La enseña se cumple:"Divide y vencerás". Y así actuamos cuando no vamos más allá, cuando otorgamos a lo relativo la cualidad de absoluto. Es evidente que toda persona debe construir su propia comprensión ética y política de la realidad. Pero, en estos meses, me pregunto ante cada nuevo "episodio nacional-ista" (nacionalismo español o catalán, ambos son nacionalismos en cuanto a defensa de una identidad diferente e inamovible, y ya sé que esta frase será entendida como un gran error, sin embargo, así lo creo), bien, decía que me pregunto últimamente si es posible de veras que pensemos que es posible solucionar nuestros problemas en el mismo nivel de conciencia que los creó.
Todo nacionalismo subraya la diferencia: España diferente y muy otra de Francia, Europa muy diferente con respecto a África, el Norte con respecto al sur, Cataluña diferente de España y un larguísimo etcétera de diferencias, subrayados, límites, peculiaridades... Lo único bueno son los chistes que de ello sacamos, si me permitís la pequeña banalidad.
¡Qué hermosa la pluralidad, la diferencia, lo peculiar! ¡Qué hermoso nuestro mundo que desde el principio de su existencia ha evolucionado, ha cambiado, está pleno de diversidad!
Pero... Qué pena cuando, desde el nivel de conciencia egoico, traducimos "diversidad" por "molesto". Nuestra pequeña mente humana se inquieta ante lo que no puede clasificar y mantener en una casilla clara, se inquieta ante la demasiada diversidad. Por ello, la historia humana sobre la faz de la tierra está plagada de luchas de poder que buscan siempre hacer al otro igual a mí para que encaje en la visión del mundo que yo catalogo como "buena y justa". Cómo nos desasosiega salir de nuestras zonas de confort.
Luchas, conquistas, asimilaciones a todos los niveles: familiar, político, económico, religioso e incluso ecológico.
Y si no podemos asimilar, si el percibido como diferente se remueve y no se deja, entonces funciona perfectamente el "divide y vencerás": crear una narración en la que queden bien claros los "bandos", los "lados". Los de un "lado" tendrán su narración y los del otro lado la suya y en cada narración todo encaja a la perfección y encaja tan bien que hace del todo imposible transitar los posibles puentes de encuentro. Como pasa con los "paradigmas", parece que dos narraciones de un mismo hecho político no pueden convivir, están siempre llamados a chocar.
A mi modo de ver cada "lado" de este estridente sinsentido español-catalán, ha dinamitado totalmente los puentes imprescindibles que hubieran sido deseables y, para mí, posibles en el siglo XXI.
Y yo, amigos, me siento como quien caminando por el puente, cayó al río tras la explosión que lo destruyó y descubre que la vida fluye, es cambio, diversidad, mientras veo en las dos orillas separadas a gente inamovible, estancada, cerrada que grita sin esas a los de la otra orilla.
Y a quienes ansiamos puentes que demuestren que tenemos la inteligencia suficiente como para reconocer que el contexto socio cultural del siglo XXI pide otras políticas, estamos nadando en el río y recibiendo pedradas de un orilla y de otra. Bueno, pues yo prefiero seguir nadando aún a riesgo de ahogarme, antes que decantarme por una orilla o por la otra: prefiero los puentes que me permitan sentirme de todos y no de unos pocos.
El único absoluto en todo esto debiera ser el bien común. Miedo me dan tantas banderas al viento que esconden tras sus ondulaciones fundamentalismos de un lado y de otro. Ante tanta bandera asomada a tantos balcones me siento totalmente apátrida. No me representan ni unas ni otras, Hace mucho que no puedo comulgar con ruedas de molino de un signo ni de otro.
¿Nadie se da cuenta de que el planeta, nuestra casa, la casa común que no reconoce fronteras y se alegra con la bio-diversidad, se nos está muriendo?
Muy bien: sigamos jugando a ser únicos, a descatalogar al otro de mi álbum de fotos. Sigamos volcando violencia y agresividad en las redes sociales, insultándonos, descalificándonos y mientras tanto permitamos que a quien le va muy bien esta división se frote las manos y sea más rico porque nosotros, antes de cuidar de nuestra única casa, la Tierra, necesitamos amueblar muy bien y dejar bien clara cuál es la República independiente de lo que sea o el Reino de no sé quien. Quizá, cuando eso esté hecho y respiremos tranquilos porque el otro ya no se mete en mis asuntos, ya sea demasiado tarde: no habrá manera de construir puentes porque no habrá planeta.
¿Aún no sabemos a estas alturas que somos inter-dependientes? ¡Qué torpes y necios!
Todo esto me cansa, me preocupa, me entristece, me harta, me enfada... Por eso necesito cada día grandes dosis de silencio orante y allí, una y otra vez, se me revela lo absurdo de todo este montaje y se me indica que el único camino para ser es vivir con alegría y paz la diferencia, la bio-diversidad, el cambio y la evolución porque es la entraña de todo lo vivo. Ahí, en la raíz silente de la Vida sólo escucho "Padre, que todos sean uno, como tú y yo somos uno", ante eso... nada más puedo decir, sólo pedir vivir yo en mi día a día esa unidad, la construcción de la unidad con los cercanos, con el mundo, con Dios. Poniendo en ello todo mi corazón, no queda sitio para banderas y bandos.
Publicaré esta entrada y ojalá no reciba mensajes ofensivos, "peros", lecciones de historia... Simplemente: estoy cansada de tanta cerrazón, de tanta mentira, de tanta interpretación sesgada de todo. Todos tenemos derecho y el deber de posicionarnos políticamente, ya lo he dicho antes, pero también creo tenemos el deber en este momento de la historia de la humanidad de realizar el necesario "agere contra" para crear hoy las bases de un futuro mucho mejor para nuestros hijos e hijas.
Este no es el camino: unilateralismos, cientocincuentaycincos, victimismos varios, ocultaciones. Esta no puede ser la forma de hacer política y de convivir del siglo XXI. Pero para que la solución aparezca ha de haber un necesario cambio de nivel. Hoy, tal cambio, no se percibe y, viendo el estilo de personas que se dedican a la política en general, veo muy complicado el necesario "salto cuántico" que pueda originar diálogo de verdad (patética la forma de definir "diálogo" de ciertos políticos cuando hablan de ello).
DIA-LOGOS: la palabra a través de mí que llega a ti (porque escuchas) y en ti es acogida, respetada, abrazada aunque me saque de mi zona de confort y siendo acogida queda revestida de algo nuevo que llega a mí cuando hablas tú, dando a luz, entre los que dia-logan a una tercera palabra que crea una nueva realidad.
Por tanto como siento y he intentado expresar (no sé si con acierto o no, pero así ha salido)... No sé como titular esta entrada. Póngale cada lector el título que más le convenza.
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