Orar clamando como el pobre "Jesús, ten misericordia de mí" dejando que nazca progresiva y suavemente la conciencia de la propia limitación, el reconocimiento amoroso de toda mi fragilidad y mi pecado. Clamar a Dios no como quien pide un acto de magia externo, clamar a Dios no como causa descendente, sino clamar desde la clara conciencia de que aquello que pido es tarea mía, clamar me implica, clamar me despierta, clamar me lleva después al irrenunciable silencio.
Orar, finalmente, como puro acto de amor. Todo da paso al amor. Todo nace y conduce a él cuando hay limpio corazón.
Orar revoluciona el Ser, lo redimensiona, lo nutre. Orar "descentra", es decir, me saca de mí, despeja la mirada que la parte mediocre de mí no quiere poner realmente en la Luz sino en pequeñas lucecillas fáciles de guardar después bajo un celemín.
Unido a la oración, el ayuno cobra radicaliad y fuerza. Ayunar devuelve la finura de percepción al cuerpo opuesto al adormecimiento del exceso de cualquier cosa, ya sea comida, TV, ordenador, ruidos, prisas, críticas, quejas...
Decidir conscientemente ejercer control sobre uno mismo a nivel corporal despierta los sentidos internos. Pasamos de depredadores que vigilan para saltar inmediatamente sobre lo que siente como presa atractiva a ser contemplativos que ven más allá, que reconocen la bondad o la perversión de tantas cosas y pensamientos y saben frenar el paso.
Ayuno como acto de compasión. Orar nos pone en comunión con el dolor de la humanidad. En el sielncio orante resuena continuo el madamiento del Amor de Jesús, su testamento. El ayuno se transforma también en apertura al otro, en capacidad para compartir, para dejar ir permitiendo que a otros llegue lo necesario, lo justo, lo que le ha sido robado bajo capa de mil excusas estructurales.
Ayuno de egoísmo, ayuno, de miedo, ayuno de quejas, ayuno de negatividad, ayuno de hacer las cosas a medias, ayuno de superficialidad, ayuno de escepticismo, ayuno de poner toda la responsabilidad en otros o incluso enun dios-mago que todo lo hará por mí si sé comprarle convenientemente.
Todo sostenido por el silencio orante que nos enseña a ayunar del ego inmaduro.
3 comentarios:
¡A este ayuno me apunto! Es exigente la propuesta, sobre todo en los dos últimos párrafos. Lo voy a compartir con las comunidades que visito en estos días cuaresmales. Seguro que llegamos todos con más pasión para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Hoy los apóstoles ven a Jesús como realmente es.
También tu verdadero ser es un diamante.
No te dejes engañar por las apariencias.
Ni tú ni los demás tenéis nada que cambiar en lo esencial.
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No confundas la meta.
No tienes que arrancar nada de ti.
Todo lo que no es esencial, terminará por desprenderse.
Agudizar la vista para ver lo que eres,
más allá del oropel o del lodo que te cubre y oculta.
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Solo la meditación podrá iluminarte para ver la realidad.
No es fácil, pero es el único camino.
Insiste. Enfoca toda tu atención hacia el centro de tu ser.
La iluminación llegará con la mayor naturalidad.
Precioso y verdadero, GOnzalo, muchas gracias.
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