La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 8 de abril de 2020

PASCUA: EL PASO DEL SEÑOR


MIÉRCOLES SANTO: "porque es la Pascua, el paso del Señor"

Sabemos que los evangelios fueron escritos muchos años después de los sucesos narrados. Pasaron algo así como entre 50 o 70 años (no hay acuerdo en ello). Sabemos también que, cuando las personas nos ponemos a recordar, lo recordado nunca es una reproducción fiel al cien por cien. Cada uno recordamos en función de lo que "para mí" es importante, significativo. Hay personas más observadoras que recordarán todos los detalles como ropa, lugar, hora, gestos... Hay quien del recuerdo se queda como con la esencia emocional "lo que sentí en ese momento". Es decir, que si somos sinceros, no existen recuerdos totalmente "fiables", por decirlo de alguna manera. Si nos sentamos en familia a rememorar tal o cual momento, será muy divertido comprobar como cada uno aporta algo, como habrá quien, ante el recuerdo de los demás se queda con la impresión de que hemos vivido cosas distintas o "pues yo no debía de estar ahí porque no recuerdo nada de eso...".

Los recuerdos son algo fabuloso, la verdad. Me encanta el modo en el que cada uno cree que su recuerdo es el "verdadero" o el más completo... Es un ejercicio divertido entre amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo, recordar anécdotas, sucesos. Siempre se llena el ambiente de una energía muy bonita, sobretodo si lo recordado es agradable y hasta divertido.

Traigo a colación esto de los recuerdos porque en Semana Santa de modo muy especial, los creyentes hacemos un gran ejercicio de recordar, es decir, de VOLVER A PASAR POR EL CORAZÓN, la vida de Jesús en sus últimos dias. Y tal recuerdo no es recuerdo nuestro, eso es lo interesante, sino que recordamos en base a los recuerdos  de otras personas. Recordamos a través del testimonio plasmado en cuatro evangelios que, a su vez, precisaron de años y años de redacción, de discernimiento, de cribas sucesivas. Evangelios que se basan en tradiciones orales primero y escritas después hasta llegar a la redacción final que hoy leemos. En fin, que los Evangelios no son desde luego una fotografía perfecta del exacto momento en el que sucedieron las cosas que narran, desde luego en el Evangelio de Juan, el más simbólico de los cuatro no es así, pero tampoco en los sinópticos.

¿No os parece sugerente este hecho de que recordamos en base a los recuerdos de otros? si re-cordar, como decía, significa "volver a pasar por el corazón", me parece que re-cordar la vida de Jesús partiendo del recuerdo de otros, significa quedar imbuídos del latir de miles de corazones que han ido aportando su modo de mirar a Jesús, su modo de entenderlo, de vivirlo. No recordamos la vida de Jesús partiendo de "cero", lo vuelvo a repetir porque me parece importante: recordamos en base a otros recuerdos. Formamos parte de una "cadena de recuerdos".

Por eso es tan importante que rememorar la vida de Jesús sea eso, un paso por el corazón de esa esencia de su vida, de las palabras y gestos que nos han llegado a través de los Evangelios desde la conciencia de que lo divino y lo humano, confluyen en ese recuerdo. Re-cordar así supone actualizar, traer al hoy esos gestos y palabras. Re-cordar la vida de Jesús, si de veras se vive como un paso por el corazón, no nos puede dejar como estábamos. Re-cordar a Jesús revoluciona, conmociona, cuestiona, quizá como sus coetáneos fueron cuestionados y conmocionados por su presencia. Pero para que así sea, tal evocación tiene que entrar, penetrar "hasta las junturas del alma y del cuerpo".

Y Jesús, en su radical modo de vida, puede asustarnos, por eso continuamente lo dulcificamos y "arrimamos el ascua a nuestra sardina". Poque pasar por el corazón abiertamente sus palabras y sus gestos, nos deja al descubierto. Que Jesús fuera como fue, a ratos, no es plato de buen gusto para nosotros como no lo fue para sus discípulos, ni para las autoridades religiosas y civiles de su momento.

Incluso a través del re-cuerdo, Jesús inquieta e incomoda. pero también inspira, sana, ilumina y conforta. Creo que si así sucede, si recordar la vida de Jesús de Nazaret me saca de mi zona de confort, o si me da alas para vivir plenamente, entonces el re-cuerdo deja de ser mera evocación y se convierte en verdadera Pascua, PASO DEL SEÑOR POR MI VIDA.

Y nada volverá  a quedar como antes...

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