La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 28 de mayo de 2020

Educar la Interioridad en el post-confinamiento: CUIDAR LA VIDA (2)



Más que nunca y como siempre la atención al SER ha llamado a nuestras puertas.

Se nos ha llenado la casa de mensajes de cuidado, de atención. Se comenzó a creer en que quizá, a lo mejor... "todo esto", a quienes no nos arrebatara el virus la vida ni el trabajo, nos haría resituarnos y salir con una cierta metamorfosis del ser...

Ahora estamos saliendo, no de la pandemia, pero sí de casa. Ahora las calles se pueblan de nuevo de risas de niños y de miradas de ancianos. Ahora las terrazas parecen tener la importancia que tuvo en su momento el papel higiénico. 

La capa de ozono se estaba curando (eso decían al menos...) pero ahora lo importante es el coche privado porque en el bus, en el metro o en el cercanías quizá te contagias.

Las playas estaban limpias, el mar más azúl, incluso el agua de Venecia decían estaba preciosa. Pero ahora viene el calor y, después de escoger bikini y bañador en cadenas de tiendas (no las del barrio de toda la vida, seguramente) que vuelven a abrir sus puertas, regresamos a la playa y, ella, abierta y presente, nos acogerá, incluso aun cuando la llenemos de colillas y de plásticos.

Y, en medio de todo este "salir", algunos dicen y repiten: ¿Por qué se ha organizado la reapertura de los bares y no la de los colegios? ¿Mi hijo/a puede estar en una terraza y no puede estar en el colegio? Y lo dicen como una crítica, como una "falla" de nuestra sociedad.

Y cada vez que escucho esa especie de "mantra" me surgen mil y una respuestas. Hoy daré algunas.

Lo resumo todo en esta acción que considero educativa, en una concepción de la educación no centrada en lo curricular pero sin olvidarlo. Una acción del colegio pero no sólo, una acción que toda la sociedad y cada individuo en ella, está llamado a acoger y llevar a cabo: CUIDAR LA VIDA.

Más que nunca y como siempre... CUIDAR LA VIDA ATENDIENDO AL SER, o dicho en lenguaje competencial: APRENDIENDO A SER.

Si como sociedad entendiéramos qué es cuidar la vida, toda vida, entenderíamos que esta crisis nos está ofreciendo una inmensa oportunidad para identifiar los modos vitales, los modos de organizarnos y de consumir que están desatendiendo e incluso atacando la vida.

Hemos comprobado que el cuidado y atención a nuestros ancianos/as es, en algunos casos, deficiente y nos hemos llevado las manos a la cabeza al saber los datos de mortandad en las residencias de mayores. Decíamos que nos quedábamos en casa por ellos y ellas y por los "más vulnerables" al virus. Lo decíamos pero, ahora, al regresar al trabajo quien aun puede, al regresar a la terraza quien pueda y tenga estómago, al regresar... ¿Quién se está preguntando qué "imperativo moral" nos pone delante este contexto de COVID-19  y qué "apetencias" o aparentes "esenciales" deberíamos dejar en segundo plano para de verdad, seguir cuidando esas vidas más vulnerables?

Y aquí llego a la cuestión que apuntaba antes: por qué no es ni de lejos lo mismo la reapertura de un bar que la de un colegio.

La escuela es uno de esos lugares donde confluye la vida que está en ciernes, está haciéndose. Al igual que en los "geriátricos" (triste palabra) confluye la vida en su fase de conclusión. Ambos polos, inicio y fin ¿no los estaremos descuidando en pro de un "en medio" de la vida que el sistema potencia porque es más productiva y casi se gestiona solita?

En la escuela puede aplicarse ese verso hermoso del gran poeta catalán Miquel Martí i Pol: "Todo está por hacer y todo es posible"

Posem-nos
dempeus altra vegada i que se senti
la veu de tots solemnement i clara.
Cridem qui som i que tothom ho escolti.
I en acabat, que cadascú es vesteixi
com bonament li plagui, i via fora!,
que tot està per fer i tot és possible.


(PONGÁMONOS 
DE PIE DE NUEVO Y QUE SE ESCUCHE
LA VOZ DE TODOS SOLEMNEMENTE Y CLARA.
GRITEMOS QUIÉNES SOMOS Y QUE TODO EL MUNDO LO ESCUCHE.
Y, ACABADO, QUE CADA UNO SE VISTA
COMO BUENAMENTE LE APETEZCA, Y ¡"VIA FORA!
QUE TODO ESTÁ POR HACER Y TODO ES POSIBLE)


Y ahora, como pocas veces, la Escuela tiene ante sí una inmensa oportunidad para re-pensar y re-crear sus modos y sus prioridades. Pero no sólo la escuela, es el momento de que la sociedad al completo comprenda que a un niño, lo educa "toda la tribu". En este sentido, es esperanzador comprobar como durante el confinamiento, la relación familia-escuela se ha hecho, en general,  más fluida con una mayor implicación de los padres y madres en el conocimiento no sólo de los contenidos curriculares que sus hijos e hijas reciben. sino en el conocimiento de los valores y lineas de fondo que fluyen en el colegio al que asisten sus hijos.  Esto, por sí mismo, ya es un avance y un logro de esta crisis. Algo, que en el momento en que pueda retornarse al aula, no debería perderse y sí, cuidarse y potenciarse.

En el caso que nos ocupa en este blog, también percibo que en lo referente a la Educación de la Interioridad, numerosos centros educativos se dan cuenta de que  el momento del regreso al aula no podrá ser una regreso "sin más", como si no hubiera pasado nada y comenzando con el "decíamos ayer" de Fray Luis de León. No, la comunidad educativa y los profesores en particular, serán los que reciban y acogan la "mochila emocional" que cada alumno y su familia hayan ido generando durante esta crisis mundial. Habrá quien en esa mochila lleve cansancio y desasosiego, habrá quien lleve pérdidas laborales o personales, habrá quien lleve miedo, habra, quizá un poco de todo en no pocas de esas mochilas. Pero no sólo de los alumnos, sino de los propios educadores/as, de toda la comunidad educativa. Ahí es donde los contenidos y técnicas de la EI, así como su transfondo teórico, van a demostrar toda su capacidad para ayudar a situar y acompañar el mundo emocional de la comunidad educativa.

Por eso, reabrir un colegio no es reabrir un bar. Al colegio no va uno porque quiere, ni a "pasar el rato". La vida de un colegio implica un fino encaje de bolillos de organización temporal, espacial, de gestión de personas, de liderazgo de programas y líneas educativas, de atención y acompañamiento a niños, adolescentes y familias. Implica un gran número de actividades, de monitores externos y sobretodo, implica una relación  de acompañamiento vital a los alumnos y a sus familias.

No, señores míos, no puede improvisarse el retorno al aula como se ha ido improvisando (sin ayuda de ningun ministerio y sí numerosas críticas y opiniones gratuitas) el paso inmediato al confinarnos a una educación on line. Esto último se ha hecho así  porque no ha quedado otro remedio y se ha hecho, en lo que yo conozco, muy bien, para nota. Por cierto: todavía estoy esperando una cita en las redes para un aplauso enorme a los profes de este país. Llamadme ingenua...

Gracias a Dios ni los sanitarios ni los educadores, ni otros muchos se mueven  por "aplausiómetros" sino por el compromiso personal con su vocación. Y ahí está la escuela, que no es un bar. La escuela a la que llegarán los niños y los adolescentes y jóvenes tras un confinamiento largo, tras un verano que no sabemos como será. Los contenidos curriculares que podían antes trabajarse en grupos numerosos, en equipos cooperativos cercanos, las clases de Educación Física, el coro del colegio, los encuentros y juegos en el patio y los pasillos, las visitas al lavabo, y, por supuesto, las técnicas de trabajo corporal, de integración emocional y de apertura a la trascendencia trabajadas a través de masajes, de respiración consciente, de juegos, de dinámicas de grupo muy cerca unos de otros, de compartir materiales... todo y más, tendrá que ser revisado, repensado, recreado...

Llegarán los alumnos/as con mascarilla y guantes y con la obligación de no tocarse. Llegarán los profesores con media cara visible para decir a sus alumnos/as en ese lenguaje no verbal tan importante en la educación, que están ahí para ellos, que les quieren, que creen en sus posibilidades.  Que "todo está por hacer y todo es posible". Como se lo han dicho a través de las pantallas de mil modos posibles. Se lo dirán ahora con una mirada que traspasará los dos metros.

La escuela, en un regreso post-confinamiento, será un lugar más, pero único en su peculiaridad, desde donde cuidar la vida. Por eso, por favor, no la comparemos con un bar.

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