Hoy, mientras pedaleo hacia ningún lugar, me viene a la cabeza la diferencia entre “lo estático” y “lo extático”. ¡Cómo una letra puede cambiar el significado de una palabra!
Estático
según me dice la Rae es dicho de lo que permanece en un mismo estado, sin
mudanza de él o de una persona que queda parada de asombro o de emoción.
Lo extático, me
dice el diccionario, significa que está en éxtasis o que lo tiene con
frecuencia o habitualmente.
Me doy cuenta de que un
poco “extática” ya soy y no porque viva arrobamientos místicos al estilo de lo
que solemos imaginar cuando pensamos en esas cosas, sino porque hay tantas
cosas que me “extasían”: Despertarme y sentir que mi marido está a mi lado. El hecho de que cada día esté a mi
lado me maravilla, me lleva al agradecimiento profundo. Percibir al levantarme
que mi cuerpo responde, que me pongo en marcha, que todo está básicamente bien.
El tiempo de oración donde todo brilla más, tiene más sentido y se revela en
novedades insospechadas y en invitaciones inesperadas a “ir más allá”. El
delicioso “pack” diario de ducha y desayuno, con sus sabores, sus aromas, sus
pequeñas liturgias establecidas que ayudan a afrontar el día. El sol, o la
lluvia o el viento… Matices de colores, de sensaciones diversas. El sencillo
placer de mi casa limpia y ordenada. El saludo cariñoso, el recuerdo
inesperado, la presencia cálida de un amigo que te llama o al que sientes el
irrefenable deseo de llamar. Saber todo el bien que están haciendo personas a
las que conozco y que me inspiran. Llamar a mi madre por teléfono y sentirla
animada, positiva, cariñosa y recibir varias dósis diarias de sabiduría y de
practicidad conversando con ella.
Y así tantas razones para
el éxtasis diario, desde el punto de la mañana al último segundo antes de
cerrar los ojos. El éxtasis que me deja
“estática”, parada, más bien embelesada durante unos segundos, o durante unos
minutos. Así me doy cuenta de que lo
extático se convierte en razón para lo estático. Las potencias se
recogen absortas en ese rostro, esa sensación, esa palabra, ese “no-sé-qué” que
todo lo atrae y refrena y que actúa a modo de “tentempié” del alma para que
ésta reciba su diaria dósis de buen alimento.
Y, así, de “éxtasis en éxtasis” el mundo se va revelando más bello, más lleno de sentido y orden. De
“éxtasis en éxtasis” lo cotidiano, ser revela espacio y motivo para lo sagrado.
Pero, para que esté el
interior abierto al éxtasis diario de la existencia, hizo falta practicar lo
estático muchos años, en muchos momentos. Los tiempos de “parón” que
permitieron afinar los sentidos. Los tiempos de fortalecer la mirada interior
para poder al fin, un día, por sorpresa, descubrir que “todo es revelación, que
todo lo sería de verlo en estado naciente”, así lo decía María Zambrano. Así lo
siento yo hoy pedaleando estáticamente.
3 comentarios:
Tu creatividad me extasía, amiga Elena. Gracias una vez más por enseñarme a quedar estático ante tantas cosas, a "darme cuenta" de ellas, unas bellas y otras para que las embellezca. No es lo mismo ver que mirar. Un abrazazo, extasiante y estático por un rato.
Maravilloso pensamiento extatico. Me encanto
Gracias, Pere y Leo. Un gran abrazo.
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