La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 18 de mayo de 2020

Educación de la Interioridad: fluir... y encauzar

.EDUCACIÓN DE LA INTERIORIDAD: FLUIR... Y ENCAUZAR

El fluir surge esencialmente desde la radical experiencia de unidad con la Vida: somos Uno con la Vida, somos la Vida Una expresándose en distintas formas. 

El observar y el silencio nos liberaron del ego y crearon el espacio vacío a través del cual la Vida puede fluir libremente.

Para usar la imagen de la flauta: el observar toma conciencia de la flauta, el silencio nos convierte en el agujero, el fluir es la música que se produce.
Este fluir se centra en el momento presente, que es el único momento donde acontece la vida y en el cual la vida se expresa.
Esto no quiere decir que no se pueda programar o planificar acciones futuras. Pero lo hacemos desde el ahora y desde la conciencia clara que lo único real es el ahora.
(Stefano Cartabia. El agujero en la flauta)

Continúo avanzando en este recorrido y comentarios por las confluencias que encuentro entre esta propuesta de recorrido existencial de Stefano Cartabia y nuestra propuesta pedagógica de Educación de la Interioridad. 
Proponer la centralidad del observar y del callar que traen como resultado connatural vivir fluyendo con la Vida, es algo presente en la vida y enseñanza de todos los hombres y mujeres sabios y místicos de la historia de la humanidad. Resuena como algo quizá "original" porque lo teníamos muy olvidado, especialmente en el occidente científico-técnico y neoliberal.
Llevamos tiempo dándonos cuenta de que sin "hogar interior", sin regresar a casa, vivimos exiliados de aquello que otorga a la persona las fuentes de sentido y de paz en medio de las tempestades vitales personales y colectivas.
He ido utilizando la palabra "confluencia" para referirme a esta  "sincronía" de ideas y líneas de fondo entre el autor del blog "el agujero en la flauta" y mi forma de entender y proponer la EI. La palabra "confluencia" quiere decir llegar a un mismo punto desde varios lugares, reunión. En su raíz está el verbo "fluir". Sería la imagen de todos los afluyentes de un río que se unen en una misma corriente principal y, así, transitan ya mezclados hacia el mar. Me alegra enormemente vivir estas confluencias existenciales. Lo que fluye, confluye siempre.
FLUIR Y CON-FLUIR: Con-fluir, "fluir-con"... Estamos de hecho, todos/as fluyendo en un sólo río, el río de la Vida. Habrá quien intente rehacer los cauces para que resulte más cómoda la vida, habrá quien se deje la piel y no vea el paisaje de las orillas construyendo pantanos que la embalsen y retengan  por miedo a la total libertad de ese fluir vital. Otros arremeterán, arrasarán con sus aguas vitales el ritmo vital de otros. Algunos se sentirán desbordados por la Vida... Pero el hecho es que todos, absolutamente todos y todas, estamos dentro de un fluir que acontence incluso a pesar  de  nosotros.
Por eso es tan importante que el verbo "fluir" y "confluir" estén en la base y señalen el horizonte de una propuesta pedagógica para el siglo XXI. Porque no se trata tan sólo de que "yo fluya" sino que, si ese fluir es genuíno  me llevará inexorablemente a con-fluir con los demás que pasan a ser parte de mi propio ser. Aquí "mística" y "ética", nunca mejor dicho, confluyen. Lo hacen tambien nuestro dos objetivos principales, a saber, "unificación de las dimensiones de la persona" y "construcción de la unidad con los demás el mundo y Dios".
A través de los tres contenidos generales que son iluminados y correctamente situados por los dos grandes objetivos que acabo de señalar y que, a su vez son desplegados en múltiples técnicas dentro de una metodología activa, se pretende entregar a la comunidad educativa herramientas muy concretas para ir aprendiendo a ser. Y "ser" conlleva "fluir" en el sentido que remarca Stefano Cartabia: El fluir surge esencialmente desde la radical experiencia de unidad con la Vida: somos Uno con la Vida, somos la Vida Una expresándose en distintas formas. 
Pero, de nuevo, debemos recordar que en la EI nosotros nos situamos dentro del contexto del proceso de enseñanza-aprendizaje propio de un colegio. Cada edad y etapa educativa conlleva sus características y hay que tenerlas muy en cuenta:
EL FLUIR DE LOS NIÑOS/AS: cuando estamos en las edades de los tres a los nueve años, estamos acompañando el proceso de aprender a ser sin abstracciones. El niño/a, hasta los 11 años, es un ser totalmente sensitivo. A través de sus sentidos entiende y experimenta el mundo sin abstracciones. Poco podemos enseñar a un niño de tres, cinco o siete años acerca del "fluir" con la Vida. Él, ella, está inmerso en la Vida, al cien por cien. El Presente es el tiempo del niño/a. El futuro, en todo caso, adquiere sentido como anhelo de ilusiones muy concretas: mi fiesta de cumpleaños, los Reyes Magos, los juegos y risas en el campamento de verano. De forma especialísima, hasta los tres años, la persona está real y totalmente toda ella en el "fluir". No hay pensamiento acerca de la vida, de su sentido, no hay meta alguna porque simplemente "se es". El niño, la niña sí que es "Vida Una expresándose". En esas edades quizá la labor en la que el maestro /a deba poner todo el enfasis es en no cortar ese fluir espontáneo y armonioso de la Vida en la vida de ese niño/a. El proceso de socialización del niño conlleva siempre el  encauzamiento de fuerzas e impulsos de gran potencia, pero no hemos de confundir "encauzar" con "castrar" o "eliminar". Con todo, siempre sucede algo de eso en los primeros años y, no olvidemos, que es ahí donde se crea eso que llamamos la "sombra" y que, en estadios posteriores de nuestra vida, todos/as deberemos reconocer y resituar si queremos vivir este "fluir" al que nos referimos.
EL FLUIR A PARTIR DE LOS 11 AÑOS: Estamos en el momento de la "llegada" del pensamiento abstracto. Esta capacidad de "abstración" supone un sinfín de posibilidades y de oportunidades para el niño y el adolescente. El pensamiento abstracto nos capacita para ver las cosas con perspectiva. El niño puede, por decirlo así, ir más allá de sí mismo, de la inmeditaez de los sentidos y anticipar soluciones, imaginar escenarios diferentes ante un mismo dato, viéndose acrecentada su capacidad creativa. Es un momento educativo interesantísimo puesto que, a la par que el niño puede ir más allá de sí, también es verdad, que sobretodo en la pubertad-adolescencia, podrá emprender viajes más profundos dentro de sí. Todo ello ofrece un "ecosistema" riquísimo para la EI. Técnicas como la visualización adquieren en estas edades un sentido especial para favorecer la introspección, la capacidad de identificar emociones y de integrarlas, la posibilidad de imaginar abierta y confiadamente su vida desde la mejor versión de sí mismos, su apertura a las preguntas por el sentido de la vida y por su identidad personal y un largo etcétera de núcleos vitales que en estas edades cobran protagonismo y que se convierten en materia prima para la construcción de su ser. El "diario de interioridad", herramienta ya presente en etapas educativas anteriores, ahora resulta de especial importancia y significatividad para el niño al crecer en vida interior. Ese "diálogo" consigo mismo es un camino magnífico que resulta posible gracias al pensamiento abstracto que me permite "desempastarme" de mí mismo para decirme cómo me veo, como siento lo que siento, para narrarme mis sueños y deseos a la par que mis miedos y dudas. En este sentido, las técnicas aprendidas e interiorizadas en fases previas (conciencia corporal, relajación, respiración consciente, visualización, dibujo creativo, meditación, trabajo de la voz, etc...) se transforman ahora, una vez experimentadas e interiorizadas (lo repito porque nunca debemos olvidar el contexto procesual en el que trabajamos) en herramientas al servicio de un mejor pensamiento, una emocionalidad saneada, y un aumento de la autonomía personal.
Pero, a la vez que el pensamiento abstracto posiblita en el niño vivencias y formas de acercamiento a la vida sumamente interesantes y positivas, también es cierto que, de alguna manera, esa abstracción, nos "saca" de aquel fluir innato con la vida del niño en fases anteriores. A mi modo de ver, el proceso evolutivo propio de los alumnos/as a partir de los 11 años pide de los adultos saber cuidar una propuesta que armonice el "encauzar" con el "fluir". En la etapa escolar, llegados a los 11 años, la pregutna por el "yo" y la cuestión acerca del sentido de la vida se hacen muy presentes y acompañarán a la persona el resto de su existencia. Trataremos, pues, de armonizar experiencias y aprendizajes que ayuden conectar con uno mismo y con los demás  desde la capacidad de proyectar, de organizar, de encauzar emociones y comportamientos, con experiencias y aprendizajes que conecten al alumno con la vida profunda que late en su interior con la gran invitación a ser confiandose a la propia vida y su fluir. Con todo, dese mi punto de vista, entrar de lleno en el "fluir" profundo con la Vida desde la certeza de ser uno con ella, es un asunto ya de adultos y, más en concreto, de esa etapa vital que acontece a partir de los cuarenta-cincuenta años. Podemos, sí, a través del modo en el que educamos, favorecer o dificultar que esa capacidad de fluir se haga acto en la persona. Evidentemente, la propuesta pedagógica de la EI se sitúa en una pedagogía del ser, por tanto, se trata de un proceso educativo que quiere mantener al alumno/a en contacto con su ser más genuíno, con su esencia, pero en un momento de la vida en el que, paradójicamente, la obra principal de la persona es construir su "yo existencial". Dice Cartabia: El observar y el silencio nos liberaron del ego y crearon el espacio vacío a través del cual la Vida puede fluir libremente. Mi modo de entender esta afirmación es que esto sucede en la plena adultez, siendo, en cambio lo propio de las etapas anteriores la construcción de ese ego que, curiosamente, estamos llamados a integrar para, después, trascender. Lo que la EI ofrece es conocer, experimentar e interiorizar  desde pequeños y en el colegio ese silencio y esa observación imprescindibles para fluir con la Vida más tarde.

2 comentarios:

Erika dijo...

Hermosa reflexión Elena, la pedagogia del ser, va encontrando su pista de aterrizaje para el y la joven del siglo XXI

Elena Andrés Suárez dijo...

GRacias, Erika. Ojalá sea un buen aterrizaje que ayude a, después, emprender el vuelo y despegar con fuerza. Besos.