La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 27 de abril de 2020

Dejarnos infectar...

La Educación de la Interioridad  se ha hecho "hueco" en la vida escolar, en los procesos formativos de los educadores/as, en las publicaciones y en el vocabulario educativo.  Hay quien lo recibe con alegría y ganas. Hay quien lo mira desde siempre con sospecha. Hay quien sigue a la espectativa...

Sea como sea, ahí está la EI como un contenido transversal en algunos casos, como meras técnicas en otros, como propuesta de cambio sistémico en el caso de mi propuesta. Me gusta denominarlo "Paradigma pedagógico".

A medida que se suman más días y semanas a nuestro confinamiento en casa, asisto al despertar de muchas personas a una relación más atenta con su interior. Los profesores/as a los que estoy formando, me explican el modo tan distinto en el que entienden ahora "eso de la interioridad". No pocos me explican de qué modo están aplicando las técnicas que han aprendido en el Posgrado u otras formaciones, a su vida diaria: respiración consciente, relajación, meditación, conciencia corporal, visualizaciones, lectura sosegada, escucha atenta del otro, integración emocional, etc...

Hace unos días terminaba de corregir algunos trabajos del Posgrado, uno de esos trabajos consiste en la lectura crítica de un libro de la bibliografía. Trabajo tras trabajo, en todos se repetía la experiencia de, o bien haber vuelto a leer el libro elegido en estos días de cuarentena, o bien haber podido comenzar el trabajo justo ahora con algo más de tiempo (aunque no mucho, ya sabemos que los profesores/as están trabajando un promedio de dos horas diarias más. Mientras escribo estas líneas, escucho de fondo a mi marido en una video conferencia con algunos de sus alumnos, es la tercera en lo que va de mañana y le quedan dos). Lo que llamó mi atención es que todos me decían que, leído ahora, el contenido del libro o libros, resonaba muy distinto. Alguno me decía que "más real y aplicable". Otro me decían "ahora lo he entendido de verdad"...

Cuando terminé de corregir el último trabajo, quedó en mí la confirmación de lo que siempre he sabido: pretender educar la interioridad en el ámbito escolar no es cuestión de "saber" mucho (que hay que saber, hay que formarse,  hay que leer, hay que reflexionar, por supuesto) ni de "hacer fichas", sino de "gustar internamente". 

Una de las "piedra de toque" (no la única, pero sí la más evidente y reconocida) de aquellos/as que deseamos entregarnos de veras al cuidado de la dimensión interior, es todo lo relacionado con el silenciamiento y con el  estar en lo que estamos, estar presentes. La eterna cuestión del "aquí y ahora".

Pues bien, alegra mucho recibir tantos mensajes en los que las personas te dicen que ahora sí están pudiendo crear una rutina de meditación o de oración, que están disfrutando de cocinar, de mirar al cielo, de volver a escuchar música, de estar con los suyos sin prisas...

A mí siempre me impresiona mucho y me apena el modo en el que en los cursos que imparto, los educadores/as comparten esa sensación de "no llegar", de no poder hacer las cosas con calma, saboreándolas, a veces, ni en casa ni en el trabajo. Por no decir la de veces que se repite la palabra "imposible" cuando tratamos el tema de crear esa rutina de meditación diaria: "En el mismo sitio, a la misma hora, todos los días"...

¿Hace falta que nos sumamos en un "estado de emergencia" para valorar por experiencia los beneficios de priorizar el cuidado del ser interior? ¿Nos dejaremos de verdad y para siempre infectar por el virus de la "atención a lo interior"? 

Ojalá.


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