La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 11 de enero de 2021

La vida cotidiana como ejercicio de superación moral: las rutinas de interiorización en la EI

En su libro "La vida cotidiana como ejercicio de superación moral" Karlfried G. Dürckheim afirma que la obra más importante para el ser humano es él mismo. Lograr la "obra interior" será el fruto de una maduración que cada hombre y mujer deben llevar a cabo. Tal obra se ha de desarrollar, y no puede no ser así, en LO COTIDIANO que es "el campo de nuestro ejercicio interior".

Hoy, traigo a colación esta obra de Dürckheim, porque quiero resaltar la enorme importancia que en la Educación de la Interioridad como paradigma pedagógico tienen las
que denomino "rutinas de interiorización".

Cuando hacemos pivotar la implementación de la EI sobre sesiones de mayor duración y más elaboradas, corremos el riesgo de quedarnos anclados en la EI como un proyecto más entre otros muchos. No debo explicar a estas alturas la cantidad de nuevos proyectos que continuamente están llegando a los colegios y la cantidad de horas de formación e información, organización y puesta en práctica que llenan el horario de todos los maestros/as.

Por ello, poner el énfasis de la EI en sesiones y talleres de interioridad no está mal, pero corremos un "peligro": si nos quedamos sólo ahí, en un plazo de unos cuatro años desde el inicio de la implementación de tales acciones, la EI pasará a ser un apéndice, un momento en el que "me toca interioridad", como "me toca matemáticas". Alumn@s y educadores percibirán la EI como un proyecto que aparece "a ratitos" y nos otorga, como mucho, experiencias divertidas, emocionantes o relajantes o menos aburridas que otros momentos del horario escolar.

Desde la propuesta de compresión de Karlfried G. Dürckehim referida al desarrollo del Ser en estadios adultos, si lo referimos a las edades escolares, en las que el ego está en fase de construcción, debemos recordar que la EI es una propuesta ineludible en cuanto todo ser humano precisa de acudir a lo profundo, necesita interiorizar sus experiencias, conectar consigo mismo, con los demás y con el misterio para crecer de forma más armónica y rica. Para poder hacerlo, el niño y el joven deben también aprender cómo hacerlo. Eso es la EI, el proceso de aprender a utilizar diferentes técnicas para conocerme mejor, para relacionarme mejor, para descubrir y potenciar mis aptitudes, para abrirme a lo que me trasciende sin miedo, sin escepticismo, etc. Y que todo ello, me sirva para la vida una vez terminados los años de escolarización.

Pero si transmitimos al claustro y a los alumn@s la idea equivocada de que "lo de interiorizar" es para momentos muy, muy especiales que poco o nada tienen que ver con la vida cotidiana, entonces la EI nunca saldrá del formato propio de los proyectos que comienzan, tienen un recorrido más o menos interesante y, poco a poco se van diluyendo y sólo son mantenidos por aquell@s educador@s que se sienten enamorad@s de tal propuesta.

Esta es una de las grandes debilidades que a lo largo de los años identifico en la mayoría de propuesta de EI que conozco. Y es una debilidad que viene dada por nuestro propio sistema educativo que nos aboca a esta eterna forma de funcionar que consiste en buscar proyectos (que generalmente son gestados por agentes externos al colegio) que mejoren "esto" o "aquello" sin ir a las raíces de lo que debe ser mejorado, corregido o potenciado. Es lo de poner parches nuevos a odres viejos, ya sabemos lo que pasa.

LAS RUTINAS DE INTERIORIZACIÓN son, en este contexto de debilidades, lo que puede sacarnos del modelo del mero proyecto, para irnos conduciendo al verdadero paradigma pedagógico. Si cada día, cada educad@r, cada alumn@, vive diferentes momentos de interiorización, con diversas técnicas y ejercicios, dentro del horario normal, antes de iniciar una clase con el contenido que sea. Si, junto a ello, se siguen dando, efectivamente, otros momentos de especial calado, como talleres o sesiones más elaboradas, el cómputo total ayudará mejor a entrar en un estilo, en una sintonía natural con el hecho de "pararnos y sentir, pensar, gustar internamente, conectar...".

Es lo que siempre hemos deseado al incluir en el horario de la escuela la "oración de la mañana" o lo que se llama también el "buenos días". Sin embargo, en esa práctica hemos identificado debilidades y dificultades que hemos de saber se repetirán con las rutinas de interiorización: de nuevo podemos simplemente elaborar un elenco de técnicas para las rutinas, hacer un librito o ponerlas en un USB y que cada profesor las use en momentos que habremos consensuado todo el claustro. Como con el "buenos días" veremos que bastantes profesor@s lo olvidarán o bien porque no lo han interiorizado como necesario ell@s mism@s o bien porque "la materia es más importante". La historia se repite.

¿Cómo superar este escollo? No tengo una receta milagrosa, desde luego, pero es evidente que el modo de formación del profesorado que elijamos puede ayudar más o menos a superar los escollos de este tipo. Y, desde luego, si tales rutinas no están presentes en los momentos de claustro por etapas o general, en los modos de iniciar una junta de evaluación, es decir, en el propio modo de trabajar del claustro educativo, el desfase favorecerá el mensaje de fondo de que son "cosas prescindibles".

Sea como sea, lo cierto es que, no podemos poner toda la fuerza de la EI en sólo los Talleres de Interioridad o las sesiones de más duración. Es preciso que, en la cotidianeidad de la vida escolar, todos demos espacio a esas "píldoras" que pueden alimentar nuestro ser y que, por ende, ayudarán también a vivir mejor el aprendizaje dentro de las distintas asignaturas.

Se trata de que en la escuela se respire, se viva una atmósfera que ayude a vivir conectados, atentos, conscientes. Un estilo de estar en la escuela que favorezca la calma, la ilusión, las ganas de ir más allá. A veces, un minuto de silencio tranquilo, con pocas palabras, silencio amable y compartido puede remover, interrogar y ayudar más que tres horas de trabajo de la interioridad con muchas técnicas diferentes.

Al igual que en la vida, en la escuela necesitamos lo cotidiano y lo festivo como escuela para ser. Igual que en la vida, necesitamos los momentos de retiro, de fiesta, de celebración fuera de lo cotidiano para coger fuerzas, para recuperarnos, para ir al fondo... Pero sin el punto de apoyo de lo cotidiano, todo puede adoptar la forma de "fuegos de artificio" cuya belleza y emoción dura un poco y se olvida rápido


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