra en lo real. El mecanismo de transferir significados en un soporte cultural y formularlos es el mismo en nuestras sociedades de hoy, únicamente que su realidad no es fija, sino profundamente cambiante, y los valores que se generen y se propongan tienen que ser también valores para el cambio y en función de él. El aporte en este sentido de Marià Corbí, de haber mostrado la necesidad de generar nuevos valores y cómo hacerlo, responde a la necesidad más apremiante que enfrentamos como sociedad.Como tercer gran aporte quisiéramos subrayar la puesta en valor de la cualidad humana profunda, entendiendo por ésta la realización plena y total a la que el ser humano está llamado y puede y debe tener alcanzar en su vida.

En una sociedad como la nuestra, de conocimiento, donde la calidad de la vida de cada ser humano y de la sociedad como proyecto humano depende de nosotros mismos, el cultivo de la cualidad humana resulta una necesidad y una prioridad. Sin seres humanos profundamente tales, y ello gracias al cultivo de la cualidad humana, la realización humana, individual y social, no solo resulta imposible por inviable, sino que el proyecto humano fácilmente degenera en deshumanización y muerte. En el pasado con su matriz y en ella los respectivos paradigmas nos aportaban referentes y valores de acuerdo a los cuales cultivar la cualidad humana, eran la fuente de ésta. Hoy la cualidad humana no surge espontáneamente, nosotros mismos somos su fuente, y dentro de la sociedad que es la nuestra tenemos que decidir el tipo de ser humano que queremos ser y tenemos que cultivarlo. Y hay dos niveles de cualidad humana a cultivar: la requerida en el marco de la necesidad como mecanismo de los vivientes que somos de manera que nuestra realización humana, individual y social, sea lo más humana posible, valórica, lúcida, feliz y armoniosa con el universo en que vivimos y con él; y la requerida por el marco sin marco de lo absoluto, que es todo, que son los demás y somos nosotros, de realización plena y total, más allá de toda necesidad, interés y deseo. Y ésta es la cualidad humana profunda. Ambas son necesarias, ésta también. Sin ella, la realización humana, individual y social, de individuos y colectivos queda truncada, se vuelve pragmática y pierde su dimensión más humana si no es que pronto se vuelve inhumana.

La cualidad humana profunda y su cultivo, nunca ausente en las sociedades anteriores, aunque eventual y casi siempre marginal y marginada, hoy se convierte en una necesidad si el proyecto social que estamos obligados a construir como humanos que somos queremos que lo sea. Los valores, todos, inspiraciones, luces, sabiduría, motivaciones, compromisos, empeños, todos, no se van a dar espontáneamente, son de nuestra responsabilidad, la fuente inagotable de la cualidad humana profunda, dimensión omnipresente, sin fondo ni forma, también.

Estos tres aportes, por citar los más importantes, están vinculados con el hombre de quien estamos celebrando su ochenta cumpleaños, y como decíamos, en nombre propio, de la ciencia antropológica como un todo y de quienes van a conocerlo y valorarlo más y mejor en el futuro. Tenemos motivos para hacerlo, y el lector comprenderá muy pronto por qué.

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