Las urnas han hablado. De nuevo la derecha toma el relevo de la izquierda, como volverá a suceder cuando la derecha se desgaste. ¿Ha cambiado algo? Los problemas diarios siguen siendo los mismos, quienes dirigen los destinos mundiales (lease, los dioses-mercado), lo siguen haciendo despiadadamente. En el fondo del mar un volcán sigue en erupción, quizá en parto doloroso de una nueva isla en pleno siglo XXI. En el Hierro sus habitantes se preguntan cuál será su destino... En millones de casas el paro sigue siendo un cáncer que todo lo corroe. Se ven muchas filas en los lugares de venta de los cuponazos, bonolotos, primitivas y loterias de una navidad que se augura llena de luces consumistas, como siempre.
"Nada nuevo bajo el sol..." No nos tomemos tan en serio. El ser humano es un ser de paso por esta tierra, nadie vive eternamente. Lo que sí debiéramos tomarnos muy en serio es la creación esforzada de modos de vida que cuiden de los más débiles, que aseguren la posibilidad de vivir de todos y todas.
Mientras sigamos creyendo que somos lo que hacemos, que somos lo que tenemos, mientras sigamos enzarzados en las trampas de nuestro ego, nada cambiará. Mientras nos sigamos creyendo "el ombligo del mundo" la división está segurada, las guerras y codicias también.
Urge salir del ego, urge aprender a ir hacia el centro de cada uno de nosotros para poder ir hacia el centro de los centros de poder mundiales cargados de alternativas humanas. ¿Seguirá siendo una quimera desear tener una clase política y empresarial verdaderamente humana, sabia, atenta al ser humano y no al dinero? ¿Podrían nuestros centros educativos formar las futuras generaciones de políticos/as y ecomonistas que puedan mejorar estas estructuras tan terriblemente injustas?
Leo que en un encuentro de educadores católicos en Madrid, Esperanza Aguirre hacía una llamada a educar en los valores cristianos, me apena que con tanta facilidad se hable de "valores cristianos" cuando de lo que queremos hablar es de tradicionalismo, elitismo, una lectura de la fe preconciliar. Francamente hemos rebajado mucho el listón en todo. La mediocridad y el egoísmo abundan en las personas que dirigen nuestros destinos políticos, económicos y ecológicos.
Por eso, porque mientras el ego dirija nuestras vidas pocas cosas cambiarán de verdad, mejor no nos tomemos muy en serio banderas, partidos, credos y todo aquello impregnado del hombre/mujer viejo/a.
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