La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Oda a la vida retirada (aunque sea forzada). Parte II: Comentario a la complejidad de retirarse en tiempos de crisis

Espero que hayáis leído y os hayáis deleitado con la Oda de Fray Luis a la vida retirada. Además de lo que ese magno poema os inspire para vuestro tiempo de cuaresma en cuarentena, quiero compartir con vosotros y con vosotras algo que me ronda desde que comenzamos a "regresar a casa" para vivir la cuarentena (curiosamente REGRESO A CASA es el nombre que elegí hace más de diez años para este blog).

En España son ya unas dos semanas entrando en el territorio del "aislamiento social voluntario", más tímidos y temerosos al principio y, ahora ya, forzado por un estado de alerta que nos conmina a estar en casa sí o sí.
Resulta impresionante lo que cinco días de cuarentena nacional han inspirado para crear todo tipo de vídeos, memes, poemas, canciones, sugerencias de lectura... Desde aquí y desde YA doy las gracias especialmente a los que nos devuelven la sonrisa y la risa con sus invenciones geniales y graciosas, trasformando el drama en comedia para poder asentarnos en la tragi-comedia en función de como estén los ánimos cada día y casi cada hora.

Pero voy a lo que quiero compartir. Se trata del hecho de que comenzando por China, poco a poco, la expansión del virus con corona, nos está convirtiendo a los habitantes de este planeta en aprendices de ermitaños. Miles, quizá millones de personas están experimentando por vez primera en su vida lo que es RETIRARSE, o como yo he dicho toda mi vida "hacer un retiro".

Evidentemente no es lo mismo retirarse del "mundanal ruido" porque uno quiere, incluso porque uno lo necesita, que hacerlo porque tu gobierno te dice que te quedes en casa o por miedo o por cuidar de los otros. La motivación difiere pero me parece que el camino a recorrer se parece mucho, al menos así lo veo yo y es lo que deseo saber explicaros.

Durante mi vida he vivido incontables retiros de diferentes formas, en múltiples enclaves y de diversa duración. A los quince años ya entré en esta mistagogía del "retirarse". Después mi vida se ha ido configurando de tal forma que necesito como el respirar retirarme, parar, apagarlo todo menos lo más genuíno. Estar sola muchos días, muchas horas en casa o en otro lugar no me es extraño. Estar dentro de una casa sin salir y además sin TV, ni móvil, ni ordenador, no me es extraño (lo que me resultó extraño y lo recuerdo vivamente. fue mi primer retiro con móvil y el primero con ordenador).
Disculpadme si os pareciera que quiero sentar cátedra y aparecer ante vosotros como "experta en retiros", no es mi intención, pero sí quiero, antes de desgranar lo que me nace dentro, dejar claro que no hablo de teoría, sino de algo que forma parte de mí. 

Intentaré explicarme mejor. No me cuesta entender que tantísimas personas necesiten vídeos tutoriales, textos, etc. para "saber qué hacer en casa". No me extraña, la verdad, porque de un día pàra otro practicamente ha cambiado la concreción de las veinticuatro horas del día. De golpe estamos todos en casa todo el día: hijos, marido, mujer, perro... O de golpe estoy con mi comunidad (algunas religiosas me lo han dicho también) todo el día. Y, lo más importante:

  • Salir a pasear sin más, para tomar el aire, para "airear" la cabeza, no es factible.
  • Disfrutar del ocio al aire libre no es posible.
  • Salir juntos a compar algo tampoco.
  • Salir juntos a lo que sea no está permitido.
  • Si salgo, he de cuidar la distancia de metro y medio con los demás.
  • Si puedo trabajar desde casa, una pantalla de ordenador se convierte durante horas en mi paisaje visual y en fría interlocutora.
  • Esas cosas que me ayudaban a "dispersarme" cuando no quiero pensar, no están o se ven reducidas a muy poquitas.
  • El espacio vital que me otorga salir de casa, ejercer mi "rol social" en el trabajo, sanamente distinto de mi modo de estar y ser en casa, desaparece casi por completo si no totalmente.
  • He de compartir espacio físico las veinticuatro horas del día con mi familia o con mi comunidad o, quizá, solo/a (no voy a entrar ahora en este tema de la soledad de quienes viven solos estos días, es muy denso, quizá lo reflexione con vosotros/as en otro momento)
  • NO SÉ EXACTAMENTE POR CUANTO TIEMPO SERÁ ASÍ...Todo acontece en un clima de incertidumbre.
Es decir, todo aquello que en el ir y venir de la vida de antes del virus coronado, me hacía de muleta para "ir tirando" ha caído o está cayendo y, ni siquiera puedo poner la fecha de finalización claramente en el calendario. Y queda esta novedad del "estar en casa" todo el día. Y buscamos "cómo llenar el tiempo", como organizarlo, qué puede suplir a mis muletas de antes para vivir el día a día. Y entonces, normal, comienzan a estallar tempestades interiores.

Pues todo esto es lo que pasa cuando una persona busca voluntaria y conscientemente el retiro. Más pronto o más tarde, todo se pone en contra y te invita sutil o groseramente a marcharte a encontrar modos de dulcificar el retiro. Sucede incluso en el tiempo que dura una sentada meditativa o de oración de media hora: a cada poco nuestro ego nos presenta mil cosas más interesantes que hacer que estar ahi quietos.

Porque retirarse es eso, retirarse, es decir, apartarse, trastocar la cotidianidad, crear otro ritmo que permita atender a quello que sentimos debemos atender y que queda relegado o escondido en el ritmo de la vida de cada día.

El camino espiritual ha encontrado siempre en el retiro su mejor herramienta para favorecer que emerja lo esencial, para permitir que la Voz interior pueda ser escuchada, para aprender a dialogar y abrazar la propia sombra.
En una sociedad tan volcada hacia lo de fuera, tan inmersa en el "hacer", este frenazo brusquísimo en la vida cotidiana es duro, es difícil de digerir.  El contraste entre la velocidad vital en la que estamos enredados a diario con la impuesta quietud a la que nos ha "atado" esta pandemia, es brutal. Es un contraste que quizá nos haga sentir como mareados y desorientados al principio.

Sin embargo estoy firmemente convencida de que no sólo esto acabará bien ("Tutto andrá bene") sino que será para nuestro bien si nos reconciliamos con esta quietud.

¿Acaso no llevamos mucho tiempo educadores/as, padres y madres de familia, expertos en crecimiento personal, en espiritualidad, etc... afirmando que es necesario "parar"? ¿Acaso no estamos "consumiendo" cursos y más cursos de mindfulness, meditación, yoga, educación de la interioridad? ¿Acaso no afirmamos muchos que es urgente retornar a modos de vida más calmados y recuperar la vida familiar pausada? ¿Acaso no nos cansamos de repetir que "necesito tiempo"? ¿Acaso no decimos tener tantas cosas pendientes para las vacaciones o "para cuando tenga tiempo? ¿Acaso no estábamos muchos, antes de la pandemia, afirmando con contundencia que si queremos salvar el planeta debíamos bajar el ritmo de consumo, etc? PUES YA ESTÁ AQUÍ. El Cosmos nos ha escuchado y nos para, eso sí, sin previo aviso, cuando más despistados estábamos o más crédulos de nuestra omnipotencia.

Todo esto es lo que, repito, sucede en el contexto de un retiro personal voluntario: uno se va de "lo de siempre" para crear las condiciones de posibilidad para escuchar de veras lo que Dios me quiere decir, o lo que la Vida me quiere decir. Uno se va de retiro para o deseando reconectar con la Luz interior, para comprender-me mejor y acoger mi vida. Uno se va de retiro al encuentro de uno mismo, de lo profundo, de algo, pero surgen tantas dificultades... Las mismas que surgirán estos días en casa y que hoy resumo así:

EL VÉRTIGO DE LA EXISTENCIA. Una existencia desnudada de artificios. Sin posibilidad de huídas hacia delante. En un retiro elegido, la persona escucha y siente dentro de sí ese "demonio meridiano" que te susurra al oído que no serás capaz de resistir tantas horas o tantos días de apartamiento y te seduce con mil posibles formas sutiles de huir.
Eso seguro nos está pasando ya, pero aderezado con el ingrediente del MIEDO: miedo a que yo o alguien querido se contagie con virus y la INCERTIDUMBRE de no saber cuánto durará esta situación y una vez pase, qué sucederá con nuestra economía, si todo volverá a ser igual, si aparecerá otro virus...

EL ABURRIMIENTO. Quizá haya quien no experimente "el vértigo de la existencia" que es algo como "muy grande" pero sí se aburrirá y mucho porque ver series todo el día acaba aburriendo, ver las mismas caras por más que sean las de nuestros seres más queridos puede "aburrirnos" o "empacharnos", porque estar dentro de casa puede aburrir, y mucho. Ni qué decir cómo será el aburrimiento para quien la pandemia le haya pillado viviendo solo/a. Y tal y como nos han enseñado a vivir, el aburrimiento ha sido descartado de la ecuación vital totalmente, no debes aburrirte: ese es el mensaje desde cada esquina de nuestro mundo occidental: haz algo, no te quedes quieto y, a poder ser consume. Pero resulta que el aburrimiento es sano, es bueno y hasta necesario porque hace fluir la creatividad. En una sociedad donde nos lo dan todo hecho, prefabricado, hasta el ocio, aburrirse puede ser el gran descubrimiento para niños, jóvenes y adultos y si lo sabemos acoger, será bueno.

LAS PREGUNTAS Y LAS CUESTIONES POSTERGADAS: Habrá quien, con este frenazo vital, de pronto sienta que resuena esa vocecita que te recuerda lo postergado, que te lanza las preguntas a las que no quieres responder y a las que, hoy, si de veras quisieras, podrías prestar atención porque casi no hay excusas para no hacerlo.

Evidentemente todo esto lo comento en el contexto de personas sin demasiados problemas para afrontar esta cuarentena. 

En resumen: un retiro es un retiro, sea voluntario o forzado, porque cuando el ser humano es despojado de muletas y capas, emerge algo que puede, si no estamos preparados, darnos miedo, algo que no sabemos como manejar y que es, sin más, el hecho de existir.



2 comentarios:

Gema dijo...

Qué bien lo expresas, Elena! Gracias por tus reflexiones, pones palabras a tantos sentimientos... Un abrazo grande.

Elena Andrés Suárez dijo...

¡Gracias Gema! Qué alegría que me dejes tu comentario. Un inmenso abrazo desde la no-distancia del corazón.